Antonio Santiago. Publicado el martes, 13 de febrero de
2001 en El Nuevo Herald
Carlos A. Saladrigas, una destacada personalidad de la comunidad
cubanoamericana, publicó en El Nuevo Herald del 21 de enero un artículo
que tituló Las cuatro Cubas. Dada la importancia que tiene para nosotros,
los cubanos, lo que trata en dicho artículo, queremos hacer algunos
comentarios al mismo.
La historia cubana ha sido objeto de una descarada falsificación por
parte del gobierno fidelista, que ha intentado levantar un muro de mentiras
hacia el pasado con la intención de borrar los sacrificios, ideales y
logros de nuestro pueblo y de tergiversar los acontecimientos que dieron origen
a nuestra nacionalidad.
Lamentablemente, la primera parte del artículo de Saladrigas afirma
conceptos erróneos que también contribuyen a distorsionar el
pasado cubano y a confundir a los que lean ese artículo tan resaltado en
las páginas de El Nuevo Herald. Cuba no buscaba "desesperadamente''
su identidad nacional, como afirma Saladrigas. Los cubanos éramos
conscientes de nuestra identidad nacional y estábamos orgullosos de la
misma.
Rechazo, por calumniosa y falsa, la afirmación de Saladrigas de que "políticos
ineptos y corruptos empobrecían moralmente a Cuba'' y de que la "corrupción
y la amoralidad carcomían los cimientos de nuestras instituciones y
gobiernos''.
¿Cuáles son esos políticos ineptos y corruptos a que se
refiere Saladrigas? ¿En qué consiste la corrupción y
amoralidad que carcomían los cimientos de nuestras instituciones y
gobiernos? Rechazo también la afirmación de Saladrigas de que las
clases pudientes y dirigentes de Cuba padecían una cierta amoralidad
generalizada. Eso es falso.
En Cuba, señor Saladrigas, hubo siempre muchos políticos y
dirigentes capaces, honestos y patriotas; si no, no hubiéramos llegado a
desarrollar la nación que teníamos y a plasmar en una constitución,
la llamada de 1940, las estructuras políticas y las protecciones sociales
más avanzadas de todo el continente americano.
Señala Saladrigas a Justo García Rainiery y, en la forma que
lo hace, parece indicar que es el único político honesto antes del
fidelismo.
No tenemos por qué negar la honestidad de Justico García
Rainiery, pero en Cuba, como señalé anteriormente, hubo muchísimos
políticos honrados en todos los niveles, en todas las épocas y en
todos los partidos. Muchos nombres me vienen a la memoria, pero sólo,
como ejemplo, quiero mencionar algunos de los que, por haber ocupado cargos
ministeriales o similares, tuvieron una mayor presencia en la dirección
política y administrativa de la república.
Así puedo señalar a Pepín Bosch y a José Alvarez
Díaz, ambos ministros de Hacienda durante el gobierno de Carlos Prío
Socarrás; a Felipe Pazos, presidente del Banco Nacional y a Justo
Carrillo, presidente del Banco de Fomento Agrícola e Industrial, ambos
designados por el presidente Prío Socarrás durante su gobierno; a
Manuel Antonio de Varona y a Félix Lancís, primeros ministros de
gobiernos auténticos; a Carlos Hevia, Aureliano Sánchez Arango,
Lomberto Díaz, Luis Casero Guillén, Luis Pérez Espinós,
Alberto Cruz (que murió en una prisión fidelista sin asistencia médica),
José Antonio Rubio Padilla, Oscar Gans, Pepe San Martín, Segundo
Curti y muchos más que pudiéramos citar.
En otro aspecto, la realidad es que hace cuarenta años estamos
sufriendo una tiranía que ha costado miles de vidas, la destrucción
de la economía nacional, la desmoralización social y un deterioro
notable en la calidad de vida del pueblo cubano.
El culpable de este desastre nacional es Fidel Castro, que con el poder único
y absoluto que posee bloquea todas las soluciones para la crisis cubana, aun las
que proponen sus propios partidarios.
Dice Saladrigas que nos consume una guerra civil; es cierto, y esa guerra,
coincido con Saladrigas, debe terminar para bien de Cuba y los cubanos. Pero, ¿cómo?
Si Fidel y Raúl Castro fueran capaces de renunciar a sus altos cargos y
retirarse del poder, entonces comenzaría el cambio deseado; pero eso es
muy difícil. También las fuerzas armadas y los grupos políticos
que apoyan al régimen pudieran deponer a los hermanos Castro e iniciar un
provisionalato que conduzca a una solución democrática de la
crisis cubana; con ello, además, borrarían cualquier
responsabilidad que les pudiera caber por haber sostenido a Fidel y tendrían
el agradecimiento de la nación.
Hay otros caminos que pueden intentarse, pero para cualquier solución
Fidel y Raúl tienen que apartarse de la gobernación del país.
Representante en el exterior del Partido Social Demócrata Cubano.
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