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Febrero 12, 2001



Noticias de Cuba

D16

D16 | Madrid

Tráfico de visados en el consulado español en Cuba

Gregorio Fernández D16 | Madrid. Domingo, 11 de Febrero de 2001

Varios empresarios españoles intermediaron ante las autoridades cubanas para obtener visados de salida de ciudadanos de aquel país, algunos de los cuales ya residen en España. Este privilegio se obtenía gracias «al pago en dinero o con viajes de placer a Maite Martínez, funcionaria del consulado español en La Habana», según declaró a Diario 16 Abel Fernández, conocido como Antón, ex-miembro de la seguridad cubana. El ex-agente llegó a cobrar hasta 1.800.000 pesetas por un visado «ilegal».

Yousy Pérez, Maritza Tomey, Loreta Sierra, Tomás Ugalde o Valia Hernández son algunos de los ciudadanos cubanos favorecidos por este sistema, en el que pueden estar involucrados destacados empresarios españoles.

A juzgar por los testimonios y documentos en poder de este periódico, el negocio fue muy lucrativo hasta finales de 1997, cuando la Seguridad del Estado abrió una investigación y hubo las primeras detenciones. «Sabía que había una investigación sobre determinadas visas que se concedían», relató Antón.

«La situación -explicó- era muy grave y unos días antes de que huyese de Cuba recibí una citación para ir a la sede de la Seguridad del Estado. Ese fue el detonante. Supe que me iban a detener y escapé».

El sistema era bastante sencillo: Abel Fernández gozaba de plena libertad para utilizar los folios timbrados de la cadena de Hoteles Tryp de los que disponía a «mi antojo para solicitar el visado de amigas de empresarios españoles».

CONTACTOS. Antón era el representante en la empresa cubana de la Banca Mora, Coral Caribe, que, a su vez, participaba accionarialmente en Tryp. «El proceso se hacía a espaldas de la dirección de la cadena en algunas ocasiones, pero con su consentimiento en otras», afirmó. El precio de los visados se cobraba directamente a los empresarios españoles que habían hecho el encargo: por 3.000 dólares, unas 540.000 pesetas de 1998, se conseguía la visa.

La Oficina de Información Diplomática no reconoció la existencia del tráfico de visados y negó a Diario 16 la posibilidad de ponerse en contacto con el Eduardo de Tejada, que ejerció como cónsul general entre abril de 1997 y agosto del 2000, cuando supuestamente se realizaron estas actividades.

Si vuelvo a Cuba me matarán, seguro

En Cuba, ser homosexual exige sufrir palizas, soportar vejaciones, vivir escondiéndose. Owell Huerta solicitó ayer asilo político en España.

Jorge Escohotado. Diario 16. Madrid, febrero 10, 2001.

"Me llamo Owell Huerta Delgado y nací gay el 24 de noviembre de 1974..." Así empieza el dramático texto escrito por Owell, un cubano que ha conseguido escapar de su país después de haber sido perseguido y maltratado por ser homosexual. Ayer presentó el texto a las autoridades españolas para que decidan si aceptan o no su petición de asilo político.

Owell, cuyo caso guarda cierta semejanza con el de Reinaldo Arenas, el personaje que interpreta Javier Bardem en la película Antes que anochezca, tuvo que huir de Cuba por la presión a la que estaba siendo sometido: "Me estaba haciendo demasiado famoso". Famoso por cometer un pecado: asistir clandestinamente a enfermos de Sida con medicamentos que le enviaban los turistas.

-¿Cómo se trata en Cuba a los homosexuales?

-Desde que lo detectan se fijan en ti, aunque seas muy joven, y ahí comienza el infierno de la marginación constante. El artículo 303 del código penal cubano castiga mostrarse gay en público, pero aunque lo seas en silencio la policía te hace pagar multas y te encierra en el calabozo una y otra vez. No me olvido de las magulladuras, los ojos morados y los labios partidos, y eso que yo nunca fui jinetero.

-Pero usted, aparte de ser homosexual y no ocultarlo, organizó una especie de ONG clandestina con cerca de 100 personas que daba asistencia a los homosexuales infectados por el sida...

-Sí, yo fui el principal motor de esa idea. Hice una cosa normal, que todo ser humano debería hacer. Estoy orgulloso de ello y espero poder seguir haciéndolo desde aquí, porque tengo a un amigo que se está muriendo ahora y no tiene medicinas.

-¿No hace la vista gorda Fidel Castro con el turismo sexual?

-Sí, pero sólo en los lugares autorizados y la policía cobra por ello. Además sólo se lo permiten a la gente que piensa como ellos.

-¿Cómo consiguió escapar?

-A través de una invitación, pero tuve que pagar a un amigo para que me consiguiera el visado haciéndome un favor. En mi expediente laboral pone "trabajadora", una clave que se utiliza para que los aduaneros detecten que no eres heterosexual.

-¿Le han arrestado muchas veces?

-Muchísimas. Te encierran la noche entera y luego te sueltan. Son muy violentos. Te golpean y te humillan de la forma más baja. He pagado mucho dinero en multas por "escándalo público" y por "merodear en zona turística". Está terminantemente prohibido hablar con turistas, excepto si trabajas en el sector. En ese caso, te vigilan muy bien.

-¿Qué es lo que espera de vivir en España?

-Espero poder vivir tranquilamente, hacer una vida normal, ir por la calle sin que nadie me señale con el dedo como si fuese un delincuente, buscar un empleo y enviar dinero a mi familia y mis amigos. Los cubanos queremos mucho lo español y sé que aquí me van a ayudar.

-¿No teme por su seguridad y por la de su familia al ser un claro disidente del régimen?

-Claro que temo, pero creo que el régimen cubano va a ser cauteloso conmigo. No apareceré ni en prensa, ni en televisión, ni en ninguna parte. No quieren que nadie se entere. Allí no existe la libertad de expresión.

-¿Qué le da más miedo en estos momentos?

-Lo peor es que si me mandan de vuelta a Cuba sé que me matarán, seguro. Me enterrarán de por vida. Yo no quiero ser famoso, no quiero ser un líder, sólo aspiro a vivir dignamente. Mi caso es uno entre todos los que se suceden cada día en mi país y por eso he querido denunciarlo. Quiero que la gente tome conciencia de cómo vivimos allá los homosexuales.

Un español aborda a Castro en pleno discurso y le pide trabajo

Feliberto Carrié/Agencias | La Habana. Febrero 11, 2001

Un joven español violó las estrictas normas de seguridad que rodean al presidente cubano, Fidel Castro, y consiguió acercarse a él en pleno discurso para entregarle una nota.

El insólito hecho se produjo el pasado viernes cuando el líder cubano pronunciaba un encendido y largo -más de cinco horas- discurso en el acto de clausura de unas jornadas que reunieron en La Habana a 6.000 pedagogos de todo el mundo.

El joven, procedente de las Islas Canarias y que se identificó a Europa Press como Israel Bernardo Jiménez, afirmó a la agencia que «no estuve nervioso» en el momento de acercarme al comandante y que sólo tenía en mente darle el papel pero que después «me puse muy nervioso cuando me dí cuenta de lo que había hecho, porque erré en mi proceder al acercarme al presidente».

Bernardo Jiménez, estudiante de la Universidad de La Laguna, afirmó que «estudia Pedagogía, se ocupa de su huerto en la residencia universitaria canaria y busca trabajo».

El joven estudiante, que formaba parte de un grupo de casi cien españoles que asistieron al evento «Pedagogía 2001», no se lo pensó dos veces, tenía enfrente a Castro, le gusta la vida latinoamericana y no le importaría trabajar en Cuba. Quién mejor, pensó, que el presidente para darme trabajo.

Dicho y hecho, Bernardo se levantó y, tranquilamente, se acercó al estrado donde hablaba Castro ante el estupor de los miles de asistentes al discurso y la alarma de los servicios de seguridad presidenciales.

A pocos metros de Castro Bernardo se vio flanqueado por dos guardaespaldas, que no le tocaron pero se interpusieron en su camino para impedir que se acercara más al presidente. El mandatario, que en todo momento miró al joven canario, ordenó a sus guardaespaldas que se apartaran y le dejaran pasar.

Castro se acerco a Bernardo, le saludó tranquilamente y cogió el papelito que éste le tendía. El líder cubano comenzó a leer la nota en voz alta mientras el estudiante volvía a su sitio.

«ÉCHEME UNA MANO». La nota de Bernardo decía que «me gustaría estudiar y trabajar aquí y entregar mis conocimientos y lo mejor de mi persona al pueblo latinoamericano» y añadía «¡por favor, écheme una mano!» a lo que Castro respondió, con los brazos en alto: «¡por mi parte las dos manos!». Entre aplausos, Bernardo regreso al escenario, esta vez sin escoltas, y Castro lo abrazó durante más de treinta segundos y le señaló que al terminar el acto hablaría personalmente con el Ministro de Educación para que se ocupara de su petición.

Y Castro prosiguió su alocución. El presidente aprovechó a su joven auditorio para arremeter contra el capitalismo, un sistema bajo el que, según el mandatario, «no puede haber respeto a los derechos humanos».

«Hasta un niño cubano de segundo grado pudiera darse cuenta de que los problemas del hombre se los crea la sociedad, pero el imperio no resiste la crítica ni el debate sobre el tema», dijo Castro. Agregó que la «tan cacareada libertad de prensa es un mito, lo real es la propiedad privada de los medios. El dueño de una estación de radio, un periódico, una telemisora, es quien decide lo que se publica».

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