Bueno,
bonito... y caro
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, febrero - En un ayer, La Habana gozó de la introducción
de los últimos inventos, y no solamente por ser un puerto a la entrada
del Golfo de México.
Desde 1860, abrió A.P. Ramírez un establecimiento de ferretería
digno de una gran ciudad.
Instalado en la zona extramuros cercana a la Estación de Villanueva
-donde luego se levantó el Capitolio- la Ferretería de Ramírez
anunciaba en 1884 la venta de artículos que en otras capitales
iberoamericanas aún dormían en la imaginación de los más
atrevidos.
En particular, se destaca la venta de inodoros. Un artículo hoy tan
común para la época ni Julio Verne lo concebía. Así
resulta que Sarah Bernhardt, la divina actriz, vulgarmente llamada Rosine, dio únicamente
muestras de un eurocentrismo obstinado (entiéndase, ingestión
fecal) al calificarnos de "indios con levita", porque aquí ya
se vendían inodoros cuando en París ni se conocían.
Es real entonces que los cubanos "meditaran" desde la época,
auspiciados por la soledad del cuarto de aseo. Costumbre convertida en tradición
nacional.
Sin embargo, no todo debió ser coser y cantar. Acostumbrarse a algo
nuevo cuesta siempre algún esfuerzo.
Tal debió ser porque en el anuncio, antes que los inodoros, los "escusados"
encabezan la serie.
También, resulta evidente que en zonas residenciales de La Habana
contaban con instalaciones para el gas y el agua "corriente", como se
dice aquí. La calle Amistad, según testimonios de la época,
era una calle céntrica y llena de futuro. Como todo pasa por la vida,
ella agotó su futuro. Hoy esta calle es un lugar sucio, casi
intransitable por los baches. Inmuebles de pintura carcomida por la humedad del
clima y el afán del tiempo.
Por allí estuvo una vez el Consulado chino, según testimonió
en una ocasión Dulce María Loynaz, vecina del sitio durante su niñez.
En cuanto a los inodoros, éstos siguen siendo artículos de
lujo. En el presente un inodoro cuesta dólares. Sentarse sobre un inodoro
común y corriente hoy día, significa sentarse sobre 70 ó
100 dólares... y más.
En la calle Monserrate, cerca de Lamparilla, hay una ferretería donde
venden unos inodoros bajitos (¿para niños... para enanos?) al precio
de 160 y pico de dólares. ¡Imagínese!
Pagar una suma equivalente a 3 mil 520 pesos (al cambio actual) por... la
comodidad de sentarse a... meditar.
El surtido del establecimiento comprende además griferías, lámparas,
utensilios diversos. Eso sí, conecte a su bolsillo una tubería que
vierta los dólares. En resumen, que no es mucho lo que va de ayer a hoy,
si vamos a ver.
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