Whoopi Goldberg protagonizará una película basada en la
vida de Celia Cruz
Mercè Beltran. La Vanguardia - - España, sábado,
15 de diciembre de 2001.
Decir ¡azúuuucar!, con el seseo cubano, es apuntar directamente
a Celia Cruz, por lo menos en el mundo de los aficionados a la salsa. ¡Azúuuucar!
es sinónimo de un torrente de vitalidad, voz, ritmos, sones y alegría.
La vida de la imparable Celia, conocida como "la Reina de la Salsa", "la
Guarachera de Oriente", será ahora llevada a la pantalla por la
actriz Whoopi Goldberg, algo que a la cubana le ha emocionado enormemente y le
ha provocado tanta alegría como si le hubieran concedido un Oscar. Aun así,
esta mujer, que tiene tantos galardones que resultaría agobiante
enumerarlos y una estrella en el paseo de la Fama de Hollywood, ha advertido de
que estará muy pendiente del guión para que la película
cuente sólo aquello que ella quiere que se sepa.
Hija de Simón y Catalina, Celia Caridad Cruz llegó al mundo el
21 de octubre de 1924 en Matanzas (Cuba). Vivió una infancia humilde en
el barrio de Santo Suárez, en La Habana. Asomada al balcón,
disfrutaba viendo como sus vecinos bailaban en la calle. Ella, además de
mover sus poderosas caderas, también entonaba. Su rotunda voz ya
impresionaba en las fiestas escolares y en las jaranas del barrio, de ahí
que se presentara al concurso de talentos conocido como "La hora del té".
Su primer éxito en ese programa radiofónico le proporcionó
una torta (pastelito) como premio, regalo que en su tercera aparición en
el concurso se convirtió en una cadena de plata. La primera canción
que cantó fue el tango "Nostalgia". Sin dejar de cantar, empezó
a estudiar Magisterio, pero una de sus profesoras le recomendó que se
olvidara de dar clases y se dedicara en serio a la canción. Apoyada por
su madre, que no por su padre, Celia siguió el consejo. Estudió música,
piano y voz. Trabajó en la radio cubana, cantó en el club nocturno
Tropicana y en 1950 se incorporó como vocalista en La Sonora Matancera,
grupo de leyenda con el que recorrió toda América Latina durante
15 años y con el que abandonó la Cuba de Fidel para instalarse
definitivamente en Nueva York, en julio de 1960.
A partir de ahí, y de la mano de Tito Puente, Johnny Pacheco y otros
mitos, en solitario o reunidos en torno a la Fania All Stars, empezó a
gabar discos, ganar redondos de oro, y a consagrarse como la diva más
absoluta de la salsa y de la música denominada afrocubana. Aún no
se ha bajado del pedestal y no lo hará hasta el día en que se
muera. Sólo le queda un asunto pendiente: grabar un acústico de
boleros, pero lo hará porque cantando es inmensamente feliz. Mujer de
peinados estrambóticos y zapatos de altura, gracias a unas plataformas
especiales que le hacen para no estropear sus pies con el tacón, suele
ponerse pantuflas y bata para descansar. Cuando no canta, es una gran cocinera.
Celia, que se considera "fea de cara y bella de alma", canta con
contundencia, se mueve con sabrosura y habla sin pelos en la lengua. Cuando se
le pregunta por Fidel, contesta: "Qué hijo de la gran... pura y
sincera". Y cuando se le interroga sobre su marido, Pedro Knight, del que
se confiesa tremendamente enamorada, explica que "tiene muchas cualidades,
pero su caballerosidad siempre me ha cautivado. Todavía me abre la puerta
del auto y todas las mañanas me trae mi cafetito".
LA ANÉCDOTA
Su grito de guerra no es casual. Surgió cuando al pedir un café
en un restaurante, el camarero le preguntó si quería azúcar.
"¡Azúuuucar", respondió. "¿Cómo
podía tomarme un café cubano sin endulzarlo?" Por la noche,
antes de cantar, contó la anécdota y la gente estalló a
carcajadas. Desde entonces, el público le pedía "el cuento
del azúcar". Un día se cansó de contar la historia,
pero salió al escenario al grito de "¡Azúuuucar".
Hasta hoy. Todo un reto para Whoopi, que tendrá que ponerle acento y
gracia, además de música.
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