El Imparcial. 30 de Abril de 2001. Hermosillo, Sonora, México
Lima asperezas Creel con Cuba
MEXICO, D.F. (SUN).Para restañar heridas y aclarar malos entendidos
con Cuba, intervino Santiago Creel, secretario de Gobernación.
El funcionario mantuvo contacto telefónico con el embajador de Cuba
en México, Jorge Bolaños, y el pasado miércoles cenaron en
un restaurante de Polanco, únicamente los dos, con la anuencia del
titular del Ejecutivo federal y conocimiento de los involucrados en el caso.
EL Universal supo de este encuentro y pidió tanto a la Secretaría
como a la Embajada su comentario sobre el significado de la cena, justo días
después del intercambio de palabras altisonantes entre los cancilleres de
México, Jorge Castañeda Gutman y Felipe Pérez Roque, de
Cuba.
José Luis Durán Reveles, subsecretario de Comunicación
Social de la dependencia, al ser consultado, comentó que "no tengo
mayor información" sobre el caso.
El director general de comunicación, Héctor Villarreal, precisó
que no podía confirmar ni negar ese encuentro, "pero de haberse
llevado a cabo no hay duda de que contó con la anuencia del presidente de
la República, Vicente Fox y el conocimiento de los titulares de las áreas
relacionadas".
La sede diplomática tampoco confirmó ni desmintió la
cena. Simplemente no hizo comentario.
El viernes se le solicitó al portavoz Alejandro Núñez
su opinión sobre encuentro, pero no hubo respuesta.
El sábado se hizo por escrito el mismo planteamiento en la oficina
del embajador Jorge Bolaños y la reacción fue similar.
El 27 de abril, en rueda de prensa, se le preguntó al secretario
Creel: ¿Han puesto en riesgo las actitudes de Castañeda las
relaciones con Cuba y si usted ha tenido comunicación con la Embajada
cubana y el señor canciller? Creel respondió: "Yo creo que es
muy claro que existe plena coordinación en materia de relaciones por
parte de la Cancillería, y las decisiones de la Cancillería
implican a todo el Gobierno federal".
Confusión y cambio
Por René Delgado. 28 de Abril de 2001. Hermosillo,
Sonora, México
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Un cambio importante que registró la diplomacia mexicana es el
relativo a la política frente a Cuba.
Frente al irrenunciable principio de defender la soberanía y la libre
determinación de los pueblos, los gobiernos priistas durante años
se hicieron de la vista gorda frente a ese otro principio irrenunciable que es
el de la defensa de los derechos humanos. Esta vez, ya con el gobierno foxista,
se dio un giro interesante: México se abstuvo de condenar a Cuba por la
violación de los derechos humanos en la isla pero, al explicar la razón
de su abstención, le dio congruencia a su postura. Y, paradójicamente,
los legisladores, a quienes se les llena la boca pronunciando discursos a favor
del respeto de los derechos humanos en México, se hicieron de la vista
gorda frente a la violación de los derechos humanos Cuba. Dijeron "no"
al cambio.
Si a cualquiera de esos legisladores le resulta difícil explicar esa
rara posición, a los panistas que se sumaron a favor del Gobierno cubano
y, por ende, en contra de los derechos humanos de los cubanos habrá que
pedirles una amplia disertación sobre el tema: Contradice a su partido,
contradice a su Gobierno y establece un principio bastante raro: Sí a la
tortura patriótica... en Cuba.
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El canciller solitario
Jorge Zepeda Patterson. 29 de Abril de 2001. Hermosillo,
Sonora, México
Resulta paradójico el hecho de que el responsable de la diplomacia
mexicana sea justamente el menos diplomático de todos los miembros del
gabinete. Jorge Castañeda, responsable de la política exterior,
nunca se ha caracterizado por ser una persona amable o condescendiente. Por el
contrario, suele decir lo que piensa, y lo que piensa normalmente es algo categórico,
apasionado y contrario a lo que otros piensan.
Castañeda es una persona inteligente y preparada, poco tolerante con
los que, a su juicio, no son inteligentes ni preparados.
El resultado ha sido una colección de frases y actitudes inusuales en
un diplomático (singulares incluso para un político: No es casual
que en términos coloquiales se diga que una persona es "política"
cuando se le atribuyen dotes de negociador, conciliador, de estar provista de
habilidades "diplomáticas"). Decir que los cubanos están
ardidos porque la ONU los regañó responde a un exabrupto originado
en la irritación personal, y es obvio que tales adjetivos difícilmente
construyen una estrategia de política exterior. O señalar que los
periodistas son incultos e irresponsables fue un desahogo que seguramente habrá
paladeado en su momento, pero posteriormente le ha provocado terribles dolores
de cabeza.
Ciertamente la prensa ha tratado con dureza al canciller. En ocasiones,
incluso, con rudeza innecesaria. Desde luego constituimos un gremio rencoroso.
La sofisticación intelectual del Secretario aparece retratada una y otra
vez como displicencia; la manera categórica de presentar sus argumentos
es transmitida como algo equivalente a la soberbia. Sus errores o
contradicciones terminan encumbrados en las portadas de los periódicos.
Nunca como ahora se había aplicado la frase "tiene mala prensa"
con tal atingencia. En suma, el canciller se ha convertido en el villano
favorito de la prensa, un papel que, una vez que se consolida, suele ser
irreversible.
Jorge Castañeda no parece estar demasiado abrumado por este hecho. Y,
sin embargo, debería estarlo. Desdeña los periodicazos con la
confianza que acuña el que suele saberse en posesión de la verdad.
Sus certezas intelectuales están a prueba de columnas políticas,
de cartones y titulares de ocho. Bien por él. Pero comete un error. La
gestión pública es algo muy distinto a la trinchera del erudito.
Como servidor público tiene obligaciones con relación al ciudadano
y para con el equipo de gobierno que le invitó.
La única manera de gobernar es de cara a la opinión pública,
no de espalda a ella incluso si se considera que se está en posesión
de la estrategia correcta. Todo secretario de Estado tiene la responsabilidad de
que su visión sea aceptada o por lo menos comprendida por la sociedad
mexicana. Todo secretario está en la obligación de concitar el
apoyo de la comunidad a las estrategias políticas que se aplican en su área.
Es decir, gobernar es comunicar: No basta con hacer una política
adecuada; es necesario, además, que así sea percibida por el
ciudadano y que, en lo posible, éste comparta los criterios de gobierno
(en este caso, en materia de política exterior). Si la Secretaría
de Relaciones Exteriores ha decidido, luego de un cuidadoso análisis, que
en el mejor interés de México conviene una relación tensa
con Cuba, el Secretario tendría que asegurarse de que tal posición
goza de un mínimo de consenso entre la comunidad. De no ser el caso tendría
que establecer una estrategia de comunicación para convencer a la opinión
pública.
Si asumimos que a México no le interesa una relación tensa y
difícil con Cuba, es evidente que el canciller cometió un error.
El hecho de que Vicente Fox tuviese que salir en defensa de Castañeda,
contradiciendo a su propia vocera (quien había reconvenido al
funcionario) no es algo que le haga gracia a Los Pinos. Los secretarios están
para ayudar al Presidente a resolver los problemas, no para causarle tensiones
gratuitas.
Es evidente que los medios de comunicación tienen responsabilidad en
este desgaste; han magnificado los errores del canciller y han sido proclives a
distorsionar sus posiciones y argumentos. Quizá el verdadero error de
Castañeda resida en su falta de capacidad para generar una adecuada
estrategia de comunicación.
Es obvio que no la tendrá en tanto siga pretendiendo que los
periodistas son necios en su gran mayoría, o continúe
descalificando las críticas por considerar que son incorrectas. Porque le
guste o no, sean correctas o incorrectas, tales críticas son recibidas
por el grueso de la opinión pública. Y en tanto los medios sigan
ocupados con las anécdotas y los deslices del canciller, muy pocas
posibilidades tendrá éste para concitar la comprensión y el
apoyo del público a sus posiciones en materia de política
exterior.
Sin duda, Jorge Castañeda es un hombre talentoso y tenaz. Ha puesto
al servicio del país una preparación sólida y una extensa
red de relaciones internacionales. Seguramente está haciendo tareas
provechosas para México, pero difícilmente podremos enterarnos si
no se establece una relación más profesional entre funcionario y
periodistas. Se requiere una buena dosis de generosidad y humildad por ambas
partes. Ese será el verdadero reto para este lúcido y poco diplomático
intelectual mexicano.
Economista y sociólogo. Con estudios de posgrado en Flasco, México,
y Sorbonne, París. |