Editorial - La
Vanguardia Digital - - 04:01 horas - 30/04/2001
CUANDO aún no se han extinguido los ecos del 40 aniversario de la
frustrada invasión de Bahía Cochinos, unas declaraciones del
secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, insinúan que algo
puede estar cambiando en el abismo que ha separado a Estados Unidos de Cuba a lo
largo de los últimos 40 años.
En efecto, es bastante insólito que el responsable de la política
exterior estadounidense reconozca ante un subcomité de la Cámara
de Representantes que Fidel Castro "ha hecho algunas cosas buenas por su
pueblo" o que "ya no es la amenaza que era". Powell, sin embargo,
guardó silencio cuando su interlocutor, un congresista neoyorquino de
origen hispano, afirmó que la política norteamericana en relación
con Cuba era un error, que contrastaba con las relaciones diplomáticas de
Estados Unidos con China y Vietnam, las que había sostenido con la Unión
Soviética o las negociaciones que había mantenido con Corea del
Norte.
Es verdad que, tal como también afirmó Colin Powell, Castro es
un líder anclado en el pasado, que no ha modificado sus puntos de vista
en lo más mínimo. No es casual que Cuba fuera el único país
americano ausente en la reciente cumbre de las Américas celebrada en
Quebec.
Pero es verdad que la política estadounidense respecto a la isla
caribeña durante las últimas cuatro décadas ha estado
demasiado influenciada por la comunidad de exiliados de origen cubano residente
en Florida, donde cualquier acercamiento al régimen castrista es tabú.
Algunos de los miembros de la brigada invasora que recientemente visitaron Cuba
han sido recibidos a su regreso a Miami como apestados.
Ante la Administración Bush II, la más conservadora y
defensora de los intereses de las grandes empresas de los últimos
tiempos, se abre un difícil dilema, no muy distinto al que se le plantea
en relación con China. Por un lado, para los "halcones"
formados en la guerra fría, como el vicepresidente Cheney o el secretario
de Defensa Rumsfeld, cualquier aproximación a la Cuba castrista es
anatema. Para los grandes consorcios inmobiliarios y turísticos
estadounidenses, sin embargo, la oportunidad de negocio en la isla caribeña,
a la que tan diligentemente se están dedicando españoles,
italianos y canadienses, es demasiado atractiva como para desdeñarse por
razones ideológicas.
La opinión pública no apoya el bloqueo
La Vanguardia - - 04:01 horas - 30/04/2001
La estrategia de aislar a Cuba no tiene el apoyo de los americanos. Según
las encuestas, a la mayoría no le importaría tener relaciones
diplomáticas. Más de 200.000 irán este año a la
isla. Empresarios y agricultores hace años que presionan para poder ir a
vender a La Habana. Hasta el "Wall Street Journal" se muestra escéptico
con el bloqueo.
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