La compañera
de viaje
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, abril - Hoy se conoce muchísimo más el cuerpo
humano. La cadena del ADN. El genoma humano. La clonación. Aprendemos del
micro mundo. Ese que llevamos dentro y no captamos a simple vista.
Sin embargo, desde hace cuarenta años los cubanos vivimos con un
miembro más y pocos lo han tenido en cuenta. Hay un chiste macabro acerca
de este asunto.
"En un accidente de aviación mueren varios pasajeros de
diferentes nacionalidades. El reconocimiento forense necesario para establecer
la identidad de las víctimas plantea incógnitas difíciles
de resolver. No obstante, un solo cadáver pudo ser reconocido de
inmediato. En un bolsillo del pantalón el forense encontró una
jaba plástica desechable. Era el cuerpo de un cubano".
Claro, es la jaba (plástica, de tela, de nylon de saco de abono,
etc.) el infalible artículo que constituye actualmente esa península
de cualquier mano cubana.
Ya en la temprana edad escolar los niños asisten a sus escuelas
mochila en la espalda y jaba en la mano.
Luego de acogerse a la jubilación laboral cambiarán los útiles
profesionales por una jaba. "Viejo, por favor, ve a buscar el pan. Oye,
lleva la jaba por si acaso". Porcia Caso (Q.E.P.D.), señorita de la
antigua sociedad de mi pueblo natal, murió jaba en mano prácticamente.
Hacía la cola de las papas cuando cayó víctima de un
derrame cerebral.
Primero fueron de yute. Tejidas de yarey, hechas a mano. Decoradas con algún
diseño sencillo. Luego, la espalda de dos camisas viejas sirvió
para fabricarlas. Hoy mismo la jaba ha sufrido cambios tecnológicos. ¡Ahora
son de plástico!
Después de la apertura del dólar, las shoppings pusieron de
moda la jaba desechable de plástico. "Vaya, se acabó el
abuso, cuatro jabas por un peso", lanzó al aire un anciano
desgastado.
Así, las jabitas plásticas resultaron un endeble salvavidas
para aumentar las magras pensiones de los numerosos jubilados.
¿Y quién no lleva en su cartera, en su mochila, en su
portafolio, en su bolsillo, una jaba bien plegada?
En la parada del camello -el transporte por deficiencia y no por excelencia-
un anciano redondea su ínfima pensión con la venta de jabas.
"No la dejen de comprar, llévatela ahora. Tu compañera de
viaje".
En este país pequeño de calificativos altisonantes se puede
bien admitir que la jaba es otro "aporte de la Revolución". ¡Y
cómo no!
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