Muchos policías
por cabeza
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, abril - Es un espectáculo frecuente en las calles de La
Habana que uno o varios policías detengan a cualquier ciudadano en la vía
pública y le registren sus pertenencias. Estas acciones se realizan sin
ninguna justificación, sólo por la autoridad de que están
investidos los agentes del orden público que, de ese modo, hacen uso
arbitrario del poder.
En el Código Penal vigente no hay ninguna norma que justifique ese
procedimiento de los policías, aunque sí se pueden leer algunas
regulaciones ambiguas en la Ley de Procedimiento Penal, como la contenida en los
artículos 242 y 243, que establece que los representantes de la autoridad
o cualquier ciudadano pude detener al que intente cometer un delito.
De ahí se puede inferir que los agentes de la policía que
llevan a cabo esas humillantes requisas públicas consideran un
delincuente a cualquier ciudadano que transite con un paquete.
¿Acaso esta práctica no es violatoria del derecho universalmente
aceptado de que toda persona es considerada inocente hasta tanto se demuestre lo
contrario?
Lo mismo sucede con la solicitud en plena calle del carné de
identidad. De los muchos extranjeros con los que he conversado sobre este
asunto, todos han declarado que en las sociedades libres eso es inusual. Tales
actos sólo ocurren en países con una situación política
anormal.
El asunto resulta curioso cuando se observa las características de
las personas detenidas por los agentes policiacos para exigirles que se
identifiquen. La mayoría son jóvenes de la raza negra, dato
coincidente con la población penal cubana, que en un 60 por ciento está
compuesta por negros o mestizos jóvenes.
Transitar por áreas cercanas a hoteles u otras instalaciones turísticas
es un motivo muy frecuente para que una persona, sea hombre o mujer, sufra el
acoso policial, que puede llegar hasta el arresto sin orden judicial y sin haber
cometido delito o infracción. Existen casos de individuos que han sido
detenidos y acusados de "asedio a turistas" por el solo hecho de
transitar por la vía pública y conversar con un extranjero.
La realidad discrepa con la imagen de la sociedad sana y feliz que difunde
el régimen cubano. Con certeza se puede afirmar que La Habana es la
ciudad del mundo con mayor número de policías por habitantes. Esta
situación de cuartel policiaco no se debe al interés del gobierno
por preservar la integridad de los habaneros, pues si en los lugares céntricos
hay un elevadísimo número de agentes en los demás barrios
capitalinos están prácticamente ausentes.
Junto a la pestilencia, las calles mugrientas, la escasez de agua potable,
la gran cantidad de edificios a punto de derrumbarse, la crisis del transporte y
la falta de viviendas, este ambiente represivo es parte también de la
vida cotidiana de los habaneros.
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