La
ancianidad: un triste ocaso
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABAN, abril - Miguel tiene 84 años, su vista se pierde dentro de
los vagos recuerdos, casi no conoce a los que le rodean. Sin embargo, cuánto
luchó para llegar hasta aquí.
Camina por doquier, sin rumbo fijo, quizás buscando lo que nunca
regresará. Las noches en los parques y los basureros conforman el mundo
del anciano.
Sus ideas lo llevaron a defender un sistema que ahora lo abandona. A la
lucha contra el gobierno del General Batista, y a la Revolución que
triunfó en La Habana en 1959, le dedicó sus mejores años.
El hijo de Miguel se marchó a los Estados Unidos, después que
se convenció que haber peleado en Angola fue un error. Le dejó a
su padre en el armario, junto a la soledad, la medalla de combatiente
internacionalista.
Muchas gestiones han hecho los que conocen al viejo Miguel para tratar de
internarlo en un hogar para ancianos o un sanatorio, pero esto, según las
autoridades de Salud Pública y Bienestar Social, es algo difícil,
pues hay muy poca capacidad.
"Un gran por ciento de estos asilos de ancianos están en muy mal
estado y no hay presupuesto para repararlos. Hay que esperar". Esta es la
respuesta de las autoridades gubernamentales.
Ancianos de Ciudad de La Habana duermen en las afueras de los hospitales,
parques, portales y de cualquier sitio donde puedan guarecerse en las noches.
Con subsidios que no sobrepasan los cien pesos mensuales, estos abuelos no
pueden afrontar la falta de alimentos y se les ve registrando los latones de
desperdicios ubicados en las afueras de cafeterías y otros comercios.
Hay otros cuya suerte ha sido distinta: tienen un hogar, reciben ayuda desde
el extranjero y tienen la oportunidad de viajar a Estados Unidos donde visitan a
sus familiares y luego regresan rejuvenecidos.
También el gobierno creó los llamados "Círculos de
Abuelos", donde los ancianos se reúnen y realizan ejercicios y otras
actividades recreativas.
Sin embargo, de acuerdo con diversos especialistas, la situación de
desamparo de los ancianos cubanos puede agravarse más debido a una nueva
disposición gubernamental por la cual se trata de insertar nuevamente en
la sociedad a los pacientes psiquiátricos que tengan una conducta estable
y puedan ser entregados a sus familiares.
Según estos profesionales, la medida obedece a la falta de recursos
para atender a los enfermos recluidos, que impide la aceptación de nuevos
ingresos.
Los asilos pertenecientes a la Iglesia Católica han sido y son los únicos
que brindan una debida atención y están en óptimas
condiciones higiénicas, por tanto en ellos no hay plaza disponible.
De acuerdo al testimonio de una religiosa que trabaja en uno de estos
asilos, el propio gobierno cubano reconoce la excelente calidad del servicio.
Desgraciadamente, como estos problemas se acentúan, continuarán
muchos ancianos como Miguel, en las calles. Triste ocaso para la vejez.
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