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Abril 20, 2001



Con poco derecho

Editorial. El Nacional - Viernes 20 de abril de 2001. Caracas, Venezuela.

La Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en su reunión anual en Ginebra terminó en lo que todos sus asistentes ya habían previsto: "una fuerte preocupación por la continua represión a los miembros de la oposición en Cuba", la condena por el uso "desproporcionado" de la acción militar israelí en territorios palestinos y una exoneración a la República Popular China, que si sorprendió a alguien fue a los halcones de Estados Unidos, urgidos de una sanción que ya estaba negociada en contrario. De manera que la convocatoria al foro suizo se está haciendo cada día más previsible y burocrática: no es el mecanismo institucional al que el mundo aspira para condenar lo que es la esencia de la democracia: el respeto al ser humano.

La moción presentada contra el régimen Cubano fue tan raquítica que apenas dos votos marcaron la diferencia (22 a favor, 20 en contra, y 10 abstenciones), lo cual sugiere que otros intereses políticos y económicos, más allá de lo esencialmente planteado como lo son los derechos humanos, juegan un papel importante a la hora de discutir y razonar las argumentaciones presentadas. Esto resulta muy grave pues se termina por creer que se exonera o se culpa en función de grupo de países, de tendencias particulares y de intereses muy alejados de lo que es el objetivo de la reunión.

Venezuela mostró sus intenciones por anticipado con motivo de la visita del Presidente de China. Cualquiera hubiera advertido que no era necesario, pero como es costumbre en este régimen, hicimos lo que era inadecuado. Anunciamos lo que no era necesario anunciar porque era obvio lo que iba a ocurrir entre quienes acudían a la cita en Ginebra, pero insistimos en hacer el ridículo para satisfacer cierto papel protagónico que nunca vamos a tener, al menos por ahora. Más bien deberíamos mirar hacia adentro y dar cuenta de la manera como nos estamos comportando en relación con los derechos humanos en nuestro país. En esa materia no hemos cumplido ni con la Constitución bolivariana ni mucho menos con las instancias internacionales.

Veamos algunos ejemplos que hemos publicado en estas mismas páginas: La Fiscalía General de la República reconoció un "listado oficial de personas fallecidas con ocasión de los sucesos de febrero-marzo de 1989", dando cumplimiento a las recomendaciones que formuló la Comisión Interamericana de Derechos Humanos al Estado venezolano a propósito del Caracazo. Doce años después es el primer listado que se hace del conocimiento público, lo cual resulta un paso significativo para la reconstrucción de estos trágicos hechos.

Pero, por los graves equívocos presentes en ese listado nos damos cuenta de que ese texto es el ejemplo más ilustrativo de la impunidad institucionalizada que existe en Venezuela. Ese anuncio sobre personas fallecidas, como lo denunciaron los representantes de las víctimas, incluye a mujeres y hombres que están vivos, como son los casos de Gregoria Matilde Castillo, Osquelis Campos y Noraima Sosa Ríos. También presenta a personas asesinadas cuyos restos no han sido debidamente identificados y entregados a sus familiares, e incluye a individuos que desde 1989 se encuentran desaparecidos. ¿Podemos confiar entonces en ese documento oficial?

No puede obviarse que resulta verdaderamente vergonzoso, que una década después el Estado venezolano publique un listado de personas fallecidas, en el cual se incurre en graves y escandalosos errores. Es inadmisible que el Ministerio Público no haya sido suficientemente cuidadoso para depurar este listado y dar efectivo cumplimiento con el mandato de los organismos internacionales.

En el caso del 27 de febrero de 1989, como en otros crímenes contra los derechos humanos, el Estado no ha tenido una postura coherente y razonable. Se ha ofrecido un discurso a favor de las víctimas por parte del alto gobierno, pero la fuerza de los hechos demuestra que aún 12 años después no hay suficiente voluntad política para hacer justicia y dar satisfacción mínima a los afectados. Ese sería un signo claro de la voluntad del Estado de garantizar la no repetición de los hechos y de su firme compromiso de hacer buena la palabra del derecho internacional de los derechos humanos.

Los derechos humanos deben ser un elemento con presencia permanente en las políticas públicas de un Estado y no pueden ser utilizados únicamente por conveniencia proselitista. Un buen récord en derechos humanos se construye con hechos concretos y no con meras palabras. Y eso comienza por poner orden en la casa.

(c)Copyright 2000. CA Editora El Nacional. Todos Los Derechos Reservados

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