CUBANET .INDEPENDIENTE

20 de abril, 2001


Regreso a la comunidad primitiva

Julio García Quesada, CPIC

CAMAGÜEY, abril - Ha surgido entre nosotros una vieja fórmula comercial en la que no se utiliza el dinero, sino las especies. Se trata del trueque. Si tienes algo que dar, algo recibirás.

Por ejemplo, si una persona necesita un permiso de construcción tiene que empezar por ver al delegado del Poder Popular para que éste visite su casa en unión de una comisión que determinará si procede o no la obra solicitada. Después, vienen otros trámites con la Dirección de Arquitectura y Urbanismo. En fin, un burocratismo poco funcional y prolongado.

Pero si el interesado trabaja en el departamento de Rayos X de un hospital y le puede "resolver" a la mamá del delegado que se realice un estudio radiográfico de los pulmones o le puede "resolver" cualquier problema de salud a uno de los miembros de la citada Comisión, entonces el asunto se viabiliza rápidamente. Se dio y se recibe. El trueque funcionó.

También se puede "resolver" todo vertiginosamente si el solicitante del hipotético permiso de construcción labora en uno de esos comercios dolarizados conocidos por "shoping" y, como el que no quiere las cosas, le regala un jaboncito, un frasco de shampoo, un pomito de pintura de uña o un tubo de pasta dentífrica al delegado o los de la Comisión. Si el regalo comprende todos los artículos antes citados en una jabita, de seguro que el trámite funciona con más velocidad. En este otro caso el trueque también abrió la puerta de la solución.

La fórmula del trueque tiene múltiples variantes, pero la esencia es la misma. A ella no están ajenos los funcionarios del Estado porque todos los cubanos están en la jugada.

La Empresa de Muebles no tenía madera ni goma de pegar y el director de esa entidad le dijo tajantemente al director de la Empresa de Productos Lácteos que lo sentía muchísimo, pero que no lo podía ayudar. El asunto se "resolvió" de la siguiente manera: el director de la Empresas de Muebles, de nombre Julián, tiene hijas mellizas a quienes les gusta el helado y el queso, por lo que Emeregildo -el dirigente de la Empresa de Productos Lácteos- solucionó las necesidades de las niñas. La esposa de Julián, feliz y despreocupada, le manifestó: "¡Ahora sí tienes un buen amigo!" Al cabo de una semana, en el salón de reuniones de la Empresa de Productos Lácteos aparecieron, como por arte de magia, unos vistosos muebles de madera.

- ¡Llegaron los materiales! -le dijo Julián a Emeregildo.

Al principio, dicen los historiadores, los aborígenes cubanos estaban divididos por territorios. Unos vivían de la pesca o la cacería, otros de la alfarería, y los había también agricultores. Cuentan que desde ese entonces ellos intercambiaban productos para solucionar sus necesidades. El trueque era la fórmula mercantil, pues el dinero aún no existía en la llamada comunidad primitiva.

¿Serán estos trueques de la Cuba de hoy un indicio de que nos acercamos al comunismo?


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