El Mundo. España,
abril 17, 2001.
'The Miami Herald' logra un Pulitzer por su cobertura del 'caso Elián'
EFE. Martes, 17 de Abril de 2001 Actualizado a las 01:47.
NUEVA YORK.- La redacción del diario 'The Miami Herald' ha recibido
un premio Pulitzer, en la categoría de Noticias de Actualidad, por su
cobertura de la operación desplegada por las autoridades de EEUU para
reunir al niño cubano Elián González con su padre. La
instantánea del asalto policial del pasado 22 de abril ha otorgado, además,
al fotógrafo Alan Díaz, de la agencia Associated Press, otro de
los prestigiosos premios concedidos por la Universidad de Columbia.
Hace apenas un año, la fotografía de Díaz daba la
vuelta al mundo y dejaba en evidencia, con toda su crudeza, el asalto acometido
por un grupo de agentes federales para llevarse a la fuerza al pequeño
'balsero' cubano de la casa de sus familiares en la Pequeña Habana en
Miami.
La junta que concede los Premios Pulitzer, perteneciente a Escuela de
Periodismo de la Universidad de Columbia, ha otorgado a 'The Miami Herald' el
galardón en virtud de la labor periodística del equipo de
redactores, por «su equilibrio y forma de reflejar» la historia que
acaparó tantas portadas por la disputa por mantener a Elián en
Miami junto a sus familiares en el exilio o llevarlo a Cuba junto a su padre, un
asunto que terminó con la decisión de la entonces secretaria de
Justicia estadounidense, Janet Reno.
A este galardón, dotado con 7.500 dólares (algo más de
1,3 millones de pesetas) también fueron finalistas 'Los Angeles Times'
por su cobertura del accidente del vuelo 261 de Alaska Airlines en las costas de
California y que costó la vida a 88 personas. Además resultó
finalista 'The Star-Ledger', un diario de Newark, en el estado de Nueva Jersey,
por el seguimiento detallado y con imágenes, a pesar de las
restricciones, del incendio ocurrido en la habitación de un colegio Mayor
de la Universidad de Seton en el que murieron tres estudiantes y otros 58
resultaron heridos.
En la lista de galardonado se incluye, además, al diario 'The
Oregonian', de la localidad de Portland (Oregón), que ha recibido el
premio Servicio Público, por su tratamiento de los problemas sistemáticos
relacionados con el Servicio de Inmigración y Naturalización de
EEUU (SIN).
El rotativo será obsequiado con una medalla de oro, ya que ésta
es la única de las 21 categorías en la que no se otorga una
cantidad en efectivo, que en esta ocasión es de 7.500 dólares por
cada premio (alrededor de un millón y medio de pesetas).
David Willman, del diario 'Los Angeles Times', ha sido galardonado con el
Premio de Periodismo de Investigación por sus trabajos sobre medicamentos
inseguros que recibieron, paradójicamente, la aprobación de la
Administración para las Medicinas y los Alimentos (FDA).
La redacción del diario 'Chicago Tribune' ha conseguido, asimismo, el
galardón de Periodismo Explicativo, por sus informaciones sobre el
sistema de control del tráfico aéreo, mientras que la del 'The New
York Times', ha obtenido el de Información Nacional por una serie de artículos
sobre las razas en Estados Unidos.
En el apartado de Información Internacional, se ha premiado un premio
a Ian Johnson, del diario 'The Wall Street Journal', por sus artículos
sobre las acciones del Gobierno de China para suprimir al movimiento Falun Gong,
y al periodista Paul Salopek, del 'Chicago Tibune', por sus informaciones sobre
Africa.
Dorothy Rabinowitz, comentarista del diario financiero 'The Wall Street
Journal', ha logrado también un galardón por sus análisis
de la cultura y la sociedad estadounidenses, y Gail Caldwell, de 'The Boston
Globe', por sus artículos sobre formas de vida contemporáneas y
literatura.
El fotógrafo Matt Rainey, del diario 'The Star-Ledger', que se
publica en la localidad de Newark (Nueva Jersey), ha recibido otro premio
Pulitzer por sus instantáneas sobre la recuperación de dos víctimas
de un incendio en la Universidad de Seton Hall.
Kennedy no se curó de la 'pesadilla cubana'
LA HABANA.- Para John F. Kennedy, Cuba era el sabor del fracaso. No sólo
por el resultado de la invasión de Bahía de Cochinos sino también
porque posteriormente exigió a la CIA deshacerse de la revolución
de Castro con las acciones clandestinas de la Operación Mangosta. Esta
operación, aseveró Richard Goodwin, ex asesor de JFK, fue otro
gran fracaso. Goodwin, junto con otros cercanos colaboradores de Kennedy, académicos,
ex agentes de la CIA y ex miembros de la Brigada 2506, integró la
delegación norteamericana participante, a finales de marzo en La Habana,
en la conferencia Girón, 40 años después.
A juicio de Samuel Harpern, vicejefe del buró Cuba de la CIA, JFK tenía
obsesión por la isla porque el caso Cuba llegó a tener más
prioridad que Vietnam. Según Harpern, JFK presionaba a la CIA para que
hicieran más misiones. La Operación Mangosta, pensada inicialmente
como una operación de mayor envergadura que la del desembarco en Bahía
de Cochinos, acabó reducida al final a una serie de actos de sabotaje y
buscar información de inteligencia en el territorio cubano tras
precipitarse la crisis de los misiles. Como consecuencia de la operación,
sólo de enero a agosto de 1962, se hicieron en la isla 5.860 sabotajes. A
su vez, en las montañas del Escambray había 41 bandas de
contrarrevolucionarios. También se organizaron 17 atentados contra
Castro, seis de ellos supervisados por la CIA.
La guerra de las 72 horas
Angel Tomas Gonzalez. Especial Para El Mundo.
40 AÑOS DE BAHIA DE COCHINOS. La Revolución cubana no contaba
con un Ejército regular cuando ocurrió la invasión de Bahía
de Cochinos. Fue hace 40 años, en la madrugada del 17 de abril de 1961.
La principal fuerza militar de la isla era la Milicia Nacional Revolucionaria,
sin apenas medios ni preparación. A pesar de ello, Fidel Castro logró
vencer en dos días y medio la invasión de 1.200 cubanos exiliados
a los que EEUU había dado entrenamiento y suficientes armas como para
sostener una larga guerra. La victoria de Castro le valió el apoyo
mayoritario de la población a favor de la Revolución socialista.
Para la Administración Kennedy fue una traumática humillación
y su mayor fiasco. Pero Bahía de Cochinos fue también uno de los
puntos de mayor tensión de la Guerra Fría, que desembocó año
y medio después en la 'crisis de los misiles', la cual acabó con
el compromiso de EEUU de no intentar ocupar más la isla.
BAHIA DE COCHINOS (CUBA).- En la madrugada con luna en cuarto creciente del
17 de abril de 1961, Cira Pérez tenía 16 años y miraba, por
las rendijas de la pared de tablas de palma de su bohío, las «bolas
de fuego rojo» que venían del mar y explotaban al caer en la arena
de Playa Girón. El susto era tan intenso que con las dos manos se
aguantaba el barrigón de su primer embarazo por temor a que la criatura
adelantara su nacimiento.
A los cinco milicianos del batallón 339 que estaban apostados en la
zona de la playa, el inesperado aguacero de balas de cañones y
ametralladoras que disparaban los barcos que se acercaban a la orilla les espantó
de golpe la modorra de la vigilia nocturna.
Ellos, al igual que Cira, conocieron esa noche que el miedo de la guerra
enfría la piel y anuda el estómago. En el central Australia (fábrica
de azúcar) donde estaba la jefatura del batallón 339, a unos 50
kilómetros, la emisora de radio transmitió con nitidez la voz
desesperada de un miliciano que, desde Playa Girón, decía: «Nos
están atacando y son muchos hombres. Estamos peleando, pero no podremos
resistir mucho más tiempo. Envíen ayuda pronto. ¡Patria o
Muerte!».
17 de abril: 2.00 horas
La escuadra de milicianos que patrullaba Playa Larga, alertados por los relámpagos
del tiroteo en Playa Girón, a 31 kilómetros, dispararon todas las
balas de sus fusiles contra las lanchas de desembarco que los atacaba con fuego
de ametralladoras de alto calibre.
Al quedarse sin munición 45 minutos después, avisaron por
radio al central Australia que se retiraban.
Los 1.200 hombres de la Brigada 2506, el llamado Ejército de Liberación
Nacional, habían tomado sin apenas resistencia y como estaba previsto las
dos principales playas de Bahía de Cochinos. La misión de esta
fuerza paramilitar de cubanos exiliados, que habían sido trasladados
desde Nicaragua en siete buques con toneladas de armas, era liberar a la patria
de la dictadura comunista impuesta por rusos y chinos.
Habían sido entrenados en Guatemala por 25 oficiales del Ejército
norteamericano. El adoctrinamiento propagandístico de la CIA (Agencia
Central de Inteligencia norteamericana) les había hecho creer que la
mayor parte de los milicianos y el pueblo de la isla, agotados por las penurias
y el hambre, se unirían a los invasores para derrocar a Castro.
La Brigada 2506 vestía uniformes de camuflaje norteamericanos y en
sus viseras llevaban el lema Dios, Patria y Libertad.
El proyecto inicial de la CIA era atacar por la villa de Trinidad, provincia
de Cienfuegos, por su proximidad a la serranía del Escambray, donde
operaban unos 3.000 guerrilleros anticastristas. El presidente Kennedy desechó
esa opción alegando que haría «demasiado ruido». Su
intención era que la invasión trascendiera como una infiltración
masiva de cubanos opositores.
La Ciénaga de Zapata, donde se encuentra Bahía de Cochinos,
era el sitio adecuado para los fines de esta operación. Playa Larga y
Playa Girón sólo tenían acceso desde tres carreteras que
conducían hacia la tierra firme. Si la fuerza expedicionaria lograba adueñarse
de ellas y frenar el asalto de las tropas revolucionarias, organizarían
una cabeza de playa en la que se establecería el Gobierno provisional que
había sido elegido en Miami por la CIA. Ellos reclamarían de
inmediato la ayuda militar de EEUU para abolir la tiranía comunista de
Castro.
2.30 horas
Fidel Castro ordenó a los batallones de la Milicia Nacional
Revolucionaria que estaban más próximos a la zona del conflicto
que avanzaran hacia Playa Girón y Playa Larga. Estaba convencido de que
debía hacer una guerra relámpago. Era la única alternativa
para evitar una posible intervención militar de EEUU. En las siguientes
horas de esa madrugada, 15 batallones de infantería ligera de las
milicias, las columnas 1 y 2 del Ejército rebelde y un batallón de
la Policía Nacional Revolucionaria partieron en camiones y autobuses
hacia Bahía de Cochinos.
5.00 horas
Castro, desde la Comandancia que estableció en el central Australia,
ordenó a su aviación que atacara. La Fuerza Aérea
Revolucionaria consistía en 10 aviones con años de vejez, sin
piezas de recambios, y siete pilotos que sólo habían visto la
guerra en el cine. Al capitán Enrique Carreras, al que los pilotos
llamaban «abuelo» porque tenía 37 años, Castro le ordenó
por teléfono: «¡Hunde los barcos, coño!».
Para salir al combate, ese día sólo estaban listos tres
aviones. Carreras recuerda que cuando sobrevoló Bahía de Cochinos
y miró hacia abajo, lo que vio le hizo creer que, ante sus ojos, «estaban
proyectando una película sobre la II Guerra Mundial».
Pero estos pilotos, a pesar de su inexperiencia guerrera, hundieron ese día
cuatro barcos y derribaron cinco aviones enemigos. El ataque aéreo
imposibilitó que dos batallones llegaran a tierra e hizo que los
invasores perdieran muchos de sus suministros.
Los milicianos que avanzaban hacia Playa Larga tuvieron muchas bajas porque
el volumen de fuego del adversario era superior. Pero con gritos de «pa'lante,
pa'lante», y disparando sus modestos fusiles, siguieron adelantando metro a
metro.
18 de abril: madrugada
Durante las primeras horas del nuevo día, los cañones y los
obuses atacaron los emplazamientos de la Brigada 2506 en Playa Larga. Al
amanecer se inició la contraofensiva. Los invasores, desconcertados por
el empuje de las milicias, que no les daban ni un minuto de descanso, comenzaron
a retroceder hacia Playa Girón. Los jóvenes artilleros de las
baterías antiaéreas, con edades entre los 14 y los 20 años,
se batieron a tiros con los aviones que apoyaban a la Brigada 2506 y derribaron
varios de ellos.
10.30 horas
Playa Larga fue ocupada por las fuerzas revolucionarias.
19 de abril: 10.00 horas
El tercer día de la invasión se inició el combate para
tomar Playa Girón con artillería, tanques e infantería.
Algo similar ocurría en el villorrio de San Blas, ubicado en la carretera
que lleva al central Covadonga, que había sido ocupado por paracaidistas.
Ellos se rindieron a las 10.00 horas.
Otros batallones de las milicias y una compañía de tanques
avanzaban por la carretera de Yaguaramas hacia Girón para, junto con las
tropas que venían por la carretera del central Australia, cerrarle la
retirada al millar de invasores atrincherados en Playa Girón.
14.40 horas
Las únicas salidas de escape que quedaban eran el mar y los pantanos
de la Ciénaga de Zapata. Cuando las tropas revolucionarias estaban a dos
kilómetros de Playa Girón, dos destructores de la Marina de Guerra
de EEUU, que habían escoltado a la flota expedicionaria, se adentraron en
la bahía y enviaron hacia tierra lanchones y botes de motor. Era una
operación para rescatar sobre todo a la Jefatura de la Brigada 2506.
18.30 horas
Las baterías de cañones de las milicias dispararon sobre las
embarcaciones pensando que era una nueva invasión e impidieron la
retirada. El Ejército de Liberación Nacional, finalmente, se rindió.
A partir de entonces comenzó la captura de prisioneros que se habían
guarecido en el interior de la Ciénaga. Cuando eran atrapados casi todos
decían que los habían embarcado (engañado). De la Brigada
2506 en esta guerra de 72 horas murieron unos 120 cubanos. En el otro bando,
revolucionarios pero también cubanos, hubo 157 muertos.
La victoria para el Gobierno de Fidel Castro se tradujo en el apoyo de un
mayoritario consenso popular a favor de la Revolución socialista. La
derrota fue asumida por el poder político de Estados Unidos como una
traumática humillación para su histórica vocación
imperial. Por primera vez habían sido vencidos en el continente
americano.
La 'crisis de los misiles' o lo que causó 'Bahía de
Cochinos'
Año y medio después de la fallida invasión a Cuba,
la isla volvió a ser foco de tensión
Felipe Cuna. Especial Para El Mundo.
NUEVA YORK.- Cuando Robert McNamara vio la película Trece días,
lloró al recordar aquellos momentos en los que Estados Unidos y la URSS
estuvieron a punto de llegar a la primera gran guerra nuclear de la Historia.
Cuando Juan Pérez Franco, el presidente de la Brigada 2506, recuerda
a sus compañeros muertos en Bahía de Cochinos, llora de rabia
contra aquellos que les abandonaron y su mente se llena de recuerdos de promesas
incumplidas de la CIA y la Casa Blanca.
Para los miembros de la Brigada 2506 que se reúnen a diario en la
Casa Brigada de la Pequeña Habana hoy será un día de
especiales recuerdos para los más de 100 luchadores que cayeron en las
playas de Colón y Girón.
Los que volvieron, después de pasar por las cárceles del
presidente cubano, Fidel Castro, y de morir por dentro por el fracaso, se juntan
para jugar al dominó y para vivir Cuba desde esos 144 kilómetros
del alma que les separan de su tierra natal.
Pérez Franco está dispuesto a volver a Cuba para una nueva
invasión. «Si hubiera una oportunidad para regresar a Cuba para
luchar por la libertad, volvería con amor y orgullo a mi país»,
ha declarado al diario The Miami Herald.
Para muchos, lo peor es que el tiempo pasa y Castro no desaparece. La mayoría
de los brigadistas tienen entre 60 y 90 años, y el más veterano,
Manuel Pérez García, tiene 96.
El reciente viaje de Kevin Costner a Cuba para presentar Trece días
no les ha caído demasiado bien y en Radio Mambi y en La Cubanísima,
las dos principales cadenas cubanas de Miami, los radioyentes han criticado esa
imagen de John F. Kennedy como un hombre abrumado por el peligro de un conflicto
nuclear.
El descubrimiento
La crisis de los misiles se fraguó en el fracaso de Bahía de
Cochinos y estalló cuando el 14 de octubre de 1962 un avión espía
U-2 descubrió que los soviéticos construían en Cuba varias
zonas de lanzamiento de unos 40 misiles soviéticos de medio y largo
alcance. En 1962, EEUU tenía unos 2.000 misiles capaces de alcanzar el
territorio soviético y Moscú contaba con cerca de 340.
Las opciones que presentó McNamara a Kennedy incluían la
negociación con el Kremlin, un bloqueo naval contra la isla o atacar,
como sugería el Pentágono. «Habrá que estar muy atento
a que los generales no monten un ataque a nuestras espaldas», llegó
a decir Kennedy a un asesor.
Fue un pulso con Nikita Jruschov, el líder de la URSS, que le valió
a Kennedy la imagen de estadista inmerso en una partida de ajedrez en la que el
jaque mate suponía la III Guerra Mundial.
El 22 de octubre, Kennedy anunciaba su decisión de dar un ultimátum
a Moscú y mandar sus barcos a bloquear Cuba e impedir la llegada de
armamento. Cinco días después, el presidente recibió la
noticia de que un avión U-2 había sido derribado sobre Cuba y los
generales de la Junta del Alto Estado Mayor respondieron con un plan de ataque
contra la isla en 36 horas si los soviéticos no aceptaban retirar los
misiles.
El 29 de octubre, Jruschov capituló y Kennedy aceptó la
demanda soviética de no intentar derrocar por la fuerza al Gobierno de
Castro. Los hombres de Bahía de Cochinos habían perdido una
segunda invasión.
El histórico día en que Cuba fue 'bautizada' socialista
Angel Tomas Gonzalez. Especial Para El Mundo.
LA HABANA.- «Somos socialistas, pa'lante y pa'lante, y al que no le
guste que tome purgante». La consigna era coreada, con el debido ritmo, por
miles de hombres y mujeres con uniformes que levantaban sus fusiles hacia el
cielo como si quisieran advertirle a Dios que a partir de ese momento Cuba era
tierra comunista.
El acto política ocurría en el sitio más céntrico
de La Habana, la esquina de las calles 23 y 12 en el barrio de El Vedado. Fidel
Castro, minutos antes, había develado sorpresivamente en su discurso que
la Revolución cubana era también socialista. El nuevo rumbo ideológico
de la isla lo anunció con una frase perfectamente en sintonía con
el clima patriótico que se vivía en ese instante.
Era el día 16 de abril del año 1961. La multitudinaria
manifestación había sido convocada para asistir al sepelio de las
siete víctimas del bombardeo que habían hecho, el día
anterior - 15 de abril - ocho aviones B 26 en los aeropuertos de Santiago de
Cuba, La Habana y San Antonio de los Baños.
«¡Paredón, paredón!»
Los B 26 fueron enviados por la CIA con el objetivo de aniquilar los
aparatos de la Fuerza Area Revolucionaria antes de que ocurriera el desembarco,
previsto para el día 17 de abril, de la Brigada 2506 o también Ejército
de Liberación Nacional. Pero los B 26 sólo destruyeron tres
aviones de la fuerza aérea revolucionaria..Castro se había olido
la posibilidad de un ataque aéreo y los había dispersado.
Pero el bombardeo mató a siete milicianos y ello extremó aún
más los sentimientos de enemistad contra el exilio cubano y el
imperialismo yanqui.«Paredón, paredón (fusilamiento)»
coreaban como respuesta los miles de milicianos cuando Castro anunciaba que la
invasión de los «gusanos» (contrarevolucionarios) era
inminente. Muchos de los milicianos que el día después, 17 de
abril, combatieron en Playa Girón y Playa Larga ignoraban la doctrina del
socialismo y tampoco habían oído hablar de Karl Marx o Lenin.
El mismo Fidel Castro, pero 40 años después, retornó
ayer a la misma tribuna situada en las calles 23 y 12, en el barrio del Vedado,
para ratificar que Cuba sigue siendo el único enclave del socialismo en
el hemisferio occidental. El líder cubano, los miembros del politburó,
dirigentes juveniles y una parte de los manifestantes, con la intención
de mostrar que Cuba sigue en «combate» como el 16 de abril del año
1961, vestían uniformes militares y portaban fusiles Kalanikov. Pero había
una diferencia imposible de ocultar. Las marcas de la vejez de cuatro décadas
en los veteranos revolucionarios.
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