El País. Miércoles,
11 de abril de 2001
Costner y Castro, cara a cara
Mauricio Vicent | La Habana.
Lo de Kevin Costner en Cuba fue llegar y besar el santo. El actor
norteamericano viajó el lunes a La Habana en un jet privado para
promocionar su película Trece días y conseguir que la viese Fidel
Castro, como antes lo hicieron el presidente norteamericano, George W. Bush, y
su antecesor, Bill Clinton. Costner no sólo logró eso: la misma
noche fue recibido con todos los honores en el palacio de la Revolución,
y allí vio el filme sentadito junto al mandatario cubano, protagonista
real de la crisis de los misiles, asunto sobre el que trata la producción.
Después de la presentación, a la que asistió la plana
mayor del Gobierno cubano y los productores asociados de Costner, Armyan
Bernstein y Peter Almond, la cosa acabó en cena y tertulia hasta las dos
de la madrugada. 'Fue fantástico', dijo escuetamente Costner ayer al
salir de su hotel, el famoso Nacional, hospedaje antaño de célebres
ídolos de Hollywood. El portavoz de la estrella, Stephen Rivers, fue algo
más locuaz: 'La conversación fue muy interesante y animada'. Agregó
Rivers que el presidente cubano respondió favorablemente a la película,
aunque hizo algunas observaciones críticas sobre hechos históricos
que aparecen en Trece días, título que alude a las jornadas que
duró aquella crisis de octubre de 1962 que puso al mundo al borde de una
guerra nuclear tras el despliegue de misiles nucleares soviéticos en
Cuba. Al parecer, Castro sugirió a Costner reunirse de nuevo para aclarar
algunos aspectos de la película que el líder comunista, de 74 años,
vivió de otra forma.
Kevin Costner fue invitado por el Instituto Cubano de Arte e Industria
Cinematográfica, pero el programa de su visita ha sido coordinado por el
Consejo de Estado. Durante su estancia en la isla, la estrella ha pedido visitar
una fábrica de puros, asistir a un encuentro de béisbol de la Liga
cubana y sostener una reunión con cineastas y algunos de los
protagonistas vivos de la crisis de los misiles.
Para viajar a Cuba, Costner y sus acompañantes tuvieron que obtener
una licencia del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, requisito al que
obliga la política del embargo decretado hace ya 40 años por John
F. Kennedy y que incluye la prohibición expresa a los turistas
norteamericanos de visitar Cuba.
La llegada de la estrella al hotel Nacional no tuvo desperdicio. Desembarcó
vestido de blanco impoluto y acompañado de su bella y joven novia,
Christine Baumgarter, cuya presencia no impidió que algunas desaforadas
fans intentaran acercarse al actor.
La salida del hotel ayer por la mañana no fue menos efusiva. Una española
de buen tonelaje y 55 años le agarró a traición y le espetó:
'Oye, que estás estupendo, eres muy majo'. El actor, sorprendido, preguntó
a los periodistas que lo seguían: 'Did she call me stupid?'. 'No, no. Estúpido
no, es-tu-pen-do', se le aclaró.
La visita de Costner a Cuba tiene un morbo especial, pues coincide con la
que realizará a partir de mañana el presidente chino, Jiang Zemin,
cuya delegación se alojará también en el Nacional. 'En
estos momentos de crisis entre China y Estados Unidos, la presentación de
Trece días no puede ser más actual', comentó el productor
Peter Almond.
Costner, que lleva varias semanas haciendo publicidad de la película,
en la que interpreta el papel de un asesor del presidente John F. Kennedy
durante los días de la crisis, ha dicho en diversas ocasiones que Trece días
contiene un mensaje claramente político y que desearía que
sirviese para que crisis tan peligrosas como aquélla no se vuelvan a
producir. 'La gente piensa que ese peligro ya ha pasado, pero en el mundo hay
decenas de misiles nucleares. ¿Por qué creer que ahora estamos más
a salvo que entonces?', ha comentado.
Tras las presentaciones de La Habana, el equipo de Trece días viajará
a Moscú y allí se exhibirá ante algunos de los
protagonistas rusos y norteamericanos que estuvieron vinculados al conflicto.
18 años de cárcel por una paliza
Tres hombres son condenados en Cuba por agredir a una funcionaria que
cerró una 'paladar'
M. Vicent | La Habana.
Un tribunal de La Habana condenó a tres ciudadanos cubanos a penas de
entre 12 y 18 años de cárcel por propinar una paliza a una
funcionaria municipal que ordenó el cierre de una pequeña cafetería
privada en el céntrico barrio capitalino de El Vedado. La clausura del
establecimiento, similar a las paladares o restaurantes privados pero de
inferior categoría, se debió, según las autoridades, a las
repetidas violaciones de los dueños del local de las estrictas normas que
regulan el funcionamiento de este tipo de negocios particulares en Cuba.
El semanario oficial Tribuna informó de que el hecho ocurrió
en noviembre, poco después de que la directora de Trabajo y Seguridad
Social del gobierno del municipio ordenase el cierre temporal del local, que se
dedicaba a la venta de pizzas y otros alimentos ligeros, después de
comprobársele 'una larga lista de irregularidades'. Entre las violaciones
observadas, Tribuna destaca el decomiso de 'sacos de harina y paquetes de queso
de dudosa procedencia', la ausencia de la titular de la licencia para operar el
establecimiento durante diversas inspecciones y el empleo de trabajadores no
incluidos en el contrato.
Según el fallo del Tribunal Provincial de La Habana, dado a conocer
esta semana, uno de los jefes del negocio, Lester Peña, de 28 años,
contrató a dos jóvenes de la provincia occidental de Pinar del Río
para que agrediesen a la funcionaria en represalia por la sanción
impuesta. 'Péguenle muy duro por las piernas para que no pueda caminar
nunca más, fue la orden de Peña', según Tribuna. Horas
después del hecho, los autores de la golpiza fueron detenidos en el
establecimiento. El autor material de los golpes, Alberto Morejón Aragón,
de 28 años, fue condenado a 18 años de cárcel, mientras que
su compinche, Jorge Luis Pérez Veítia, de 29, fue sentenciado a
15. La pena para Peña, por idear y organizar la agresión, fue de
12 años de cárcel.
El incidente es el más violento que se conoce hasta la fecha entre un
trabajador por cuenta propia y una autoridad municipal encargada de hacer que se
apliquen las restrictivas normas impuestas por el Gobierno cuando, hace seis años,
decidió legalizar ciertas formas de iniciativa privada. Aunque la violación
no sea grave -por ejemplo, tener 13 sillas en vez de 12 en el caso de los
paladares-, una de las sanciones más comunes es el cierre por dos años.
Tribuna afirma que el veredicto 'ejemplarizante' del tribunal 'constituye
una severa advertencia a aquellos que pretenden actuar casi siempre al margen de
la ley, creyendo que la dignidad, la honestidad, la decencia, el desinterés
y la probidad son virtudes desaparecidas ya de nuestros lares'.
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