Gobierno
contra propietarios que alquilan a turistas
Reinaldo Cosano Alén
LA HABANA, abril - El gobierno de Fidel Castro ha decidido adoptar drásticas
medidas coercitivas contra los propietarios que alquilan sus casas a turistas
extranjeros.
Edildo Campanioni Moreno, miembro del Comité Central del Partido
Comunista, afirmó: "Los están convirtiendo en pequeñas
empresas, fuera de la ley, en las cuales se sabe hay mano de obra contratada
para cocinar, limpiar o cuidarle el carro al visitante".
Como medida inicial Campanioni encontró correcto que los "cederistas"
(del CDR, ciudadanos que vigilan a sus conciudadanos) realicen a los vecinos
violadores una visita moral, preventiva de posibles delitos. De no surtir los
efectos deseados esas visitas vendrían sanciones severas, desde la
imposición de altas multas en dólares hasta el decomiso de la
vivienda.
La nueva cacería afecta a muchos, incluso al propio Estado, pero en
mayor medida a jubilados, amas de casa y desempleados, los que con su esfuerzo
personal, decente, honrado, necesario, logran con esos menesteres laborales un
suplemento económico con cuyos ingresos monetarios hacen más
llevadera la carga familiar.
El argumento expuesto para reprimirlos -a dueños y empleados- es ridículo
e hipócrita.
Al gobierno tampoco parece importarle que estas personas con su humilde
labor como guardianes privados ofrecen bienestar y seguridad personal, incluido
pertenencias, a los turistas extranjeros.
En cierto momento la policía de Guanabo, por ejemplo, llegó a
reconocer que gracias a esos vigilantes particulares los delitos por hurto y
robo a los visitantes habían disminuido considerablemente.
Han dicho, no obstante, una gran verdad: las casas rentadas a turistas dejan
traslucir pequeñas empresas "fuera de la ley", pero ¿por
qué esas actividades laborales de servicios que apenas tienen la categoría
de negocio no las legalizan para que no estén "fuera de la ley"?
Ahí radica el intríngulis del asunto: les aterra la vitalidad
de la libre empresa, al gobierno preocupa que a pesar de cuarenta años
del cubano tener que vivir en el estatismo, en el perfecto inmovilismo, no haya
desterrado de la mente sus firmes deseos de independencia económica, por
eso recurre a drásticas medidas de fuerza. En Cuba existen demasiadas
leyes prohibiendo, pero no permitiendo hacer.
Para paliar la gravísima situación económica del país
tras la caída del bloque soviético, del que dependían las
subvenciones, el gobierno permitió el desempeño de labores a
particulares hasta el cupo de 157 oficios liberales, pero al comprobar que
incluso imponiéndoles las mayores y ridículas restricciones como
prohibir más de doce comensales a la vez -tres mesas con cuatro sillas
cada una- en los mini-restaurantes, o prohibir en las mini-cafeterías que
el consumidor pueda sentarse, y que como Ave Fénix resurgen formas "capitalistas",
optó por no extender más licencias y por aplicar durísimas
restricciones mediante altísimas multas y el retiro de licencias
comerciales, en intento por erradicar la "mala yerba" capitalista.
Cuando he comentado este asunto con algunos diplomáticos extranjeros
me han dicho que al ellos cuestionarlo a funcionarios de rango del gobierno, éstos
le responden siempre que al permitir la apertura del mercado interno -incluso en
este nivel tan bajo de liberar los oficios- estarían creando categorías,
diferencias económico-sociales entre los ciudadanos. ¡Qué
desfachatez!
Mantienen al pueblo cubano enquistado. Niegan toda posibilidad al
liberalismo creador y hasta niegan las leyes naturales: el ser humano se
diferencia de todo el resto de la creación viviente por competir entre sí.
¿qué es la vida del humano sino competencia? ¿Quién,
sino el régimen de intolerancia impuesto en Cuba, no habrá creado
las mayores diferencias sociales comenzando por los que tienen dólares y
los que no lo tienen?
Ni el propio gobierno ha de creer ese fariseico argumento. ¡Qué
difícil se les hace tener que reconocer que el socialismo-castrismo ha
fracasado definitivamente!
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