Balance de
una cultura
Manuel David Orrio
LA HABANA, abril - Pedro de la Hoz, comentarista del diario oficioso Granma,
caracterizó al balance de trabajo del Ministerio de Cultura de Abel
Prieto, correspondiente al pasado año 2000, con un título de
eufemismos sugerentes: Espacios conquistados, vacíos por llenar. "De
una parte -afirmó- la vida cultural cubana se ha enriquecido de manera
notable en los últimos meses mediante la implementación de
apasionantes proyectos y la discreta pero sensible reanimación de la
programación artística. De otra, el peso de las limitaciones
materiales y financieras se entrecruza con otro tipo de frenos que en el orden
subjetivo impiden que el vuelo de la cultura sea mayor".
Desconoce este periodista si de la Hoz hizo gala de elegancia cortesana para
aludir a la censura oficial vigente en la Isla, al emplear imagen como la de "frenos"
para una cultura. Ignora, además, si entre "las bridas de la mula"
se incluyen medidas gubernamentales como las de no autorizar el servicio postal
directo entre Cuba y Estados Unidos, complicar la vida a familiares y amigos
aferrados a los teléfonos de Miami, o prohibir la importación no
comercial de videocaseteras procedentes de ese país, para no detallar
sobre la aceptación a regañadientes de los "contactos pueblo
a pueblo", no menos obstaculizados por restricciones norteamericanas, a las
que el fundamentalismo isleño enciende cirios a diario. Base de la
cultura es la comunicación: ¿qué decir de quienes la frenan
desde el Potomac o el Almendares, desde Guaracabuya o Calle 8?
"Espacios conquistados, vacíos por llenar". Algunos
analistas opinan que tomará más de una generación
reconquistar los índices de participación cultural alcanzados en
la Cuba de los 80 del siglo pasado; inmensa, la deuda cultural acumulada en diez
años de llamado período especial, lo que torna doblemente
inaceptable al "freno de la mula". La pluma evade a Ginebra. ¡Vaya
por la mula terca!
¿Cuál es, realmente, el estado de la cultura cubana a los
inicios de este milenio y cuáles son sus niveles de participación
ciudadana? Si se comparan las estadísticas oficiales correspondientes a
1986 y 1999, los números informan de un ascenso neto, en cuanto a
existencia de instalaciones culturales o posibilidades de acceso, de 11 salas
teatrales, 46 bibliotecas públicas, 3 museos, 18 casas de cultura, 215
salas de video, unos 200 clubes de computación y unas 14 mil horas de
radio, excluyendo emisiones internacionales, todo lo cual contrasta con una
disminución de 28 galerías de arte, 749 salas cinematográficas
de 35 y 16 milímetros y unas 2 mil horas de televisión.
Particularmente dramática es la caída de poco más de 42
millones de libros y 1,442 títulos editados en 1886, a 708 títulos
y poco menos de 8 millones de ejemplares impresos en 1999; en 15 años, la
distribución de prensa total se redujo de 430 millones de publicaciones a
214, para una caída per cápita de 42 a 19. De paso, no puede
perderse de vista que los datos pueden ocultar una situación aún
peor: más de 500 de esas instalaciones permanecían cerradas en
octubre de 1999, aseveró el ministro de Cultura al semanario
Trabajadores.
CUADRO 1: Instalaciones y medios para la cultura
Indicador
|
Unidad
de Medida |
1986
|
1997
|
1998
|
1999
|
Teatros y salas
teatrales |
u
|
40
|
53
|
51
|
51
|
Bibliotecas
|
u
|
319
|
356
|
354
|
365
|
Galerías de
arte |
u
|
151
|
121
|
129
|
123
|
Museos
|
u
|
244
|
221
|
247
|
247
|
Casas de la cultura
|
u
|
262
|
266
|
278
|
280
|
Libros Editados Títulos
|
u
|
1848
|
625
|
621
|
708
|
Ejemplares
|
MM/u
|
42,03
|
8,02
|
4,20
|
7,96
|
Cines de 35 mms.
|
u
|
515
|
442
|
427
|
428
|
Cines de 16 mms.
|
u
|
927
|
285
|
253
|
265
|
Salas de video
|
u
|
-
|
200
|
188
|
215
|
Prod. cinematográfica
total |
u
|
111
|
25
|
18
|
22
|
Horas de radio
(exc. internac.) |
M
|
315,2
|
312,2
|
323,8
|
327,2
|
Horas de televisión
|
M
|
11,5
|
8,1
|
8,2
|
9,4
|
Distribución
de prensa total |
MM/u
|
430,0
|
165,7
|
163,1
|
214,0
|
Fuentes: Anuario Estadístico 1986. Sitio Web
Oficina Nacional de Estadísticas de Cuba (ONE).
Llama la atención el impresionante retraimiento ciudadano respecto al
disfrute de la oferta cultural permitida por el gobierno de Fidel Castro.
Siempre según las estadísticas, la asistencia general a las
instituciones mencionadas -no disponibles salas de videos y clubes de computación-
se encontraba en 1999, como promedio, por debajo de ¡1980! Uno de los
paradigmas de participación cultural, el movimiento de artistas
aficionados, cantera de talentos de espíritu de improvisación
proverbial ante cualquier dificultad, retrocedió en 1999 a los índices
alcanzados en los 70. Al igual que en el caso de las instituciones, tales datos
pueden ocultar una situación peor, pues en los mismos no se desglosa la
nacionalidad de los participantes, cuando ya la asistencia de extranjeros a
eventos literarios y artísticos no es desdeñable.
CUADRO 2: Asistencia a instalaciones culturales (M de
personas)
Indicador
|
1986
|
1999
|
Teatros y salas
teatrales |
2022,5
|
1301,8
|
Bibliotecas
|
12886,8
|
6498,1
|
Galerías de
arte |
2058,4
|
450,0
|
Museos
|
8878,4
|
3987,2
|
Casas de la cultura
|
28707,9
|
7416,0
|
Funciones cine 35
mms. |
489,1
|
135,9
|
Espectadores cines
35 mms. |
32268,0
|
5847,7
|
Fuentes: Ibídem.
CUADRO 3: Movimiento de artistas aficionados (unidades)
Indicador
|
1986
|
1999
|
Grupos
|
283234
|
16658
|
Integrantes
|
919138
|
70527
|
Presentaciones o
actividades |
687870
|
294926
|
Fuentes: Ibídem.
"La mula es terca", los hechos también. Algunos opinan que
los últimos años de la política cultural del gobierno de
Fidel Castro se distinguen por la promoción de un "arte de vitrina",
destinado al consumo turístico, la propaganda política o el
disfrute de segmentos nacionales en capacidad de pagar. Otros llaman la atención
sobre algunos motivos de retraimiento, a saber, pobre cantidad, calidad y
diversidad de la oferta, lo cual incluye el impacto de la censura oficial y el
de las sanciones económicas estadounidenses, así como las
restricciones de ambos lados al intercambio cultural; altos precios de la
literatura y el arte, entendidos por tales los de consumo general, y enorme
reducción de la movilidad de la población pues los pasajeros
transportados durante 1999 en el principal medio urbano -autobuses- ascendieron
a 485 millones 600 mil, 60 por ciento de quienes viajaron así en ¡1962!;
de ellos, casi la mitad correspondió a la capital, prueba de la gravedad
de la situación en el interior de la República, incluidas
cabeceras provinciales.
Con tales truenos, ¿quién se anima a visitar un teatro?
CUADRO 4: Pasajeros transportados por autobuses (MM
pasajeros)
Indicador
|
1962
|
1999
|
Total nacional
|
805,9
|
485,6
|
Ciudad de La Habana
|
n.d.
|
227,4
|
Fuentes: Ibídem; Ministerio de Transportes.
Ilustrar esa situación, en concreto, invita a evaluar el estado real
de la cultura cubana con este ejemplo: en 1999, el ciudadano promedio asistió
a un cine de 35 milímetros una vez cada dos años, lo cual
significa que millones de compatriotas no lo han hecho desde 1990. ¿Dónde
está el notable enriquecimiento de la vida cultural cubana, según
Pedro de la Hoz? ¿Qué cambió en el 2000, tras diez años
del llamado período especial?
Buenavista Social Club, los bien ganados premios de artistas como Chucho
Valdés, las cifras de venta en la Feria Internacional del Libro de La
Habana, son los oasis del desierto. No los únicos: en silencio y
persecución, una práctica cultural se despliega: bibliotecas
informales, contrabando de videocaseteras, computadoras Frankestein, circulación
subterránea de literatura y arte de todos los géneros, se oponen a
un modelo de cultura monopolizada, incapaz de vencer a la postre al ansia de
libertad. De unos y de otros quedará lo mejor, en este complejo período
de la historia nacional. Sin embargo, ojo atento: si la respuesta de Cuba
profunda a su marasmo cultural no es apoyada, llevará muchos más años
rehacer un tejido que en sí mismo es el genoma de la identidad isleña.
A quien toque, asuma, a los labios la única consigna posible: "con
la comunicación, todo; contra la comunicación, nada".
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