La cuenta no
da
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, abril - En el contexto de la 105 Conferencia de la Unión
Interparlamentaria, efectuada en La Habana, el señor Francisco Soberón,
ministro-presidente del Banco Central de Cuba (BCC), ofreció una
conferencia en la cual, además de describir el estado actual de la banca
cubana, presentó una versión sobre el nivel de vida de la población,
de la que se desprende que los ciudadanos de la mayor de Las Antillas vivimos en
el mejor de los mundos posibles, según lo publicado en el diario Juventud
Rebelde el 3 de abril.
Para sustentar su hipótesis, el señor ministro señaló
los precios llevados a dólares de acuerdo a la tasa oficial vigente (21
pesos cubanos igual a un dólar) de servicios que ofrece el Estado, como
electricidad, gas, teléfono, agua, el alquiler de la vivienda y el valor
de la canasta básica vendida en el racionamiento, los cuales realmente
son bajos en comparación con los niveles internacionales.
Sin embargo, olvidó mostrar que el promedio del salario mensual en
Cuba es de 249 pesos (11.86 dólares al cambio oficial). Por supuesto, se
sobreentiende que amplios sectores de los trabajadores devengan salarios
inferiores al promedio, incluidos varios cientos de miles que no sobrepasan los
150 pesos (7.14 dólares). La situación de los pensionados es mucho
peor con ingresos promedios mensuales que oscilan alrededor de los 100 pesos
(4.76 dólares).
A lo anterior debe agregarse que la canasta básica suministrada en el
marco del racionamiento resulta insuficiente. Estudios realizados indican que en
la priorizada Ciudad de La Habana, con un racionamiento "más
generoso" que el resto del país, las necesidades alimentarias de una
persona son cubiertas mediante los suministros racionados y la alimentación
pública de la siguiente forma: calorías 68,0 por ciento, proteína
animal 38,0 por ciento, proteína vegetal 74,0 por ciento, grasas 45,0 por
ciento.
Estos porcentajes fueron calculados sobre la base del estricto cumplimiento
del racionamiento establecido, lo que en la práctica no sucede con varios
productos. Un ejemplo es el aceite comestible, supuestamente entregado a razón
de 8 onzas mensuales por consumidor, y en la ciudad de La Habana eso sólo
se efectuó en cinco ocasiones durante el 2000.
En tales condiciones, para cubrir la ración alimentaria, la población
está obligada a recurrir al mercado libre, donde una botella de aceite
vale 40 pesos, una libra de carne de cerdo 22 pesos, una libra de pollo 23
pesos, una libra de manteca de cerdo 14 pesos, una libra de arroz 3.50 pesos,
etc. Cuando existen niños en un hogar, la situación se torna más
compleja, pues al cumplir los siete años pierden el derecho al litro de
leche racionada y entonces los padres tienen que pagar cuando menos 20 pesos por
una libra de leche en polvo para garantizar tan vital alimento.
Con los artículos de aseo personal y limpieza la situación es
crítica. Por ejemplo, el jabón de tocador y el de lavar se venden
en meses alternos a razón de una pastilla por persona; la pasta dental
tampoco se suministra todos los meses, por lo que para suplir las necesidades
insatisfechas esos artículos deben comprarse fuera del sistema de
racionamiento, en la mayoría de los casos en dólares, siendo el
equivalente en moneda cubana como mínimo para el jabón de tocador
8 pesos, jabón de lavar 9 pesos, pasta dental 22 pesos. A su vez, muchos
artículos, como el desodorante y la frazada para limpiar el piso, no están
considerados en el racionamiento, por lo que hay que adquirirlos a precios altísimos,
en la mayoría de las oportunidades en dólares.
En cuanto a las distracciones debe resaltarse que una simple cerveza de la más
baja calidad cuesta 10 pesos y una caja de cigarrillos de tabaco negro 7 pesos,
cantidad que muchos trabajadores no ganan en un día.
En los cálculos del señor ministro no se tiene en cuenta que
el cubano debe transportarse. En 1989, un viaje en ómnibus costaba 10
centavos; actualmente, en los atestados vehículos colectivos, cuando se
pueden tomar, debe pagarse como mínimo 40 centavos.
Tampoco se consideró que los cubanos tienen que vestirse y calzarse,
así como que necesitan infinidad de artículos para llevar una vida
digna, y todos ellos poseen precios inalcanzables para la mayoría de los
ciudadanos que viven de su salario.
Sin duda alguna, la cuenta del ministro-presidente del BCC no cuadra. Quizás
sus asesores dejaron de brindarle la información requerida. Esperemos que
en el futuro la consiga y pueda brindar a la prensa internacional una información
más acorde con la terrible situación económica que padecen
los cubanos.
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente. |