La tragedia
de Sarita
Luis Viño Zimerman, UPECI
LA HABANA, abril - Sarita, de 27 años, tiene su programa rutinario.
Va a trabajar temprano en la mañana, antes deja a su hijo de tres años
en el Círculo Infantil, sale a las cinco de la tarde, recoge al pequeño
Jorge Luis, de regreso a la casa entra al Punto de Leche y compra la cuota que
le corresponde al niño, sigue para la bodega a ver qué llegó
y de paso compra la ración diaria de pan. Después realiza las
labores domésticas y se prepara para enfrentar el próximo día.
Así transcurre el tiempo y su vida.
Sara Godoy Vulcano, que es el nombre completo de Sarita, siempre llevaba en
el cuello una cadena fina de oro 12 kilates con una pequeña medalla de la
Virgen de la Caridad del Cobre, regalo de su tía Irene, que reside en
Panamá, cuando vino de visita a Cuba en enero de este año.
Hace unos días caminaba entre la muchedumbre de Ciudad de La Habana
hacia la parada del ómnibus cuando una mano le propinó un fuerte
golpe. La joven cayó al suelo estrepitosamente, y sólo alcanzó
a ver cómo la mano se alejaba llevándose la fina cadena de oro
regalo de su tía Irene.
Cuando pudo gritar varios ciudadanos acudieron en su auxilio y la ayudaron a
levantarse. El ladrón desapareció del lugar impunemente.
Ahora Sarita realiza su rutinario programa, pero no es la misma. En su
cuello se aprecia una cicatriz, pero en su psiquis hay una herida que aunque no
es visible la lacera constantemente: el temor. Cada vez que ella transita por la
vía pública teme que aquella mano vuelva a lastimarla.
Sarita vive una verdadera tragedia, no siente seguridad y desconfía
de todo el que se le acerca. Está traumatizada después del robo
con violencia en su persona.
El robo con violencia existe en la capital de Cuba y en otras ciudades.
Nadie sabe en qué cantidad, pero es evidente que abunda. El Código
Penal vigente establece severas penas para este tipo de delito, pero los
ladrones no se detienen por eso.
El cuerpo policiaco de Ciudad de La Habana quizás sea uno de los
mayores del mundo, pero tampoco logra detener las acciones de los delincuentes.
Entretanto, Sarita engrosó el sector de personas que han sido
asaltadas en la vía pública, cumple su rutinario programa y vive
su tragedia.
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