Con pasión
y sin prejuicio: Gays en Cuba
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, abril - La situación del homosexual cubano hoy en día
es como la del iceberg: sólo aflora a la vista la parte superior. Para
ser apreciado el verdadero volumen que posee se necesita de un buceo profundo y
desprejuiciado. Por el momento, con pasión y sin prejuicios pretendo
abarcarlo en una valoración cuya integralidad garantice una visión
de conjunto que sin llegar a ser totalizadora -porque entre los homosexuales hay
tantas diferencias como entre los heterosexuales- sí abarque los aspectos
esenciales de la condición del homosexual.
Para analizar la situación del homosexual en Cuba es imprescindible
primero que todo hacer un acto de despojo de cualquier intento autobiográfico
-con el objetivo de no alterar la realidad a causa del lente individual- y
evadir la zona del falso pudor con que la represión propia de la
tendencia heterosexual dominante los ha marcado, precisamente para poder
zambullirse y constatar cuánta masa de este iceberg se esconde bajo la
superficie.
El hecho de tener en cuenta el contexto cubano para el análisis no
debe implicar el riesgo de convertir la figura del homosexual en un animal político,
hacerlo transitar la misma suerte que tantas aproximaciones han sufrido, y así
responder a la necesidad de ofrecer una visión "objetiva" de
conjunto.
Hoy en Cuba, dada la complejidad de la situación del país, se
dan factores muy particulares desde el principio de la década de 1990.
Y aunque los homosexuales considerados como grupo poblacional se vean
golpeados por la situación general de la sociedad cubana, de igual modo
que el resto de la población, vale añadir a la primera lo
concerniente a la orientación sexual.
La imagen que se posee del homosexual en Cuba está prejuiciada por
las condicionantes de la tradición cultural.
En las culturas occidentales, la imagen del hombre propiciada por el
machismo está identificada desde hace mucho por la singularidad que parte
de posiciones de fuerza, poder, resistencia ante el dolor y posesión de
bienes.
Esta imagen masculina modelada desde principios de nuestra era fue aceptada
por las élites hegemónicas y autentificada paradójicamente
por la institución religiosa a partir del hecho de que la Iglesia sólo
acepta el coito reproductivo. En Cuba hay autores que afirman la quema en la
hoguera de un grupo de homosexuales en La Habana en la época de la
Inquisición. El investigador cubano Víctor Fowler ofrece el dato
en el volumen de ensayos Rupturas y Homenajes (La Habana, 1998). En el Papel
Periódico de La Habana fue publicado en abril de 1791 un artículo
en el cual "aquellos a quienes la dogmática católica definió
como 'homines deficientibus' son analizados, puestos en solfa y condenados"
(página 148). Según el citado investigador y crítico, el
artículo forma parte de una serie -presumiblemente escritos por el presbítero
José Agustín Caballero- con el objetivo de "dibujar el tipo
de sujeto y el esquema de la vida que se desea para el país: dominación
de varones blancos, nacidos de alta cuna, sobre la mujer y de ambos sobre el
esclavo, eliminación de todo rasgo que arroje dudas sobre la masculinidad
tradicional" (página 148).
Al menos, sí existen datos de la promulgación de Ordenanzas
Criminales y Fueros (de Soria y de Cuenca) por Carlos V en 1533 que ordenaban la
muerte en la hoguera y la castración a los culpables del delito de sodomía
en fecha tan temprana. Es pues la condena a la homosexualidad una carga cuyas
fuentes históricas remiten a las raíces de la Nación.
Esta carga socio-cultural de imposición de patrones heterosexuales
dominantes también contribuyó a que la homosexualidad fuera
asumida a través de patrones de interrelaciones heterosexuales y la
valoración en la selección de las relaciones también
estuviera condicionada en gran medida por patrones heterosexuales.
Sin embargo, en la Cuba actual, por variantes de las tendencias
socio-culturales que se marcan desde principios de los 80 y las características
socio-económicas presentes, se revelan tendencias a un cambio de
posiciones en cuanto al rol social, autopercepción, actitud asumida ante
la sociedad, integración o rechazo dentro de la comunidad, selección
de la pareja, distribución de roles y por una condición más
abierta de vivir la propia sexualidad.
Enmarcada en una tendencia que pretende emerger y que se puede calificar
como "políticamente correcta" en la que se revalorizan las
diferencias y la diversidad, en este fin de siglo cubano, apareció una
manera de replantearse la homosexualidad a partir de un criterio más
tolerante y propuesto a incluirla dentro de un plano más amplio en la
sociedad cubana actual. Fenómeno éste digno de prestársele
atención.
En la revista Temas #14, de abril-junio 1998, se trata el enfoque de la
diversidad "como una de las tendencias que arrastra la multiplicación
y acentuación de las identidades". En el artículo Género
y Diversidad: Desigualdad, Prejuicios y Orientación Sexual en Cuba (página
35) de Natividad Guerrero Borrego, investigadora del Centro de Estudios sobre la
Juventud, la homosexualidad merece un acápite bajo el subtítulo de
Homosexualismo y Prejuicio.
En la publicación se menciona una encuesta hecha por el Centro de
Estudios sobre la Juventud en 1994 con 373 jóvenes de distintas regiones
del país y ofrece como dato interesante que los cinco puestos de trabajo
donde se considera que los homosexuales podrían trabajar eran: sastre o
modisto, barbero o peluquero, artista, profesor de arte, trabajador por cuenta
propia. Los cinco puestos donde no deberían trabajar serían:
dirigente político, director de hospital, custodio, profesor de deporte,
director de Círculo Infantil.
Dicha encuesta arroja una visión equivocada, porque en realidad la
presencia del homosexual ha cambiado y hay homosexuales trabajando en sectores
como la salud (médicos, enfermeros, técnicos medios), la educación
(maestros), el arte, la administración pública, los medios de
comunicación (TV, radio, cine y prensa) y otros.
Aunque no posea estadísticas precisas de la incorporación de
homosexuales en cada sector laboral, sí me arriesgo a explicar que en el
arte, la salud y los medios de comunicación las cifras se revelarían
más altas, seguidas por la administración pública y la
educación (solamente teniendo en cuenta a quienes asumen la condición
de homosexual como tal, pues hay una "mayoría silenciosa" que
forma parte de ese iceberg bajo la superficie).
También vale la pena aclarar que los gays que ocupan un puesto
profesional o un oficio tuvieron -por fuerza- que pasar por una formación
previa. Y está en dependencia de la edad que tengan en la actualidad,
pues generalmente los jóvenes hoy ocupan menos plazas laborales que en el
pasado lustro.
Pero no es menos cierta la tendencia al rechazo subyacente entre la
comunidad gay cubana hacia un real "coming out" aunque algunos
sectores, mucho más atrevidos que la mayoría, hayan tratado en
varios momentos de encontrar un "espacio urbano" que los acoja.
Mientras, cualquier proyecto de vida gay se verá anulado. Todavía
muchos obstáculos conspiran en su contra. Por consecuencia, vivir más
allá de las fronteras insulares continúa como el "sueño
dorado" de un buen número de ellos.
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