La ganadería
cubana sufre una plaga peor que la fiebre aftosa
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, abril - La población de Cuba conoce la noticia sobre
la existencia y propagación de la fiebre aftosa que afecta a la ganadería,
con foco principal en el Reino Unido y extensión en diferentes países.
Algunos cubanos han expresado inquietud ante la posibilidad de que el mal
haga su aparición en la Isla, sin darse cuenta de que hace más de
cuatro décadas que por acá padecemos una plaga peor.
Es de público conocimiento que el rebaño de reses de Cuba se
reduce y que sus cualidades dejan mucho que desear. Nadie pudiera decir
exactamente cuántas instalaciones relacionadas con la ganadería
funcionan hoy o cuántas hectáreas de pastos se pierden por la
invasión del marabú o cuántos animales existen, pues éstos
son transferidos de una entidad del Estado a otra para que cuando se realice el
censo de ejemplares en existencia las cifras coincidan con las reflejadas en los
documentos oficiales.
Todo el desorden y la ineficiencia existentes hoy los funcionarios los
justifican con la falta de recursos, pero si se analizan los pocos datos
disponibles se puede constatar cómo entre 1970 y 1988 el país
perdió varios millones de cabezas de ganado vacuno pese a que en esa época
se disponía de todo lo necesario para garantizar esa actividad económica.
Una investigación al respecto reveló que murieron entre el 16
y el 21 por ciento de los animales nacidos y nadie recuerda que se haya
decretado un estado de alerta ante semejante catástrofe, sobre todo si el
70 por ciento de estas muertes pertenecen al rebaño en manos de empresas
estatales, que presuntamente deben estar mejor atendidos y donde se cuenta con más
recursos.
Si traumático es sacrificar a un animal que no está enfermo
con el propósito de detener una plaga, escandaloso es que un país
con excelentes condiciones en cuanto a clima y suelos dependa de importaciones
para abastecer de manera racionada de leche en polvo a un reducido sector de la
población cubana o que se le venda anualmente al cubano unas onzas de
carne de res.
Sin dudas, la ineficiencia del Estado socialista es la peor enfermedad que
ataca a la ganadería de Cuba.
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