"El
mejor tabaco del mundo"
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, Pinar del Río, abril - En la reunión de la Empresa
Nacional de Establecimientos Especiales de Servicios que se realizó a
fines de febrero se dio a conocer que en lo que iba del 2001 ha mermado la venta
de cigarros en 23 millones de pesos, en comparación con el mismo período
del año pasado.
De acuerdo a lo expresado por la ministra de Comercio Interior Bárbara
Castillo, el decrecimiento de la venta se debe principalmente a los efectos de
la campaña antitabaquismo, a la preferencia del consumidor criollo por
cigarrillos que se expenden en el mercado dolarizado y a la tendencia a gastar más
en comida que en fumar.
Con lo que trascendió a la opinión pública nacional, la
ministra no destacó otras tres poderosas causas que contribuyen a
ilustrar más cumplidamente el asunto de la disminución en las
ventas de cigarrillos.
Lo primero que debe tenerse en cuenta es el alto precio de los mismos: una
cajetilla marca Popular, la única disponible para los fumadores de
cigarrillos fuertes, cuesta siete pesos. Un consumidor que adquiera una
cajetilla diaria deberá gastarse 210 pesos mensuales, de modo que del
salario promedio (249 pesos, según estadísticas gubernamentales)
le quedarían 39 pesos (1.77 dólares al cambio vigente oficial)
para satisfacer el resto de sus necesidades. Esta lógica le quita a
cualquiera el ánimo y hasta el hábito de fumar.
Otro factor incidente en el asunto es la mala calidad de los cigarrillos que
se expenden en la red comercial accesible para la mayoría de los cubanos.
Los cigarrillos pueden venir duros como palos o demasiado flojos. Según
creencia generalizada, y a juzgar por su pésimo sabor, la picadura
empleada en la fabricación del cigarro Popular que se vende a siete pesos
la cajetilla es el sobrante de la materia prima usada en la confección de
cigarrillos y tabacos para la exportación. Y según parece, negándose
a adquirir los desperdicios de los extranjeros, cada vez más cubanos
ejercen una conciencia nacionalista.
Finalmente, la sensación de asfixia económica que abruma a la
mayoría de los cubanos los obliga cada día más a abstenerse
de cualquier cosa que no prolongue la supervivencia de la raza: los casi 11.32 dólares
mensuales que constituyen el salario promedio del cubano no le alcanza ni
siquiera para adquirir los alimentos que necesita la familia.
Lo antes expuesto no sólo abunda en la comprensión del por qué
cada día fuman menos cubanos, sino que también contrasta con el
miserable precio que se le paga a los productores de tabaco.
Medio siglo atrás, cuando en Cuba la actividad tabacalera estaba en
manos del sector privado, en cualquier kiosquito rural se vendían decenas
de marcas de cigarros y tabacos cuyos precios oscilaban entre 3 y 20 ¡centavos!,
desde el más corriente hasta el más extrafino. Los productos de
mala calidad estaba prohibido que se vendieran.
La producción y venta de cigarrillos y tabacos es un monopolio del
Estado en la Cuba de hoy. Esto también explica la crisis del "mejor
tabaco del mundo".
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