Cuba:
cosecha trágica
Oscar Espinosa Chepe
LA HABANA, abril - Los accidentes del tránsito se han convertido en
una verdadera epidemia, con sus consecuencias de lesionados, muertes y destrucción.
Según datos aportados por el periódico Granma del 17 de marzo,
Cuba posee una tasa de accidentes de 72 por cada 100 mil habitantes, lo cual
contrasta con la alcanzada por Francia (18,5), Estados Unidos (17,4), Austria
(13,6) y Japón (11,6); naciones que cuentan con un tráfico
automotor y ferroviario muy superior.
Asimismo, en los años 90, la circulación tanto de transporte
automotor como ferroviario ha disminuido. Datos proporcionados por el Ministerio
de Transporte indican que en 1990 el país contaba con 15,854 ómnibus,
y en diciembre de 1999 se habían reducido a 3,242. Los taxis decrecieron
en igual etapa de 15,490 a 3,055. En cuanto a los ómnibus escolares, de
3,438 sólo quedaban 2,119.
Al mismo tiempo, se ha producido un apreciable decrecimiento en las cargas
transportadas por las empresas estatales especializadas. En los años
1990-1998 se observa una reducción del 57,0 por ciento de las cargas
transportadas por ferrocarril, y de 53,0 por ciento en las manipuladas por
equipos automotores.
Entonces, ¿cómo explicar esta tasa tan alta de accidentes, si en
los últimos años la circulación de vehículos se ha
limitado tan considerablemente? La respuesta podría estar en que varios
factores adversos se han recrudecido y propician los accidentes.
En primer lugar está el alto nivel de agobio y estrés en que
vive la población. Estos estados de ánimo conducen al alcoholismo
y a poca concentración mental en muchas ocasiones. El alcoholismo, además,
es facilitado por las pocas alternativas de entretenimiento existentes y las
tendencias evasivas que siempre se profundizan en las crisis.
En lo referente al estrés, investigaciones efectuadas por el
Departamento de Psicología del Instituto Nacional de Salud del Trabajador
(INSAT) muestra que si en el período 1988-1989 se reportaba que el 26,8
por ciento de los trabajadores evaluados reflejaban insatisfacción con su
entorno laboral, en un estudio similar efectuado en 1998-1999 el porcentaje de
trabajadores con dificultades para ajustarse a sus condiciones laborales y que
experimentan malestar o tensión era del 40,6 por ciento.
Aunque este estudio no estaba referido directamente a trabajadores del
transporte, brinda valiosos elementos sobre la presencia del estrés
laboral en Cuba, fenómeno altamente peligroso para aquellas personas que
realizan su actividad en la conducción de vehículos, donde se
necesita concentración mental.
A lo anterior se agrega el mal estado de las vías. De los 11 mil kilómetros
de carreteras priorizadas, se estima que sólo algo más de la
tercera parte está en buen estado, evaluándose el resto en una
situación regular o mala. En las vías urbanas, el panorama no es
mejor. En la privilegiada ciudad de La Habana se reconoce oficialmente que el
69,0 por ciento de las calles secundarias están deterioradas, y no son
extraños los anuncios de cambios en las rutas de los ómnibus
motivados por el mal estado de las vías.
Un país donde se ha impuesto la bicicleta debido a la crisis del
transporte, en oportunidades los vehículos al evitar los baches
atropellan a los ciclistas. También se producen vuelcos y choques
provocados por este problema, y se ocasionan otros daños colaterales como
el deterioro acelerado del parque automotor, mayor consumo de combustible,
tiempo perdido y otros.
Adicionalmente, otro de los motivos de la alta accidentalidad se halla en el
mal estado de gran parte de los vehículos existentes, por una
generalizada falta de mantenimiento y piezas de repuesto, por neumáticos
utilizados hasta el infinito y sistemas de dirección y frenado nada
fiables. Todo ello puede provocar colisiones, atropellos de personas y vuelcos
de los equipos automotores.
Existen otras circunstancias que inciden en esta terrible y trágica
cosecha de accidentes, como los animales sueltos por las carreteras en la noche
(vacas, caballos, etc.), producto de la carencia de alambre para cercar los
potreros o soga para sujetar los animales o el rápido crecimiento del
turismo, que ha traído consigo la entrada al país de veloces y
sofisticados vehículos que deben transitar por rutas sin suficientes
condiciones de seguridad.
La situación es grave y, aunque pudiera sumarse a los factores
anteriores actitudes negligentes de nuestros conductores de vehículos
automotores y ferroviarios, no existe duda de que hay elementos objetivos de
gran peso que intervienen en esta situación, ligados a la prolongada
crisis nacional.
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