Cuarenta y
dos años perdidos
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, agosto - La pregunta es frecuente en los círculos de
personas interesadas en el tema de la producción de azúcar de caña.
¿Hasta cuándo el gobierno aplicará sus grandes planes de
siembra de caña?
Se han perdido décadas de desarrollo agroindustrial con la aplicación
de estos planes gigantescos. Esta afirmación queda demostrada con el dato
oficial de que en el país ha disminuido el área para la siembra de
caña en más de 377 mil hectáreas.
Y esto no significa que los expertos en la materia no sean partidarios del
crecimiento del área de cultivo, sino que comprenden que la diminución
de los volúmenes de caña en esas áreas han costado y
cuestan al país más de lo que la prensa nacional admite.
Es necesario recordar, por ejemplo, que el gobierno aumentó el área
cañera a costa de la reducción de las dedicadas al pasto para el
ganado, de arrasar zonas boscosas del reservorio ecológico y afectando
cultivos destinados principalmente a la alimentación de los cubanos.
Además, la extensión de la superficie dedicada al cultivo de
la caña de azúcar generó gastos adicionales en la
construcción de vías de comunicación, obras de ingeniería,
red de electricidad y de telefonía, así como la edificación
de instalaciones para la infraestructura propia de la actividad y el alojamiento
de los trabajadores. Dinero que pagó el pueblo, por supuesto, y también
hubo desvío de recursos humanos que sacaron de actividades productivas
para destinarlos a este proyecto estéril.
De acuerdo a datos oficiales, Cuba tiene hoy un área cañera
similar a la que tenía en 1959. Pero el asunto se agrava, porque los
rendimientos agrícolas se han deprimido en el 84 por ciento de las
entidades productoras de caña de azúcar, y casi un tercio de los
centrales del país no molieron en la última zafra. Además,
se sabe que muchas de ellas nunca más molerán porque sus
maquinarias han sido "canibaleadas", o sea, se les han sustraído
piezas para reparar las de los ingenios que aún participan en la zafra.
Debe recordarse también que hace algunos años el gobierno
intensificó la siembra de caña, pero no rediseñó la
estructura agroindustrial cubana.
Se ha engañado y se engaña al pueblo con falsas esperanzas,
mientras el inmovilismo coquetea con la ineficiencia de los planes
gubernamentales. La llamada locomotora de la economía cubana ya no es
tal, el sector azucarero no es probeta de experimentos ni actividad que pueda
avanzar con métodos anárquicos. Ya no es época de
improvisar cuál es el abc para obtener mejores rendimientos azucareros
con bajos costos y excelente calidad. Ese abc lo conocían los cubanos
antes de 1959.
El tiempo tolerable en términos económicos ya transcurrió,
y los resultados positivos que se esperaba de los planes gubernamentales no se
han materializado. Las estructuras creadas por el régimen de Fidel Castro
envejecieron y sólo han probado su ineficiencia. El país y la nación
se desgastan, la gente no cree (aunque aparente creer) en los nuevos planes que
diseñan al por mayor los viejos estrategas que de tanto fracasar han
arruinado la otrora floreciente primera industria cubana.
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