¿Para
qué un pasaporte cubano?
Tania Díaz Castro, UPECI
LA HABANA, agosto - En Cuba, tanto la libreta de productos alimenticios como
el pasaporte son documentos obsoletos. Me puse a pensar en esto -¿manías
de vieja?- cuando registraba recientemente papeles amarillos por el tiempo, y
encontré una libreta de racionamiento de los sesenta del siglo pasado con
casi todas sus casillas llenas, lo que quiere decir que se vendía algo
para alimentarse. Lo contrario de hoy, pues las libretas actuales están
prácticamente en blanco.
También encontré mi pasaporte, ya vencido. Con este delgado
librito de veintiocho páginas en las manos, juro que no viene a mi mente
el deseo de viajar -¿cosas de viejo?- pero sí me puse a detallarlo.
Es de color gris ratón. Con letras doradas dice en su portada: "República
de Cuba", y en su centro aún puede verse el escudo cubano con su
palma real y su lomerío detrás, más arriba la llave
coronada con el sol naciente.
Dentro del pasaporte, en la contraportada, hay un texto en español,
traducido al inglés y al francés, donde el gobierno solicita a las
autoridades civiles y militares de los países por donde transite el
titular del pasaporte que le presten la asistencia y protección
necesarias.
Guardo el pasaporte y medito sobre lo que representa este documento para
cualquier cubano de la isla.
En primer lugar, no podemos viajar con él porque en Cuba, además
del pasaporte, se necesita el permiso del Ministerio del Interior o "tarjeta
blanca" que, de ser concedido, se recibe por correo entre treinta y
cuarenta y cinco días hábiles después de haberlo
solicitado. Prueba de cómo el gobierno de Fidel Castro le arrebató
al cubano su dignidad personal, y lo sume en situación humillante cuando
pasan los meses y, pese a cumplir todos los requerimientos, jamás recibe
la maquiavélica tarjeta blanca.
Entonces, cabe preguntar: ¿Para qué un pasaporte?
¿No sería mejor que los funcionarios de Emigración,
entidad que también pertenece al Ministerio del Interior, redactaran una
breve carta que diga: "Por este medio se le otorga libertad para viajar al
cubano fulano de tal"?
O quizás convenga más la manera de redacción explícita
en la que se exprese: "Por cuanto el Rey, su Majestad de Cuba, que Dios
guarde, ha resuelto y ordena a los Capitanes Generales, Comandantes,
Gobernadores, Intendentes, Corregidores y demás Justicias, ministros o
personas a quienes tocare, no pongan embarazo alguno en su viaje al referido
fulano de tal".
En fin, que nuestro pasaporte y bagazo de caña es lo mismo. Ni
siquiera la palma real que figura en su portada, famosa en nuestras luchas por
la libertad, cede fácilmente el paso a los esclavos, y mucho menos a los
que se declaran cimarrones.
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