Pequeños
detalles
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - Los periódicos, las agencias de prensa, las
televisoras sólo brindan cobertura a los grandes acontecimientos. Tiene
que ocurrir un desastre natural, desatarse una guerra, morir un presidente,
aparecer un gran descubrimiento científico para que la prensa esté
presente. Los pequeños detalles no importan a la prensa, del mismo modo
que los soldados no importan a la historia. El periodismo se hace con grandes
sucesos, y la historia con grandes personajes. Hasta en eso tienen poca suerte
los pequeños seres.
Los pequeños seres, los pequeños detalles viven en el
anonimato. A nadie les interesa hacerlos valer. Es como si el mundo estuviera, únicamente,
hecho de eventos trascendentes. Si se habla de las pirámides, los
protagonistas son los faraones, si de la Segunda Guerra Mundial, pareciera que
la hicieron sólo los cuatro grandes. Ni los esclavos que rodaron las
piedras, ni los soldados que murieron en las trincheras tienen nombre.
Por eso me inclino, a veces, a hablar sobre cosas mínimas, sobre
gente desconocida. Resulta muy fácil entrevistar a una personalidad,
comentar un suceso histórico, reportar un terremoto, analizar las causas
de una recesión económica. Embellecer la sordidez, ennoblecer a
los que viven en ella, puede resultar hermoso aunque difícil.
A quién se le ocurriría escribir la crónica de los baños
públicos habaneros. Para quién sería un desastre que la
pobre gente que deambula por la ciudad no tenga un lugar decente para sus
alivios escatológicos. Quién se estremecería de horror
frente a un hombre que, como una bailarina torpe, va en punta de pie sobre las
excretas hacia una inmunda letrina en cuya puerta de entrada dice: "Caballeros".
Quién arriesgaría su nombre de reportero respetable relatando
las vicisitudes de una mujer sedienta que no encuentra, en medio del verano
tropical, una fuente, un bebedero público, una cafetería, un bar
donde agenciarse un simple vaso de agua.
Es más fácil, y más rentable por supuesto, elogiar al
presidente, narrar su gira triunfal por Venezuela, inundar de adjetivos
rimbombantes el sistema de salud cubano, mientras se olvidan o esconden las
tribulaciones del anciano que no halla en las farmacias el medicamento que
requiere.
Prefiero los detalles, las nimiedades. Bajo los grandes sucesos se esconden
turbideces, por lo regular más sórdidas que las sordideces que
tratan de escamotear.
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