CUBANET... INTERNACIONAL

Agosto 28, 2001



El exilio ante los Grammy

José Mármol . El Nuevo Herald, agosto 28, 2001.

En más de una ocasión, los cubanos nos hemos dejado llevar por nuestras emociones y, a no dudarlo, motivados por nuestro dolor y sufrimiento que todos, en mayor o menor grado, hemos padecido a lo largo de estas ya más de cuatro décadas de esclavitud, miseria y terror padecidos por nuestra sufrida patria, la otrora feliz y próspera isla de Cuba.

En algunos casos han privado las heridas aún sangrantes en nuestras almas, de seres queridos, familiares y amigos fusilados, desaparecidos en el canal de la muerte --el Estrecho de la Florida-- o aniquilados en las ergástulas castrocomunistas durante interminables e injustas condenas. Sin embargo, con referencia a los premios Grammy latinos y todo el proceso que culminó con su traslado de la ciudad de Miami a la ciudad de Los Angeles, no es justo culpar al exilio cubano. Esta decisión fue tomada, en razón de otros intereses, por los directivos de la Academia de las Artes y Ciencias de la Grabación (NARAS).

Tampoco es sensato crucificar a los alcaldes del condado de Miami-Dade, Alex Penelas y de la ciudad de Miami, Joe Carollo, por tratar de presentar en nuestra bella ciudad un espectáculo que sin dudas hubiera atraído a miles de turistas nacionales e internacionales.

Los que creyeron que artistas que se han significado como apologistas de esa cruel tiranía se presentarían en esta edición de los premios Grammy estaban probablemente errados. Precisamente por la combatividad de las organizaciones que se opusieron a la participación de esos personeros de los grupos elitistas que han mantenido en el poder a un sanguinario déspota, en Cuba circulaba la noticia de "para evitar que uno de nuestros artistas sea agredido por la mafia de Miami, nuestro gobierno se reserva el derecho de autorizar que viajen a dicho evento''.

Yo, que monitoreo las emisoras nacionales y locales de la isla, puedo asegurarles que así se manifestaron en más de una ocasión sus comentaristas oficiales. Es más, tan pronto se conoció en Cuba la noticia del traslado a Los Angeles del referido evento, otorgaron permisos de salida a artistas cubanos contratados por otras ciudades de Estados Unidos a quienes les habían prohibido viajar.

No cabe duda alguna de que el exilio cubano ha madurado. La sensatez demostrada por los líderes de las distintas organizaciones que participaron en las reuniones con las autoridades locales lo evidenció rotundamente. Era obvio que sería muy difícil para cualquier infiltrado o agente provocador al servicio del régimen castrocomunista salirse del marco de una protesta viril y justa, pero pacífica, como lo prescriben las leyes de esta democracia que nos acogió y permitió salir adelante.

Entonces la conclusión es muy fácil; el señor Michael Greene, que puede ser muy arrogante, incluso tener algún prejuicio discriminatorio contra los que transformamos esta ciudad de un pequeño pueblo de retirados en lo que es hoy, una bella metrópolis, no se llevo su espectáculo a Los Angeles por temor a que se cometieran agresiones contra invitados y asistentes. La razón fue otra, la misma que lo motivó a llevárselo de New York anteriormente: fracaso económico o retraso en la recaudación de fondos. Unos $250,000 de acuerdo con los cálculos previstos por el señor Greene.

Esto lo confirma las declaraciones publicadas por el comité de recepción de los premios Grammy latinos, según declaración de Sylvester Lukis y Fred Balsera, presidentes financieros del mismo. Lo aconsejable sería que dejáramos de un lado estas discusiones bizantinas que a nada conducen como no sea a dividir a nuestro exilio y regocijar a los sustentadores de esa sanguinaria dictadura.

La triste y dura realidad es que Miami necesita del turismo. Ya las miles de fábricas que hace años existían en Hialeah, Homestead y otras ciudades del condado de Miami-Dade se marcharon a otros lares. Seremos pronto no la cuarta sino la primera ciudad más pobre de Estados Unidos con la paradoja de que con la ubicación y el potencial multiétnico con que contamos deberíamos ser una de las más ricas y prósperas de la nación.

Necesitamos reestructurar esa entelequia burocrática denominada Buró de Convenciones y Turismo. Hay muchas ideas que implementar para duplicar los más de 5 millones de turistas nacionales y 11 millones procedentes de otras naciones que cada año vienen a Miami. Esto es lo que necesitamos para el bien de nuestra comunidad. Lo mucho que se puede hacer en este sentido será tema de un próximo artículo.

jose_marmol@bellsouth.net

© El Nuevo Herald

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