Tal Cual Digital.
Caracas, lunes 20 de agosto de 2001
La primera vez que vinieron médicos cubanos a Venezuela fue cuando
Guillermo Call, gobernador de la Cuarta en Monagas (ahora, en la Quinta, lo es
de nuevo), contrató treinta de ellos. La Federación Médica
armó el consabido zafarrancho y Call se vio obligado a rescindir el
contrato. Pero pidió a la Federación que le enviara treinta médicos
venezolanos para meterlos en los pueblitos donde habían estado los
cubanos. Todavía los está esperando.
Ahora hay unos doscientos médicos cubanos en el país y existe
el mismo debate. El gremialismo médico insiste en que hay unos 8 mil
galenos venezolanos desempleados y que los cubanos ejercen ilegalmente la
medicina en el país, desplazando a los venezolanos. El argumento suena
bien pero no se sostiene mucho. Los cubanos ejercen en sitios donde los que
deberían ejercer legalmente no van o sólo lo hacen cuando, recién
graduados, están obligados a cumplir con "la rural". La objeción
de que las condiciones son muy malas vale también para los cubanos. Pero
estos van. A los habitantes de La Sabana, en Vargas, por ejemplo, o de cualquier
otra aldea parecida, donde nunca hubo médico fijo, debe importarles un
comino que los cubanos no hayan revalidado. Están ahí, a la mano,
y eso es mucho decir cuando hay una emergencia.
TalCual buscó y encontró médicos cubanos. En la página
8 están las conversaciones con ellos. Fuera de su proverbial acento en el
habla, son indistinguibles de sus pares venezolanos. Ni mejores ni peores como
profesionales. ¿Lavadores de cerebros? ¿Catequistas revolucionarios?
No es lo que dicen sus pacientes y vecinos e incluso sus colegas venezolanos. Sólo
se ocupan de su cometido y ya. Son el fruto, paradójicamente exitoso, de
un modelo político, económico y social fracasado, que, sin
embargo, por una de sus terribles distorsiones sociales, puede darse el lujo de
exportar médicos a muchos países. Servidores del Estado, no es que
sean unos sacrificados samaritanos sino que van donde los mandan y no tienen
alternativa. Cuba no es, por supuesto, el sitio que uno quisiera para vivir,
pero en este donde vivimos algo debe estar funcionando muy mal como para que el
sistema de salud pública se haya degradado tanto y que para poder atender
los villorrios más alejados tengamos que valernos de médicos
extranjeros. Más que esa paranoica preocupación por la "cubanización"
valdría la pena preguntarse qué podemos hacer para darle a este país
un sistema de salud pública y de seguridad social decente. En eso, este
gobierno va rumbo a los tres años perdidos. Porque lo de los médicos
cubanos no pasa de ser un pañito caliente
Médicos cubanos, felices en Venezuela
No creen estar arrebatando plazas de trabajo a los galenos de nuestro país
y niegan a toda costa haber realizado alguna mala praxis
Herminia Fernández Sandoval. Tal Cual, agosto 20,
2001.
La presencia de los médicos cubanos desde diciembre de 1999 ha
arrastrado una polémica en el sector salud de Venezuela. Son muchos los
comentarios que han surgido sobre la delegación cubana presente en el país;
desde casos de mala praxis, pasando por mala recomendación de
medicamentos, hasta denuncias de estar quitando plazas de trabajo a los galenos
venezolanos.
Para Alberto Sotolongo, coordinador de los médicos cubanos en el
estado Vargas, todas estas acusaciones tienen un trasfondo político. "Nos
ligan a Chávez y al comunismo, por ello el rechazo", asegura.
Sotolongo justifica su permanencia y la de sus colegas en Venezuela -203 en
total- diciendo que responde a un programa de ayuda de su nación para países
del tercer mundo, denominado Plan Integral de Salud que surgió en 1998 a
raíz del huracán Mitch que afectó a Centroamérica.
Dice que actualmente este proyecto se ha extendido a Africa y muchos otras
naciones de América como Paraguay, donde tienen 200 médicos, en
Haití 400, en Guatemala otros 400 y en Honduras 300. El convenio consiste
en que Cuba garantiza la presencia de personal médico de forma gratuita,
pero el Estado al cual le están brindando apoyo se encarga de la
manutención (alojamiento, alimentación y gastos personales). El
sueldo de los cubanos corre por cuenta del Gobierno de Fidel Castro, pero la
paga le es entregada directamente a sus familiares.
Todo tiene justificación
Sotolongo, de 40 años de edad, casado, con dos hijos, es especialista
en medicina general integral y diplomado internacional en epidemiología
en la ciudad de México. Muy ecuánime y firme, asegura no sentir
rechazo de parte de médicos venezolanos "como lo publican los medios
de comunicación en entrevistas y reportajes".
En todo momento desmiente las acusaciones de que alguno de sus compatriotas
haya ejecutado una mala práctica médica dentro de la comunidad
varguense, o en alguno de los otros estados del país donde se encuentran
trabajando (Trujillo, Lara, Barinas y Miranda). No está comprobado.
De igual manera, niega que estén laborando con medicamentos cubanos.
Admite que recién llegados trajeron algunas medicinas pero se acabaron
hace mucho tiempo. Aclara que se adaptaron de manera fácil a los
medicamentos venezolanos porque no hay diferencias importantes de un país
a otro.
Muy preocupado, Alberto Sotolongo señala que tampoco están aquí
para quitarle el trabajo a los galenos venezolanos. Justifica que no reciben
sueldo de parte de Venezuela, y además atienden en sectores urbanos poco
visitados.
De la medicina venezolana comenta que tiene un modelo de atención
parecido al de Cuba, pero acota que existen pocos médicos para el número
de habitantes. Comparando con la situación de su tierra de origen,
explica que cuentan con 59 médicos por cada diez mil habitantes, mientras
que aquí (según indicadores del año 1999) hay sólo
24 por la misma cantidad de personas.
Marcando pauta
En total, son 73 mujeres y 135 hombres los médicos cubanos. El primer
grupo arribó el 17 de diciembre del 99. Por lo general el período
de estadía por cada galeno es de dos años mientras cumplen la misión,
ya luego si el Ejecutivo venezolano requiere todavía de sus servicios,
enviarán relevos. En una primera etapa se ocuparon de la situación
de desastre, y a partir de marzo de 2000 comenzaron a trabajar con el modelo de
atención integral.
Actualmente atienden en los ambulatorios recuperados de Vargas y en espacios
que convirtieron en unidades de atención integral. Están marcando
la pauta con el proyecto de visitar a las comunidades en horas de la tarde para
garantizar una identificación de factores de riesgo, de problemas de
salud que puedan estar presentes y luego buscar mecanismos de solución.
También han creado una escuela de brigadistas en salud integral que
funciona entrenando personas del estado Vargas con noveno grado aprobado, como mínimo
de requerimiento. Este programa de capacitación dura seis semanas y
consta de cuatro módulos: uno que instruye sobre aspectos generales de la
participación de la comunidad en función de la solución de
problemas; otro de la prevención de enfermedades transmisibles; un
tercero abocado a padecimientos crónicos no transmisibles y enfermedades
cardiovasculares; y el último, vinculado a la prevención de la
drogadicción y otras afecciones presentes en las comunidades como las
infecciones de transmisión sexual o embarazo en la adolescencia. Muy
orgulloso, Sotolongo revela que 12, de los 300 brigadistas que han formado,
ganaron la oportunidad de estudiar medicina en Cuba, donde se encuentran
actualmente.
Aunque ha tomado vacaciones sólo en diciembre del año pasado y
se comunica con su familia una vez por semana, Alberto Sotolongo se siente a
gusto en Venezuela, comprometido con el trabajo que se le ha encomendado. Dice
que no le importa estar lejos porque mientras cursaba estudios, le enseñaron
a querer y comprometerse con su profesión sin importar dónde y cómo
la practicara.
Juntos como hermanos
Tres ambulatorios donde laboran médicos cubanos en Vargas, fueron
visitados por TalCual. Uno de los centros de salud era compartido entre galenos
de Venezuela y de Cuba. Aparentemente en el ambulatorio Aura Pinto, la doctora
venezolana María Georgina Anzola, expresa que hasta los momentos ha
trabajado bien con su colega cubana. No obstante, indica que sí se han
presentado algunas diferencias en cuanto a diagnóstico porque para
determinados casos no se comunican bajo los mismos términos.
Anzola destaca que al hacer un diagnóstico, discuten claramente que éste
sea acertado porque si no, al paciente se le puede decir que tiene algo grave
cuando realmente se trata de una afección leve.
El doctor Alejandro Bermúdez de Cuba labora en el centro de Salud de
la Alcaldía de Vargas, es un especialista que también comparte con
médicos venezolanos. Destaca que jamás ha tenido ningún
tipo de diferencia, por el contrario, expone que muchas veces intercambian
conocimientos y esto es positivo para ambos profesionales. Este hombre también
está en el país desde 1999 pero espera regresar pronto a Cuba
cuando acabe su tiempo de trabajo. "Venezuela me parece chévere,
pero más me gusta Cuba", resalta.
Flora Zuloaga, también de nacionalidad cubana y con el mismo tiempo
en el país que Sotolongo y Bermúdez, al preguntársele por
su familia la invade una cara de tristeza; recuerda que en su nación de
origen la espera un hijo de 12 años. Sin embargo, la alegría le
vuelve cuando se le pregunta por la gente venezolana. Trabaja en el ambulatorio
de El Cojo, y ya cuenta con el reconocimiento de sus pacientes, tanto, que
recibe personas que vienen de Caracas y El Junquito para darles atención
médica.
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