Sara Sanz Melilla. Diario
Sur, agosto 20, 2001.
LA imagen de una anciana cubana, sentada pacíficamente en la sombra
de la puerta de su casa fumándose tranquilamente un inmenso habano, le ha
valido el primer premio de la revista 'National Geographic' convocado para
insertar una publicidad del Caribe en sus páginas. Este melillense, que
acaba de exponer parte de su ingente obra en el club Marítimo, le
apasiona captar instantáneas de paisajes y personas que se mueven por su
entorno aunque ello le haya costado a veces un disgusto.
-Las imágenes que ha expuesto recientemente recorren rincones de países
tan dispares como Marruecos, Cuba o Noruega, resaltando fundamentalmente la
magnitud de sus paisajes. ¿Por qué se centra en este ámbito?
-A mí me gustan mucho los paisajes, me encanta viajar y me muevo por
unos espacios naturales que me gustan y que previamente ya he investigado sobre
ellos. Lo que me atrae, lo intento plasmar en la fotografía y en ella
también busco a personas que no son urbanas, personas que viven en el
interior de ese espacio natural.
-¿Intentas desmarcarte de alguna manera de otros fotógrafos,
también apasionados por el paisaje, con alguna característica en
particular?
-No. Me definen los paisajes mayormente naturales que me impresionan como es
la increíble naturaleza de Noruega. Me encanta Túnez o Marruecos,
que tiene una zona rica en colores, desértica y espaciosa que, es difícil
de fotografiar. Muchas veces vas y haces la fotografía pero plasmar algo
y que luego lo veas en grande y en papel y que encima te guste, es diferente.
-En tus viajes ¿te ha resultado también difícil
fotografiar a esa gente no urbana que no está relacionada ni con
objetivos fotográficos ni con, perdona la expresión, 'intrusos'?
-Sí. Hay muchos países en los que la gente es totalmente
reacia pero hay otros en los que sin embargo se prestan a ello, como por
ejemplo, Cuba. Un cubano me explicó que como no pueden salir de su país,
les gusta que salga su imagen y por eso se prestan bastante a la fotografía.
-¿Y en Marruecos?
-Es más difícil, pero como llevo muchos años en esta
profesión, ya sé cómo fotografiar a la gente.
-¿Cómo?
-Intento no robar fotografías ni luchar con las personas. Lo que sí
hago es hablar con ellas y bueno, cuando charlas y entablas una conversación,
se prestan.
-Eso cuando te puedes entender con ellas...
-Siempre entienden, y en Marruecos, más.
-¿Has tenido alguna experiencia desagradable por hacer alguna fotografía
que no debías?
-Sí, pero afortunadamente nunca me han roto la cámara y toco
madera (risas). He encontrado a personas reacias, que les ha sentado mal y que
me han gritado porque no deseaban que les hiciera una foto. Pero el llevar mucho
tiempo en esto te ayuda también a saber controlar ese tipo de
situaciones.
-¿Cuándo comenzaste en este mundo?
- Yo nací con una cámara en la mano. Mi padre era fotógrafo
y tenía desde los años 30 este estudio en Melilla. Empecé a
hacer fotografías a partir de los catorce años y desde entonces no
he parado. |