Bruno Scheuren R. Tal
Cual Digital. Caracas, 17 de agosto de 2001
Volvió. Fue condecorado. Celebró su cumpleaños 75 en
Canaima y fue testigo del inicio de la interconexión eléctrica
entre Venezuela y Brasil. Fidel Castro es un personaje... que, según sus
propias palabras, no merece los homenajes recibidos.
En efecto, Fidel, hoy, es persona no grata en la gran mayoría de países.
Su brillo se extingue y él se aferra a este "segundo aire" que
le proporciona la admiración que por él siente nuestro presidente.
Sin embargo...
Fidel sabe que es reo de la justicia en muchos países que le son
queridos... como España, donde el ya famoso juez Baltasar Garzón,
el mismo que abrió fuegos contra Pinochet, tiene instruido un sumario en
contra del cubano.
Es que la simpatía no puede borrar la historia. Además de ser
el dictador vivo con la permanencia más larga en el poder, 42 años,
Castro no puede eliminar con su gran magnetismo personal, el recuerdo del paredón
donde fueron fusilados los "enemigos de la revolución", porque
la disidencia no se debatía ni tenía cabida en sus planes. Ni el
de los centenares o miles de muertos que se tragó -y aún se traga-
el mar, cuando intentan huir en precarias balsas de su régimen comunista.
Tampoco nos olvidamos de que Fidel fue, o aceptó ser, el interpuesto
de la extinta Unión Soviética en el Caribe, para buscarle pleito a
los Estados Unidos y jugar a la guerra fría con cohetes con ojivas
nucleares, que no sólo pusieron en peligro la seguridad de los gringos,
sino de todo el vecindario, nosotros incluidos.
No. Definitivamente la conciencia parece haberle puesto las palabras
correctas en su boca cuando pretendió una pose de humildad: no, no se
merece ni la condecoración ni los arrumacos de un país como
Venezuela, donde la libertad política es un derecho adquirido y
usufructuado a diario. Donde -entiendo- no hay presos políticos ni se
persigue a nadie por su manera de pensar. Tenemos libertad de conciencia.
Tenemos batallas verbales con el presidente y sus voceros -quizás las más
agrias de los últimos años-, pero se ventilan a la luz pública
sin perseguidos ni presos... Algo que los cubanos no saben cómo se come.
Fidel tiene motivos para agradecerle a Venezuela. Fue el primer país
que lo recibió como héroe, luego de su victoria sobre la dictadura
de Batista... aunque entonces nadie imaginó en estas tierras que el
barbudo de moda iba a imponer otra dictadura mucho peor en Cuba. Ayer fue Carlos
Andrés Pérez, también su amigo, quien junto al español
Felipe González, le tendió la mano a raíz de la caída
del Muro de Berlín y del imperio soviético, único cordón
umbilical que mantenía la vida en Cuba, al prevenirle de los cambios
inmediatos que debía incorporar a la economía de la isla. El
capital español resucitó el turismo cubano, su principal fuente de
ingresos. Recientemente, fue Hugo Chávez, su amigo venezolano más
reciente, quien volvió a darle la mano para aligerar el peso de su carga
energética, con un convenio privilegiado... Sin mencionar el caso de los "técnicos"
cubanos que han venido desde diciembre pasado. Creo que vinieron a aprender más
que a enseñar... aprender cómo se vive en libertad. Ojalá
quieran volver para contarle su experiencia a sus vecinos y camaradas...
¿Qué hacer con Fidel?... se ha vuelto como los jarrones
chinos... un adorno que nadie sabe dónde colocar para que no estorbe ni
se rompa.
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