Televisión
y realidad
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, agosto - La televisión, como vehículo de información,
debe ser lo más realista posible. Objetiva no digo, porque la objetividad
se ha prostituido demasiado con los rejuegos políticos, no importa de qué
bando. La información puede, por supuesto, manipularse; pero la realidad,
manipular la realidad, frisa el ridículo.
La realidad televisiva en Cuba anda por un lado y la realidad concreta por
otro. Pateando la Lata, el supuesto programa humorístico de los jueves,
por ejemplo, es incapaz de sacar una sonrisa al más divertido. Sin
embargo, el Noticiero Nacional es capaz de hacer desternillar de la risa al más
huraño. Y es ahí donde se difuminan las fronteras: las noticias
parecen chistes, y los chistes parecen directivas del partido (comunista). En
humor todo está prohibido. En noticias todo exagerado. El pueblo no
entiende bien, pero se divierte de todos modos. En Pateando la Lata lee entre líneas,
y en el Noticiero se ríe simplemente. Cuando el Comisario -de Pateando-
canta jocosamente: "Que nadie toque nada, yo sólo puedo tocar",
la gente identifica al personaje y comprende el mensaje. Cuando Rafael Serrano,
el aguerrido locutor del noticiero, lee enfáticamente una información
sobre el cumplimiento del plan en la cosecha de papas, la gente entiende el
chiste y se ríe alegremente.
La gente conoce y vive la realidad. No necesita que se la recreen. Pero la
televisión se empeña en recrearla y en su afán usa un
enorme potencial imaginativo. De esa imaginación desbordada el mejor
ejemplo es el programa dominical Día y Noche, un policiaco de muy pobre
factura y escasa correspondencia con la delictividad real.
Un Hombre de San Leopoldo, la serie actual, adolece exactamente de esa
desvinculación con la realidad. Veamos un pequeño detalle. Entre
los delincuentes que hasta ahora se han mostrado no aparece un solo negro. Sin
embargo, la realidad concreta muestra que más del sesenta por ciento de
la población penal en Cuba pertenece a la raza negra, que en las calles
son acechados y asediados por las fuerzas policiales, con o sin motivos.
¿Qué ocurre? Sencillo. La dirección del país no
quiere dar a conocer el alto índice de discriminación que aún
subsiste en la sociedad cubana y prefiere evadir la realidad escamoteándola.
No por esconder una realidad la hacemos desaparecer. Los problemas sociales se
solucionan enfrentándolos con honradez. Del mismo modo en que en la
realidad se busca un balance en la composición social para que toda la
población participe, así debe abordarse en la televisión.
¿O será que también están discriminando a los
actores negros o, peor aún, será que como los delitos son de mayor
envergadura no se requiere la entronizada imagen, falsa también, del
negro "aguajoso", bruto y agresivo? De cualquier modo, la realidad que
muestra Un Hombre de San Leopoldo dista mucho de la realidad actual cubana.
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