Se busca
combustible para cocinar
Lázaro Raúl González, CPI
HERRADURA, agosto - Como ha sucedido en los último años, con
la llegada de las vacaciones de verano se acentúa la escasez de
combustible en Cuba. En consecuencia, se disparan los precios del mismo.
En este momento, una de las preguntas más frecuentes que se hacen en
las calles de Herradura, poblado de la provincia Pinar del Río, es: "¿Dónde
hay petróleo?"
En una misma cuadra se puede ver cómo coinciden cuatro o cinco
personas, cada una de ellas con su galoncito en la mano, en busca del mismo
objetivo: "Unos litricos de oro negro".
La búsqueda del combustible, galón en mano, debe ir secundada
además por el correspondiente fajito de billetes. En la actualidad el
precio del petróleo en la provincia pinareña es de 5 pesos por
litro. Cinco pesos es la mitad del salario promedio diario del trabajador
cubano.
El petróleo se ha convertido en el combustible más usado para
cocinar en los hogares de esta región, desde que hace diez años y
hasta ahora las asignaciones de keroseno se vieron drásticamente
afectadas.
Hasta el octavo mes del presente año, a los habitantes de Herradura
se les ha vendido una cuota per cápita de seis litros de keroseno. Lo que
significa menos del diez por ciento del combustible que necesitarían para
cocinar la comida de una persona en un solo mes.
Pero, a pesar de los grandes avances obtenidos por el gobierno y el pueblo
cubano en la promoción y alegre convivencia con los más trágicos
absurdos, hasta el presente ha sido imposible hacer que la gente se trague la
comida cruda.
De modo que la batalla por encontrar el petróleo, que sustituyó
al keroseno como combustible doméstico, pero que no es asignado por cuota
a la población, constituye un ejercicio físico y mental que
promueve la inventiva del cubano a la máxima potencia.
La llave del éxito está en cómo y dónde
conseguir -eufemismo con que se encubre el robo- el combustible de marras, del
cual el gobierno es el propietario exclusivo.
La trampa del fracaso está en no tener acceso a ninguna de las
probables fuentes de petróleo: bases de transporte, almacenes, tanques,
camiones, trenes o cualquier entidad estatal, así como en no tener
ingresos suficientes para comprarlo a quien lo "consiga".
Por diversas razones, como perder el empleo por ejemplo, cada día más
gente cae atrapada en las fauces de esa trampa del fracaso: la añeja
miseria.
Para poder cocinar el mendrugo encontrado con mil sacrificios, mucha gente
ha comprado hornillitas eléctricas de fabricación artesanal
privada, otros han vuelto al uso del carbón vegetal o la leña, y
los que se encuentran en la miseria total, como mi vecina del tercer piso, han
recurrido obligatoriamente al "Torricelli".
Esta fuente energética, el "Torricelli", parido por la
crisis económica nacional de la cual el gobierno culpa entre otros
extranjeros al senador estadounidense Robert Torricelli, consiste en un fogón
rústico que debe ser armado a diario a base de fango, leña y paja
de arroz.
Pero la toxicidad de la combustión de tales materiales es tan dañina,
sobre todo cuando se instala el "Torricelli" en locales cerrados, como
el smog de las grandes ciudades industriales.
Por tanto, el "Torricelli" de la pobre vecina del tercer piso
mantiene envueltos en la más densa de las capas de humo a sus familiares
y vecinos, en peligro de contraer enfermedades respiratorias.
Pero, qué podrá hacer la pobre mujer y su familia. Tendrán
que, como los trogloditas, comerse los alimentos crudos. O tendrá que
rechazar la solución del "Torricelli".
No hay otro combustible. Para ella, como para muchos otros, no hay más
opción que el "Torricelli". Ya ha probado con todo. No le queda
otra cosa que quemar. Ni siquiera la esperanza, ancestral combustible que tanto
impulsó a la humanidad.
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