Pagar por
nada
Amarilis Cortina Rey, Cuba-Verdad
LA HABANA, agosto - Situado en el municipio Playa, de Ciudad de La Habana,
se encuentra el Acuario Nacional de Cuba, muy cerca del mar. Supuestamente, para
el esparcimiento de niños y adultos.
Durante años, los visitantes podían ver gran variedad de peces
y corales en su hábitat natural. Pero, ¿qué pasó? Esta
es la pregunta que se hacen muchos mientras recorren ahora el Acuario.
Peceras vacías, tanto de agua como de especies marinas. Las hay que sólo
exponen el agua que contienen, mientras en otras se pueden ver especies como el
jurel, demasiado conocida por los cubanos de la isla principalmente los
capitalinos, aunque en honor a la verdad hace algún tiempo que ni el
jurel se vende en los comercios del sistema de alimentos regulados por la
libreta de abastecimiento.
En la entrada del Acuario pueden leerse los precios en una pizarra
informativa: mayores, tres pesos; niños, dos pesos; extranjeros, tres dólares.
Nada se dice sobre si el lugar está en reparaciones, pero sí hay
una cláusula que expresa: "Hoy el invitado más importante es
usted".
El espectáculo de los delfines, acto que atrae a mucho público,
está suspendido. Varios visitantes trataron de obtener información
sobre cuándo se reanudaría la presentación de los delfines,
y una empleada les informó: "Cuando se termine 'aquello', que no se
sabe para cuándo es, entonces habrá espectáculo de delfines".
Lo que la mujer llamó "aquello" es una loma de tierra
situada cerca de la entrada del acuario.
Como es la época de vacaciones escolares, muchos niños son
llevados por sus padres a disfrutar del acuario. También de ellos se
escuchan exclamaciones de decepción, pronunciadas casi siempre frente a
las peceras vacías, de peces o de agua, según el caso.
Sólo un tiburón gato, varias caguamas, algunos pelícanos,
tres delfines y un lobo marino sacan la cara desde sus respectivos estanques por
los responsables del engaño.
Parece que para no desentonar con la atmósfera de descuido y
desatención, las cafeterías brindan muy poca variedad de
comestibles, sus dependientes se mueven con lentitud y tratan a la gente con
indiferencia. Quizás sea porque allí la mayoría de los
visitantes pagan en moneda nacional.
En la oficina identificada con el cartel de "Información"
hubo personas que permanecieron hasta tres horas sin que nadie apareciera por el
lugar para informarles. Sólo el ruido de un ventilador se esforzaba en
dar la apariencia de que allí trabajaba alguien.
Después de muchos años de mutismo comercial, ahora, en esta
nueva época de capitalismo de Estado, en la Cuba de los dólares y
el resurgir de los anuncios clasificados, cabe hacer una pregunta a los
especialistas en publicidad: ¿Cómo se pudiera promocionar una
instalación como el Acuario Nacional, en la que el público paga la
entrada por nada?
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
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