La economía marcha a dos velocidades · Un millón de
cubanos goza de "lujos" que los demás no tienen
Por Natasha Niebieskikwiat. De La Redacción De Clarín.
Clarín digital. Agosto
13, 2001.
Desconcierta, pero aquellos gustos y bienes combatidos durante décadas
en la Cuba socialista, rechazados como "elementos" del capitalismo,
son hoy tan preciados entre los isleños como promovidos por el gobierno.
Y más desconcierta la incipiente clase media que ha nacido de la entrañas
de una minoría de cubanos que acceden de forma regular al territorio del
dólar.
Montado en zapatillas Nike, Alejandro estacionó el auto en la
peatonal del Barrio Chino de La Habana para comerse un plato de pollo frito. Pagó
U$S 10 y emprendió viaje hacia una discoteca del coqueto barrio de
Miramar.
Hay otros indicios contundentes de esta nueva clase media, de la que es
parte Alejandro. Reciclar la casa y tener electrodomésticos. Tomar
bebidas en lata y fumar cigarrillos de etiqueta. Ello sin contar los viajes al
extranjero, que hacen artistas, deportistas, profesionales destacados, y
aquellos que tienen un amigo o familiar que les gestione una "carta de
invitación".
Todos estos privilegios, relativamente comunes en una clase media del
capitalismo, en Cuba son lujo. Pese a la apertura económica hacia los
capitales extranjeros, el sistema político y la economía interna
siguen los esquemas de planificación y desarrollo comunista.
El Estado cubano sigue garantizando sus dos pilares: salud y educación
gratuita. Pero la superación a medias de la crisis que hundió a la
economía tras el colapso soviético, no fue acompañada por
beneficios para el mercado interno. La llamada "libreta de racionamiento"
ofrece muy escasos productos, como arroz, azúcar, huevos, cigarrillos y
leche, pero sólo para los niños. Y el "mercado por la libre",
donde se compran productos en moneda nacional es muy limitado, cuando no
dolarizado.
Y en Cuba, hasta el papel higiénico se vende en dólares. La
relación del peso al dólar es de 22 a 1. Los trabajadores ganan
entre 220 y 450 pesos (de 10 a 20 dólares), pero hay salarios de 130
pesos (6 dólares). Los jubilados reciben apenas 60 pesos (ni 3 dólares).
Un kilo de arroz vale en Cuba 6 dólares (130 pesos), y dos de frijoles, 4
dólares (88 pesos).
Chofer de una empresa de capitales mixtos, Alejandro gana 250 pesos, pero
sus jefes, los extranjeros, le dan extras, beneficio que engrosa al poder
utilizar el automóvil durante el tiempo libre.
Un reconocido escritor de la isla comentaba a Clarín que una
editorial extranjera le pagó 200 dólares en un año por
escribir una novela. La irrisoria suma a él lo hizo feliz: le permitió
darse unos gustos, entre ellos una lata de aceite de oliva.
Fuentes diplomáticas cubanas han reconocido que la economía
marcha a dos velocidades, con un sector de un millón de personas que fue
despegándose del resto por su mayor acceso a monedas duras. Las
autoridades también han dicho que un 50% de los 11 millones de cubanos ya
manejan cierta cantidad de dólares.
¿Quiénes son los cubanos del dólar? En primer lugar,
aquellos que tiene familiares en el extranjero y que en Cuba fueron bautizados
como "Los que tienen fe". Las remesas de dinero que envían los
cubanos en el exilio, y sobre todo los de EE.UU., llegan a los U$S 1.000
millones por año. Son de hecho una de las principales fuentes de ingreso
a la economía cubana. En Cuba hay incluso fuertes depósitos
bancarios, lo que demuestra la capacidad de ahorro de algunos isleños.
Viven del dólar los empleados por las empresas mixtas; los que hacen
negocios legales con el turismo, arrendando sus casas, habitaciones o brindando
servicio de comidas. Tambien, quienes reciben propinas y otros beneficios del
sector privado, además de artistas y deportistas que viajan al exterior
con aval del gobierno.
Luego está el circuito clandestino, aquellos que prestan servicios de
todo tipo sin pagar impuestos y a riesgo de sufrir sanciones legales. También
los que van por la calle vendiendo desde tabaco hasta sexo. Los llaman "jineteros".
Este particular capitalismo dentro del socialismo tiene sin duda raíces
en la apertura económica emprendida por Fidel Castro, seguida por la
despenalización del uso del dólar para la población, en
1993.
El gobierno cubano ha intentado reducir estas diferencias. Se establecieron
impuestos, se restringió el negocio privado. Se supervisan las ventas de
artículos, y se dan estímulos materiales a los trabajadores
destacados de ciertas industrias. El domingo pasado La Habana anunció la
confiscación de 300 viviendas, de dólares en efectivo, cuentas
bancarias y otros bienes "de enriquecimiento indebido".
Con todo, la brecha entre los que ganan en dólares y los que no, se
agranda. Un espejo de las contradicciones es el escaso interés de muchos
jóvenes por seguir carreras universitarias y su mucho entusiasmo por
ingresar al sector del turismo.
No es para menos, hay médicos o ingenieros que tras ocho horas en sus
centros de trabajo vuelven a la casa para hacer changas extras: desde servicios
de peluquería y manicuría a la fabricación de pizzas y
pastelitos para la venta ambulante.
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