Por Alberto Pérez Giménez.
ABC, agosto 13, 2001.
Fidel Castro Ruz cumple hoy 75 años. El dictador del Caribe, el único
presidente no democráticamente elegido del continente americano, ha
decidido celebrar sus tres cuartos de siglo en Venezuela. Y, como todo en la
vida de Fidel, no lo hace por casualidad.
Desde su isla-cárcel (cada vez más isla, aislada por mar y por
la intransigencia de una dictadura de más de cuarenta años; cada
vez más cárcel, con más de trescientos presos políticos
en sus prisiones), Castro alza su anciano cuello y sólo atisba enemigos:
EE.UU., España, México, Argentina... Ya no viaja salvo a lugares
seguros, no vaya a ser que algún Garzón quiera jugársela
como a Pinochet. Por eso, en los últimos dos años, ha visitado
tres veces Venezuela de manera oficial.
El presidente Hugo Chávez, el del sueño bolivariano, el ex
golpista que llegó finalmente al poder a lomos del desencanto de una
población hastiada de corruptos, no se ha cansado nunca de señalar
a Cuba y a Castro como los modelos a seguir. Por eso, agasaja al «hermano,
al amigo, al soldado revolucionario que representa un ejemplo de dignidad para
el continente», y le distingue con la mayor condecoración venezolana
para un dignatario extranjero. Esta vez no jugarán al béisbol,
porque el comandante no está para muchos trotes y no sería
aconsejable verle caer desplomado entre la primera y la segunda base, pero ya
han anunciado una partida de dominó, reminiscencias de su padre gallego, Ángel
Castro, de cuyo desliz con una criada, Lina Ruz, nació Fidel hace 75 años.
Durante décadas, nadie supo oficialmente en Cuba cuantos años
tenía el líder máximo de la revolución: don Ángel,
el hacendado gallego casado con una Argote y que ya tenía dos hijos, no
se casó con la madre de Fidel, una joven de origen turco que servía
en su casa, hasta un año después de nacer el niño. Pero
Fidel tenía que recibir educación católica, en los
jesuitas, y éstos no admitían hijos fuera del matrimonio. Por
ello, Castro figuró como nacido «oficialmente» en 1927.
Hoy, Castro, vencidos los fantasmas biográficos, celebra sus 75 años
en Venezuela, la tierra de Chávez. El comandante y su mejor soldado, el
anciano y el joven revolucionario, el viejo incomprendido y el amigo solidario.
Mucho se habla estos días de la sucesión en Cuba. A Fidel le
gustaría un hijo como Chávez, pero debe conformarse con un hermano
como Raúl para instaurar su dinastía y poder morirse en paz.
Luego, le absuelva o no la historia, le da lo mismo. Lo importante para él
es que no le juzguen ahora.
Esto lleva a una primera conclusión: No son de alta calidad estos médicos
o de lo contrario los cubanos se volvieron locos.
Lo que están enviando para nuestro país, en términos de
calidad de conocimientos, es lo que se denominaría coloquialmente "la
pasilla", y de esto hay bastantes en Venezuela (manejando Taxis). Estos
(los médicos taxistas), debido a sus limitaciones intelectuales, edad,
etc. Desde hace mucho tiempo perdieron las esperanzas de hacer un post grado o
un programa de superación de conocimientos, generalmente estos
profesionales son el grueso de la asistencia a Congresos Nacionales y siempre
han sido una buena fuente de ingresos para la Federación Médica
Venezolana y las compañías que organizan estos eventos. En segundo
lugar, en cuanto a la profundidad de sus conocimientos, estos galenos cubanos
son médicos generales o especialistas de baja calificación en su
país, quizas con una muy buena y sólida formación política
por parte del partido gobernante, siendo esto último lo que les ha
permitido calificar para formar parte de un programa de ayuda internacional.
Estas simples consideraciones son la base de múltiples argumentos que
permitirían determinar que NO es necesario importar médicos de
otros países hacia el nuestro.
Partan de esta simple consideración, los médicos que se han
marchado de Venezuela, son todos de muy alta calificación intelectual y técnica
y son punta de investigación y avance tecnológico en el sitio
donde se hallan (no son taxistas), sólo les menciono un solo nombre para
no cansar: Igor Palacios.
La idea que se debería manejar para respetar en algo la "Revolución"
que supuestamente se desarrolla en Venezuela, es convencer al gobierno no de
traer médicos cubanos, sino de buscar a todos los médicos
desempleados de este país, que no sólo son taxistas sino
visitadores médicos, asesores financieros al público de
instituciones bancarias, buhoneros, etc.; evaluarlos, determinar por tanto la
calidad de los mismos (no niego que muchos de ellos no han ido mas allá
solamente por cuestiones económicas) y clasificarlos. Los que tienen aun
oportunidad de superarse, pagarles una buena especialización.
Al resto sacarlos de los taxis, llevarlos al partido, hacerles un buen
trabajo de "concientización revolucionaria", y luego darles la
oportunidad de ir por esos caminos de Dios pregonando las bondades de la "revolución"
y prestando al pueblo la mínima asistencia sanitaria que necesita.
Con esto nada más se solucionan muchas disyuntivas que tiene esta "revolución"
como: 1.- Solucionar parcialmente el problema del desempleo. 2.- Dar asistencia
sanitaria mínima al pueblo. 3.- Cimentar el "mensaje revolucionario"
de nuestro bienamado y gran "líder", permitiendo que la "revolución"
al fin llegue al pueblo. 4.- Infiltrar desde adentro, colegios, federaciones y
asociaciones gremiales, que son actualmente un dolor de cabeza para el gobierno
ya que la "revolución" no ha podido llegar allí.
Este programa piloto de gran "originalidad", se puede implementar
posteriormente en otras profesiones que en nuestro país también se
hallan en situación crítica, tales como Abogados, Ingenieros,
Odontólogos, Farmaceutas, Economistas, Matemáticos, Físicos,
etc.
No necesitamos médicos cubanos, necesitamos ideas frescas y posibles
para resolver nuestros problemas sociales y económicos.
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