CUBANET .INDEPENDIENTE

10 de agosto, 2001


Cuentas mal sacadas

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, agosto - En Cuba se ha convertido en moda que funcionarios y periodistas oficiales traten de demostrar lo indemostrable: que un trabajador común pueda vivir y mantener a su familia con su salario.

En esta ocasión le correspondió el turno al señor Angel Rodríguez Alvarez, director del periódico Tribuna de La Habana, que en artículo titulado "Para sacar bien las cuentas", publicado el 5 de agosto, lo único que demostró fue un alto nivel de inexactitudes.

Para sus cálculos, el señor Rodríguez parte de un ingreso mensual de 300 pesos que -según él- equivalen a 15 dólares, pero de acuerdo con la tasa vigente (22 pesos igual a un dólar) sólo representan 13.63 dólares. Debe añadirse que el salario promedio mensual en Cuba en el 2000 fue de 249 pesos, o sea, 11.32 dólares. Por supuesto, existen millones de personas empleadas -como muestran los datos publicados por la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE)- que perciben ingresos inferiores a ese promedio, e inclusive cientos de miles que ni alcanzan los 150 pesos. Sin mencionar a los jubilados, que reciben una pensión promedio mensual de 104 pesos, cifra que equivale a 4.73 dólares al cambio oficial vigente.

En el artículo de Rodríguez, donde no se mencionan los daños que inflige a la sociedad cubana la creciente dolarización de la economía, se expresa: "La existencia de dos monedas es objeto de análisis constante entre los ciudadanos, y provoca, en ocasiones, confusiones e incomprensiones, especialmente entre aquellos segmentos de la población cada vez menores que no tienen acceso a la divisa".

Las confusiones e incomprensiones están más que justificadas porque en Cuba sin el billete verde es casi imposible la vida, y mediante el trabajo es muy difícil obtenerlo.

Según la intervención del ministro de Economía y Planificación José Luis Rodríguez en la Asamblea Nacional de diciembre pasado, únicamente el 26,2 por ciento de la fuerza de trabajo ocupada participa en sistemas de estimulación en divisas. Ello no quiere decir que siempre esos trabajadores reciban las pequeñas asignaciones, pues ello depende de complicadas y rigurosas condiciones, como es el requisito del cumplimiento del plan, que muchas veces se malogra por cuestiones ajenas a su voluntad.

Además, un número importante de cubanos recibe divisas de sus familiares o amigos residentes en el exterior, en particular de Estados Unidos. Expertos calculan que estas remesas, por su volumen, representan hoy el mayor ingreso neto en moneda extranjera llegada al país. Sin embargo, la mayoría de los ciudadanos carece de la suerte de contar con benefactores.

Asimismo, la dolarización ha provocado una significativa estratificación social, desvinculada de la capacidad y el aporte laboral de las personas, sin contar con otros efectos notablemente nocivos sobre los valores espirituales de la población y la propia economía.

En su trabajo periodístico el director del Tribuna de La Habana trata de magnificar las subvenciones estatales otorgadas a las magras cuotas de alimentos vendidas mensualmente a través del sistema de racionamiento a precios reducidos, que él mismo reconoce como insuficientes para satisfacer las necesidades familiares, y a diferentes servicios como si fueran dádivas del "generoso" estado al pueblo.

En primer lugar, no existe nada gratuito, sino la redistribución de las riquezas creadas por los trabajadores. Práctica que se lleva a cabo en muchas naciones, a mayor o menor escala, y que en algunas como Canadá o los países de Europa Occidental, en especial las nórdicas (Suecia, Noruega y Dinamarca), posee alcances extremadamente elevados, con lo que han obtenido avances envidiables en materia de educación, seguridad social, salud pública y otros servicios, con apreciable grado de eficiencia, sin que a nadie se le ocurra la idea peregrina de que esos logros son un regalo estatal.

Por otra parte, el director de Tribuna de La Habana expresa que las subvenciones también tienen un alto componente en divisas, sin tomar en consideración que infinidad de personas las generan directa o indirectamente con su labor y, no obstante, se les paga sus salarios en moneda nacional. Ejemplo de esto es el medio millón de trabajadores de la agroindustria azucarera, que elaboran el principal producto de la exportación cubana. Igual sucede con muchos obreros y empleados, cuyas producciones o servicios luego se venden en moneda convertible.

Por cierto, en el artículo de Rodríguez existe una gran equivocación cuando afirma que por 300 kilowatts se pagan alrededor de 27 pesos, cuando el precio exacto de esa electricidad consumida es de 49 pesos. Los primeros 100 kilowatts a razón de 9 centavos cada uno, y los restantes 200 a 20 centavos.

En conclusión, las cuentas no fueron correctamente calculadas. Sería oportuno que el director del Tribuna de La Habana las revisara, conjuntamente con algunos conceptos que no guardan relación alguna con la realidad cubana.


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