Alberto Pérez Giménez.
ABC - 7 de agosto
El dictador del Caribe está encantado con las protestas
antiglobalización. «Cientos de miles y millones van a protestar cada
vez con menos temor y más audacia. Este mundo se está ya
desestabilizando. Abran los ojos de los pueblos, desenmascaren a los falsos y a
sus mentiras e hipocresía, digan la verdad a los pueblos», arengaba
ayer a 600 jóvenes cubanos.
Que Castro es un artista de la hipocresía es una descripción
eufemística del último dictador de América. Fidel, el que
no permite elecciones libres, ni libertad de prensa, ni partidos políticos,
que explota a los obreros cubanos que trabajan en empresas extranjeras sin
libertad de sindicación ni asociación ni huelga y pagándoles
la décima parte de lo que el empresario extranjero da al régimen
por cada obrero, se alza como adalid de quienes buscan un mundo más
justo. Convendría recordar a los incautos cómo se las gasta el
comandante con quien intenta protestar en Cuba. Un ejemplo: el doctor Óscar
Biscet está encerrado y aislado en una cárcel desde noviembre de
1999 por poner en el balcón de su casa una bandera de Cuba boca abajo. A
Fidel le encantan las protestas, pero fuera de su isla-cárcel. Dentro,
las protestas sólo las organiza él. Como todo. |