Yupi Internet, agosto 3, 2001.
LA PAZ, Ago 2 (AFP) - El embajador de Bolivia en México, Gary Prado,
cuyo retiro procura la oposición mexicana, capturó al Che Guevara
mal herido el 7 de octubre de 1967 en la selva boliviana y lo entregó con
vida al coronel Andrés Selich, según varios relatos de la época
y un libro de su autoría sobre la guerrilla de Nancahuazú.
Prado está al centro de una polémica en México, donde
legisladores y algunas voces discordante mexicanas le han pedido su renuncia,
luego de un incidente hace una semana, cuando un escritor mexicano le arrojó
en la cara una copa de vino al grito de "¡A la salud del Che, asesino!".
El mítico comandante rebelde argentino-cubano fue herido a las 5 de
la tarde del 8 de octubre del 67 en un enfrentamiento entre la guerrilla y una
columna militar dirigida por el entonces capitán Prado en las cercanías
de la quebrada de El Yuro, de acuerdo con relatos de la época.
Tras un combate de horas y varios días después de abatida gran
parte de su movimiento guerrillero, Che Guevara recibió dos disparos que
lo dejaron mal herido.
El primero en tocar físicamente al legendario guerrillero fue un
soldado boliviano de apellido Jiménez. Luego apareció Prado, el
primer oficial en reconocer al maltrecho comandante rebelde.
"El Che tenía graves heridas y el asma le impedía
respirar", escribió Prado en un libro sobre la guerrilla de
Nancahuazú, que entre noviembre de 1966 y octubre del año
siguiente conmovió Bolivia.
Hecho prisionero y conducido por soldados junto a varios de sus compañeros
desde el Yuro hasta la comarca de La Higuera, el Che, introducido en el aula de
una humilde escuela, sostuvo un diálogo con el oficial boliviano.
Prado: "¿Cree usted que matando gente vamos resolver las cosas aquí?.
Che: "Mírese, usted usa armas y uniformes norteamericanos".
Prado: "¿Y si usara armas rusas sería diferente?,¿acaso
usted no sabe que hemos tenido nuestra revolución (en 1952)?".
Entre tanto, un mensaje cifrado redactado por la superioridad encargada de
la represión a la guerrilla partía desde el escenario de los
combates hacia el palacio Quemado de La Paz: "Hola Saturno, tenemos a Papá".
"En la Higuera, distante varios kilómetros del lugar de captura,
el capitán Prado entregó al prisionero al coronel Andrés
Selich...", dice un relato de la época.
Tras consultas y mientras el Che agonizaba en el interior de la escuelita en
La Higuera aquejado por fuertes dolores en aumento por las dos heridas de bala
recibidas en la quebrada del Yuro, la respuesta del gobierno del presidente
militar René Barrientos echó la suerte del mítico
comandante rebelde: "¡Saluden a Papá!". Un oscuro soldado,
Mario Terán, fue encargado de cumplir la tarea.
"Cuando llegue al aula el Che se incorporó y me dijo: usted ha
venido a matarme. Yo me sentí cohibido y bajé la cabeza sin
responder. No me atreví a disparar. En ese momento vi al Che muy grande,
enorme, sus ojos brillaban intensamente. Sentí que se me echaba encima y
me dio un mareo", relató luego Terán.
"Póngase sereno, apunte bien (le instó el Che). Entonces
di un paso atrás, hacia la puerta y disparé la primera ráfaga".
Los antecedentes de Prado llevaron a la legisladora Laura Alicia Garza,
presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores para Europa y Africa
del Senado mexicano, a pedir el miércoles pasado su renuncia, que ha sido
descartada por el funcionario.
"No, porque lo considero un incidente personal", dijo Prado al
referirse a la agresión que le infirió el filósofo Alberto
Híjar, la semana pasada durante la presentación de un libro.
El canciller mexicano Jorge Castañeda rechazó cualquier
posibilidad de que el gobierno del presidente Vicente Fox solicite el retiro de
Prado y aseguró que la administración mexicana asume su
responsabilidad de las decisiones que toma.
Prado fue designado embajador de Bolivia en México el 9 de noviembre
de 2000. A principios de este año recibió el beneplácito
del gobierno del presidente Vicente Fox y el 21 de marzo entregó sus
cartas credenciales ante el mismo.
En esa oportunidad, la senadora del PRD Leticia Burgos, secretaria de la
Comisión de Derechos Humanos del Senado, dijo que "la mayoría
de las organizaciones internacionales de derechos humanos sostiene que los
militares que participaron en la guerra sucia en las décadas de los 60 y
70 en América Latina no deben ostentar cargos civiles, y menos de la
importancia de una representación diplomática ante un país
(México) que en el exterior se precia de promover el respeto a las garantías
individuales". |