A paso de
bastón: la encuesta misteriosa
Manuel David Orrio, CPI
LA HABANA, agosto - Pudiera pensarse en una versión postmoderna y
criolla de los hungweiping de Mao Zadong, al verles vestir camisetas negras
sobre las que una inscripción estampada anuncia su pertenencia a las
Brigadas Universitarias de Trabajo Social. Pero, en verdad, sólo son
estudiantes que aceptaron trabajar durante parte de sus vacaciones de verano
como encuestadores voluntarios de un misterioso sondeo de opinión que se
realiza en La Habana.
No de extrañar sería que la encuesta misteriosa abarque a todo
el país, dado el carácter casi explosivo de algunas de sus
preguntas y la amplitud de la muestra de población seleccionada en la
capital, donde ya existen testimonios de haberse entrevistado a la totalidad de
los adultos residentes en un edificio. Los jóvenes llegan, con sus
sonrisas y papeles, mostrando una inocencia universitaria por la cual tantos
cubanos han pasado. La mayor parte de las veces son bien recibidos, la mayor
parte de las veces los encuestados aportan respuestas muy críticas,
afirman varios de los brigadistas devenidos sociólogos.
Interrogan, medio asombrados por la tranquilidad con que la gente formula un
ceremil de quejas, sobre asuntos tan diversos como la calidad de las
instrucciones primaria y secundaria, la eficacia del médico de la familia
y de la red de asistencia de salud, la verdadera influencia de las instituciones
culturales de la comunidad, o la efectividad de los gobiernos municipales,
comenzando por la gestión del delegado del Poder Popular (concejal). Poco
a poco salen a relucir intereses informativos más sensibles, como la
calidad de las programaciones radiales y televisivas, la atención real
que despiertan las llamadas mesas redondas del gobierno de Fidel Castro -ésas
donde se denosta a disidentes, sin derecho de réplica- y dos preguntas
muy notables: ¿por qué los jóvenes no continúan sus
estudios secundarios y por qué se cree que existe la delincuencia?
Llama poderosamente la atención el diseño poco científico
de la encuesta misteriosa. De inicio, se pregunta para que el interrogado
exprese sus opiniones libremente, las cuales se anotan casi al dictado. Por ningún
lugar se ve el sencillo procedimiento de crear una tabla de respuestas de máximo
a mínimo, que posibilite después la cuantificación estadística
de lo investigado, lo cual deja infinito espacio para todo género de
manipulaciones. Una encuestadora relató que el trabajo de campo en una
zona capitalina reveló la existencia de unos 500 niños con bajos
pesos y tallas para su edad. Pero una investigación posterior verificó
que sólo eran unos 100. La indagación inicial y su empleo de
tiempo estudiantil transcurrió bajo los supuestos de simple observación
o declaración de los padres, de modo que fue coser y cantar el
desautorizar el trabajo de campo, con la consiguiente frustración
extendida entre los encuestadores. ¿Por qué ocurrió esto, por
qué no se les instruyó adecuadamente de conceptos médicos
como el de percentil y no se les dotó de los medios necesarios para una
investigación rigurosa?
Una hipótesis plausible de tan raros manejos sociológicos
pudiera ser que el gobierno de Fidel Castro está empleando a sus
improvisados encuestadores como avanzadilla de una investigación mayor.
Otra, que se está ante una suerte de "apariencia de movimiento":
si la población es interrogada de modo como ése, puede pensar que
está en marcha la fase informativa de un plan de supuestas soluciones.
Algunos de los encuestados se sienten orgullosos de haber llamado al pan, pan, y
al vino, vino. Una deliciosa descarga de energía ciudadana que nadie sabe
qué traerá.
Otra conjetura, pues se está en el reino de las conjeturas, puede
significar la conciencia en algunos sectores de poder de que sus canales de
información son bien poco confiables. Por ejemplo, el programa
educacional televisado "Universidad pata Todos" -inspiración
personal de Castro- es mencionado en la prensa oficiosa como de gran aceptación
popular. Pero basta recorrer las calles habaneras en las horas de su transmisión
para constatar que tales afirmaciones distan de la realidad.
La encuesta misteriosa, entretanto, toca a las puertas de los hogares
capitalinos, envuelta en sonrisas y vestida con camiseta negra, lo cual invita a
recordar una palabras de Umberto Eco: "Alrededor de un libro prohibido.
Adso, alrededor de un libro prohibido".
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