Los canto y los celebro
Manuel Vázquez Portal, Grupo Decoro
LA HABANA, septiembre - Yo, Manuel Vázquez Portal, un granito de
arena, un hijo de Morón, me canto y me celebro. Y todo lo que digo de mí,
lo digo del centenar de colegas que desde 1995, cuando firmaba yo, desde la
agencia Cuba Press, con el sencillo pseudónimo de Pablo Cedeño, me
acompañan en el quijotesco empeño de hacer periodismo
independiente en un país amordazado.
Al principio éramos muy pocos, pero el amor y la verdad son
contagiosos. Crecimos a empujones y calabozos. Hoy somos todo un coro.
Confieso que me gusta la verdad y la enarbolo, la defiendo y acepto, que
muchas veces me cuesta caro decirla, y otras, me paga en demasía.
Mi único crédito es ese santo y seña que escribo al pie
de cada texto que, con pasión y miedo, logro garrapatear, y en el cual he
erigido, desde niño, mi título de hombre.
Admiro, asumo y perdono al megalómano que sólo habla de sí
y quiere ser noticia más que escribir noticia.
Admiro, asumo y perdono al malediciente que al tratar de poner manchas en
los otros se mancha a sí mismo.
Admiro, asumo y perdono al ignaro que pretende presentarse con la toga del
sabio y la espada del héroe.
Admiro, asumo y perdono al farsante que se apropia de las historias ajenas
para probar que existe.
Admiro, asumo y perdono al principiante que yerra y continúa, que
acierta y continúa, que aprende y continúa.
A todos los abrazo porque con todos soy sólo un simple testigo del
dogal que aprisiona a mi país.
Me declaro culpable. Yo asesiné al tirano que habitaba en mi sangre.
Me fue muy doloroso. Toda persona aspira a levantar el cetro en alguna ocasión.
¿Pero cómo podría denunciar a un tirano para implantar a
otro? Mi anhelo es que algún día todos reverenciemos la dignidad
humana.
No escucho las diatribas porque sé de antemano lo que dicen y ya mi
corazón es un buen cómplice. Si ofenden a los míos, que ya
saben son todos, los libero de culpas porque sé que la ofensa es la
lengua del odio.
Yo no tengo las llaves del infierno ni tampoco el camino del Edén. No
soy un triunfador ni un derrotado. Simplemente resisto, asido a mi tablón,
las furias del naufragio. Yo sé que la tormenta terminará y cuando
recalemos nos veremos los rostros.
No niego a mis hermanos, ya Abeles o Caínes, para anotarme yo todos
los méritos. Son espuma los méritos que el mar tira al cantil. Aquí
apoyo a un errado, allá disculpo a un torpe; aquí yerro yo mismo,
allá brindo disculpas; aquí absuelvo a un traidor; allá
calmo a un furioso; aquí tolero a un necio, allá cuido a un beodo.
Tengo tantos defectos, son tantas mis miserias, que las ajenas también
las hago mías. Si no fuera con todos no quisiera llegar.
Vengan a mi calvario los gordos y los cojos, los locos y los tímidos,
los tiernos y los rudos. La estrella individual no la apaga el vecino. Quien
tenga luz no tema de los vientos sin rumbo.
Yo, Manuel Vázquez Portal, sin más fuerza que una crónica
o un verso, sin más sabiduría que todos mis errores y sin más
protección que mi pellejo, los canto y los celebro porque cada palabra de
sus bocas es mía como cada partícula de mi cuerpo es suya.
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