Santa Claus de verano
Lucas Garve, CPI
LA HABANA, 15 de septiembre - Recientemente abrieron una cafetería en el interior de la conocida Manzana de Gómez. Ahí mismo, frente al Parque Central. Un oasis bien climatizado, un refugio para aliviar el calor de 30 grados Centígrados de La Habana en este último
verano del Milenio. Pero, esto no es algo novedoso.
El asunto curioso es la conjunción de detalles del establecimiento. Las mesas tienen unos mantelitos personales de nylon, con un diseño de Navidad: Santa Claus en trineo en viaje hacia el borde superior (¡Tírale que se nos va!), techos nevados y árboles de
Navidad (importados porque son árboles de origen europeo, ajenos al trópico) forman un paisaje que sólo tiene que ver con el frío de la climatización, la Coca-Cola y los paisanos cuyos rostros en medallón exhiben los dólares necesarios, para pagar la
cuenta. De más está decir lo último, pero tiene que ver.
Una niña escapada de la mano de su madre mira junto a mí a través del cristal que hace función de pared. Más bien de pecera. Dentro, unos cuantos peces gordos y flacos otros, pero con dólares de rostros en medallón. No entramos la niña y
yo, nos quedamos fuera. No tenemos dólares.
Dentro del establecimiento tres o cuatro mesas ocupadas por parejas que discuten acerca del amor -discutir sobre amor en frío es mejor para las relaciones afectadas- o, puede ser también sobre los precios del menú. Un menú a base de comida ligera. Fast-food.
A pesar del cristal, regresa mi atención al Santa Claus volando en su trineo hacia Dios-sabe-dónde desde el paisaje de nylon. Voy a escribirle una carta. Desde ya, en medio del verano. El último verano del Milenio bajo el Trópico de Capricornio. 9
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