CUBANET ...INDEPENDIENTE

6 de septiembre, 2000



Nostalgia

Miguel Angel Ponce de León, Grupo Decoro

LA HABANA, septiembre - Alguien, hace mucho tiempo, me definió la palabra amistad a través de otra palabra: complicidad. Quizás haya acertado. Yo, si no incluyo la palabra amor, no puedo hablar de amistad.

Parto de las brumas en las cuales me sumerjo durante largos períodos para desesperadamente asirme a trozos de realidad. Realidad que más que vislumbrada es intuida. Es cierto que las brumas me aíslan, me protegen, de la monstruosa pesadilla impuesta como surrealidad, por la alevosa y sutil dictadura que dura ya cuarenta y un años en este hermoso archipiélago.

Hoy, sentí los primeros rayos del sol, muy cerca del mar, contemplando el castillo de La Fuerza. Esperaba la 27 para ir a una cita donde algunos periodistas independientes tendríamos un encuentro con amigos suecos del Swedish Internacional Liberal Center. ¿Recuerdas aquella madrugada en la que tú y Carlos bajo una fina llovizna, vinieron a contemplar aquél barco que equivocando su ruta, penetró hasta la mitad de la calle, ahí, frente a los jardines del Castillo? ¡Cuánto ahora envidio vuestra capacidad de asombro! ¡Cuánto ahora envidio el amor a la vida y la ingenuidad de Jorge!

Llegué al lugar a la hora señalada. En menos de media hora me vi rodeado de gente vital, llena de planes y con fe en que su actuar repercutirá como debilitante del poder establecido. ¡Cuán lejos (y cuán cerca) estoy de ellos! Ellos tienen esperanzas y sueños. Algunos creen firmemente que encontrarán en otras playas lo que no encuentran en las suyas. Yo estoy más cerca de Kavafis.

Una hora transcurrió cuando un nuevo invitado penetró en la sala diciendo que los periodistas suecos fueron sacados de sus camas por oficiales de Inmigración y llevados a un lugar desconocido. ¡Qué terrible es el corazón del hombre! Sentí regocijo ante la estupidez cometida por las autoridades cubanas. Pensé en lo excitante que sería para los nórdicos la experiencia. Para nosotros quedaba la marginación. ¿Invisibilidad?

Salí. Conversando con Vázquez Portal disfruté de una Habana que cada vez me recuerda más a Calcuta con sus rickshaws y todo. ¿Calcuta o Bombay? ¡Qué más da! Sin la poesía que Salman Rushdie les extrae en Los Hijos de la Medianoche. Atestadas sus aceras por gentes que un sol implacable y una angustia infinita llena de desesperanza les obliga a hacer lo imposible para conseguir lo indispensable. Para vivir este día.

Vázquez Portal, como un duende benévolo, me hacía transitar por las calles de la región más transparente del aire de Carlos Fuentes. ¿Se irá él también hacia esa otra realidad? ¿Quién me quedará?

Te escribo en una madrugada fresca después de haber vivido un día agotador. Del radio brota un excelente jazz norteamericano. ¿Serán realmente nuestros enemigos? ¿O seremos nosotros, los cubanos, así como suena, los únicos responsables de este experimento abortado y diabólico? ¿Cuánto más tendremos que dejar de nuestras vidas y de nuestras almas en esta lucha ya inútil? No espero que me respondas. Tú te has convertido en el pretexto. Y también en el cínico, bello y humano pasado que recuerdo. Me regalaste a Marcel Proust y los claveles que Carlos, con amor, cultivaba en la azotea. Me dieron ambos una familia y una Navidad con un árbol lleno de velitas que lo incendiaron. Me dieron amor.

¡Amor! ¡Cuánta falta le haría a este pueblo que posee más médicos por habitante que Dinamarca, pero sin medicinas, que regalaran en las calles los ensayos de Octavio Paz sobre el amor, sobre todo la Doble Llama! La crisis de valores y económica nos ha convertido en nuestros propios depredadores. Ya el sistema, desde el principio, insertó en la sangre de las masas la delación como cualidad destacada. Una madre o una esposa al esconder al hijo o al marido prófugo no están protegidas por la ley. La recuperación ética del cubano residente en la Isla no será rápida. Quizás pase una generación para que ello suceda. ¡Amor!

Querida amiga, el poder trasmitirte mis terrores, me salvó. Quizás estuviera a estas horas muerto o loco. ¿Cómo luchar contra un grupo de delincuentes protegidos por una policía corrompida? Pero fueron -¿quiénes?- sensibles a las denuncias y gritos de auxilio que te envié por fax. Todo siguió igual, pero cambiaron la forma de operar y me dejaron tranquilo. ¿Por cuánto tiempo? Eso no sabría decirlo. Espero que sea para siempre.

Existe un Poder Maligno que desde que te envío mis crónicas, mis intentos por acercarme a ambos, desbrozó mi alrededor de amistades, convirtiendo en un erial mi entorno. Pero me quedan ustedes y los que acceden a nosotros en la red. Y mis ex-amantes. Y la noche. El amor.

Los volveré a ver después de veinte años. No serán los mismos. Yo tampoco. Quizás no tenga palabras en ese momento para dirigirme a ambos, pero sentirán mi corazón latir aceleradamente cuando los abrace otra vez. Pleno de ternura. Quizás en ese momento lo más emocionante para mí sea escuchar la voz ronca de Carlos tal y como la oigo cuando pongo en mi radio Tempranito y de Mañana.

Desde las brumas.

Desde el pasado.

Ponce



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