Plan
"escuela al campo" impone pésimas condiciones de vida a
escolares
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, noviembre - Las secundarias básicas urbanas en la
ciudad de Pinar del Río comenzaron este mes el llamado plan la "escuela
al campo", una etapa verdaderamente dura para esos menores de edad.
La "escuela al campo", que consiste en que los alumnos viven 45 días
en barracas en zonas rurales y son obligados a realizar labores agrícolas,
se ha caracterizado -y este año no es una excepción- por las pésimas
condiciones de alojamiento y de alimentación en que se mantiene a los
estudiantes.
De no participar en esta etapa los escolares serán limitados en sus
aspiraciones de cursar estudios superiores y una nota negativa quedará
escrita en su expediente: mala actitud política-ideológica.
Estudiantes que padecen serias enfermedades (asmáticos grado III, alérgicos,
ulcerosos, enfermos cardíacos, diabéticos y otros) se ven prácticamente
obligados a asistir a la "escuela al campo" a pesar de poseer
certificados médicos avalados por una comisión de especialistas
autorizada para ello.
Las escuelas presionan a los padres para que éstos manden a sus hijos
a la "escuela al campo" a fin de cumplir los por cientos de
participación exigidos por el Ministerio de Educación.
Son pésimas las condiciones y la alimentación que reciben los
menores en los llamados campamentos, que no son otra cosa que viejos almacenes
abandonados o casas de tabaco u otros inmuebles usados como albergues. "Parecen
cuevas de ratones", declaró un escolar de Pinar del Río.
Pisos de tierra, literas de madera y bastidor de saco de yute, colchonetas
deterioradas, letrinas rústicas como baños sanitarios quedando los
de las hembras y los varones separados solamente por una delgada lámina
de cartón tabla.
En cuanto a la alimentación predomina el potaje de chícharos,
grano al que los estudiantes llaman jocosamente "chinatas navegando en agua",
algunas cucharas de arroz y una que otra pasta cárnica de dudosa
procedencia o revoltillo de huevos en los mejores días de esa etapa de
trabajos agrícolas.
Los padres están obligados a trasladarse hasta los campamentos varias
veces a la semana, para llevarle a sus hijos algún alimento extra que
refuerce su deficiente dieta. No todos los padres pueden comprar alimentos
adicionales y tampoco todos pueden pagar un transporte que los lleve hasta el
lugar donde fueron destinados sus hijos. Para ello contratan a choferes de
camiones particulares y libran verdaderas batallas campales para acceder a esos
vehículos, que se hacen pequeños ante el número de personas
que viajan en ellos.
Se puede agregar que las familias tienen que proveer a los estudiantes de sábanas,
toallas, jabón, colchas, ropa y calzado para trabajar en el campo, pues
el Ministerio de Educación sólo les entrega a los escolares un par
de tenis al concluir los 45 días de la "escuela al campo".
Esta información ha sido transmitida por teléfono,
ya que el gobierno de Cuba no permite al ciudadano cubano acceso privado a
Internet. CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores, y autoriza
la reproducción de este material, siempre que se le reconozca como
fuente.
|