Engaño
al cliente: enfermedad social
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
LA HABANA, noviembre - Importantes analistas oficiales afirmaron que "los
que roban en Cuba no son precisamente los más menesterosos". Y después
añadieron que quienes roban buscan el lujo y no satisfacer algunas de las
tantas carencias que hoy padece la mayoría de la población.
En el 36 por ciento de las miles de inspecciones que en apenas cinco días
se realizaron en todo el país, se detectaron fraudes de precios y otros
delitos que se identifican como "agresión al cliente".
Tales prácticas, que no constituyen acciones aisladas, laceran
gravemente la moral de los trabajadores de ese sector y deforman a los jóvenes
empleados.
No faltan quienes se pregunten qué hacen al respecto los miembros del
Partido Comunista y sus sindicatos afiliados, y tampoco quienes consideran y
llaman a estas agrupaciones "organizaciones de escenografía".
Sí, evidentemente, en ese actuar hay un fermento ideológico
contrario al sistema comunista -al decir de figuras oficiales- pues, con tal
proceder, se reta al omnipotente poder estatal.
No ha faltado la idea de que sea el pueblo quien denuncie tales felonías,
pero la gente duda de que por esa vía el problema tenga solución y
sí está conciente de que esa idea es parte de la estrategia de
crear una cultura de la delación en la sociedad cubana. Obviamente, todos
saben quién debe resolver la crisis: el juez y parte absoluta.
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