Pablo Sanz. Martes, 21 de noviembre de 2000.
El Mundo. Martes, 21 de noviembre de 2000.
Formaciones: Jerry González & Fort Apache,
Bebo Valdés y Paquito D'Rivera Quintet./ Fechas: 16, 17 y 18 de
noviembre./ Escenario: Teatro Albéniz.
MADRID.- El jazz latino es un sentimiento contemporáneo de la música
popular, y, como tal, su expresión revela una historia de abrazos y
encuentros. Tres nuevas secuencias del musical Calle 54 descargaron en el Albéniz,
y las tres mostraron diferentes respiraciones; una tradicional, la de Bebo Valdés;
otra contemporánea, la de Paquito D'Rivera; y otra vanguardista, la de
Jerry González.
Con independencia de las estéticas e intenciones y atendiendo al peso
y calado de los sentimientos evocados, el gran triunfador fue el octogenario
Bebo Valdés, que supo hacer de su largo caminar una experiencia cargada
de emociones nuevas y definitivas. Su recital fue un paseo privilegiado por las
canciones de Cuba, las vividas y las soñadas, una demostración de
cómo la buena música puede parar el mundo, permitir el abrazo del
enemigo y dar sentido a la vida.
Bebo repasó a sus compositores de cabecera, desde Matamoros y
Lecuona, Gershwin y Bauzá, leyendo en voz alta una literatura pianística
que descubría en cada nota un mar de poesía. ¿Cómo se
puede tocar tan despacio y provocar, al tiempo, tal velocidad de sensaciones? Su
versión de El manisero fue antológica y la actuación entera
una descarga de belleza y felicidad.
La dicha fue completa con la presencia del gran Patato Valdés, un melódico
del ritmo que estuvo sublime con las congas y enorme en un zapateado improvisado
que se marcó. También estaba anunciada la visita del contrabajista
Cachao, que a última hora fue sustituido por su colega Joe Santiago, un
gran intérprete de las cuatro cuerdas al que le pusieron un instrumento
con la respiración ronca, y, claro, su discurso no se entendió.
Mucho mejor estuvieron Fernández, con el güito y la flauta, y Rikard
Valdés, con los timbales.
En dirección contraria habría que acotar los recitales de
Jerry González y Paquito D'Rivera, que no acabaron de rematar; aquél
por culpa de la compañía, éste por la comercialidad. Al
apache Jerry González le falló la tribu, ya que a su lado tenía
un saxofonista tan acrobático como insustancial, Joe Ford, y un pianista
que sólo tocaba con la mano derecha, Bill O'Connell. La reunión se
salvó gracias a las aportaciones rítmicas de su hermano Andy al
contrabajo y Steve Berrios a la batería.
Paquito D'Rivera, por su parte, desplegó un jazz de fácil
acceso que tuvo dedicatorias para su amigo Miliki, el maestro Bebo Valdés
y el anfitrión Fernando Trueba. Panamericana, una pieza que incluía
citas de son, tango, samba y jazz, resumió los parámetros de su
recital, en el que destacó un brillante trompetista, Diego Urcola. |