¿Mentira
o ineficiencia?
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, noviembre - Según fuentes oficiales el 96,2% de la
fuerza laboral disponible en el país se ocupa en diversas funciones
productivas. Esto significa que 4,3 millones de cubanos deben producir lo
necesario para que 6,8 millones crezcan, estudien, cuiden el país o
descansen durante sus últimos días en este mundo.
Entre estas magnitudes se da una relación que obliga al análisis.
Cada trabajador cubano debe producir, en teoría, para 1,57 ciudadanos
ajenos a la creación de bienes de consumo o servicios. La cifra en cuestión
es muy baja, de donde se desprende que el bienestar social del pueblo cubano debía
ser alto. Si a ello unimos que uno de cada nueve cubanos tiene calificación
superior, aparecen decenas de interrogantes.
¿Cómo es posible que la primera industria nacional, la
azucarera, esté en la aguda crisis en que hoy se debate, debido a la
falta de caña, bajos rendimientos, pérdida de áreas de
cultivo y altos índices de enyerbamiento?
Imposible de comprender que los rendimientos agrícolas en viandas,
vegetales, granos y hortalizas apenas rebasan un 40% del potencial de los suelos
agrícolas cubanos, o que nuestra ganadería esté, en número
de animales, por la mitad del rebaño de la década del 50, y que su
rendimiento lechero ronde los cuatro litros por vaca en ordeño. Sólo
citamos los ejemplos que más se repiten.
Altos índices de fuerza de trabajo y elevada calificación de ésta,
unido a una supuesta identificación ideológica con los líderes,
difícilmente resultarían en este desastre que vemos y sufrimos hoy
en Cuba.
¿Serán inciertas estas cifras, o es que la ineficiencia corroe
al país, desperdiciando el empeño y esfuerzo productivo de toda
una nación?
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