A
propósito de un aniversario
Claudia Márquez Linares, Grupo Decoro
LA HABANA, noviembre - Como cada año, este 16 de noviembre se celebra
otro aniversario, esta vez el 481, de la fundación de la Villa de San
Cristóbal de La Habana. Es cierto que hay divergencias en cuanto a la
fecha exacta del acto fundacional de la capital de Cuba, pero lo que resulta
ineludible es que cada noviembre los capitalinos festejen el cumpleaños
de su ciudad.
Sobre el estado en que se encuentra la capital se ha escrito mucho. Cierto
que es lamentable y pareciera que sólo la providencia pudiera salvarla de
la destrucción total.
A pesar de que aquí y allá construyen algún hotel y de
que en la parte más antigua se realizan restauraciones, ellas sólo
están en función del interés turístico de las
edificaciones. En esa zona de la ciudad la mayoría de las construcciones
permanecen en estado ruinoso e incluso con peligro para la vida de quienes la
habitan.
Pero como toda ciudad no está compuesta únicamente de
edificaciones, quiero referirme a quienes viven en ella que son los que le dan
vida y alma. La Habana, como muchas otras ciudades, es cosmopolita. Gran parte
de sus habitantes provienen de otros sitios. Sin embargo, este fenómeno
en la capital cubana es de grandes proporciones. Hoy en día es muy difícil
encontrar un "habanero de La Habana". Los que provienen de otras zonas
del país, además, no son personas con hábitos urbanos.
No se trata, por supuesto, de recriminar a quienes provengan de otros
sitios. Sería imposible, pues son la mayoría. Tampoco es certero
decir que solamente los legítimos habaneros se comportan correctamente.
No todos son iguales. Y si observamos, notamos que en muchas otras ciudades del
país existen costumbres de sana convivencia. No obstante, y paradójicamente,
la capital presenta la peor situación en este sentido.
Otros aspectos que inciden en el deterioro de las relaciones humanas son los
relacionados con la baja calidad de vida de la inmensa mayoría de los más
de dos millones de capitalinos. Estos conviven inmersos en el hacinamiento, pésima
higiene, crítica situación en el transporte público. No es
difícil, por ejemplo, en municipios céntricos como Centro Habana,
Habana Vieja, Cerro y en el propio Vedado, encontrarse a los vecinos peleando
entre sí para garantizarle a sus familias el abastecimiento de agua, uno
de los servicios más deficientes de la ciudad.
En la antigua Roma se decía: "Suavitas Morum, condimentuum
amicitiae", es decir; "La amabilidad y suavidad en las costumbres es
el condimento de la amistad". Y de esto se trata. De hacer más
llevadera y grata, con las buenas costumbres personales y a pesar de las
circunstancias, la vida en La Habana que, poco a poco, si San Cristóbal
no intercede pronto no será ni la sombra de lo que fue en otros tiempos.
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