CUBANET... INTERNACIONAL

Noviembre 13, 2000



A Cuba se le pasó el enojo

Politica exterior: La Habana designó a un nuevo embajador en Buenos Aires

Siete meses después de retirar a su representante en la Argentina, el gobierno de Fidel recompone con la Alianza

Por Ana Gerschenson. De la redacción de Clarín digital. Argentina. Sábado 11 de noviembre de 2000.

Se les pasó el enojo. El gobierno cubano designó a Alejandro González como nuevo embajador de La Habana en Buenos Aires.

La llegada del diplomático, este fin de semana, marca el inicio de un reacercamiento del gobierno de Fidel Castro con Fernando de la Rúa, seis meses después del portazo que pegó el ex embajador Nicolás Rodríguez, al abandonar la Argentina.

En abril, Cuba había ordenado el regreso anticipado de su embajador a La Habana. Eso ocurrió días después del voto argentino en la ONU a favor de una condena al gobierno de Fidel por violaciones a los derechos humanos.

"Me voy ofendido, defraudado y engañado" por De la Rúa, dijo Rodríguez casi en la escalerilla de su avión.

Seis meses después de ese despegue abrupto, las relaciones prometen endulzarse. Por lo pronto, la designación del alfonsinista Oscar Torres Avalos como embajador en Cuba aceleró el descongelamiento del enojo caribeño.

El diplomático tiene planeado hacerse cargo de la representación en la capital cubana a principios de diciembre. Pero ya está trabajando intensamente por recomponer las cosas con el gobierno de Fidel desde Buenos Aires.

Por lo pronto, mantuvo varias reuniones con el titular del BICE, Diego Yofre, con quien tiene una añeja relación personal. El tema principal de las conversaciones apuntó a activar cuanto antes la renegociación de la deuda de 1.800 millones de dólares que Cuba tiene con la Argentina.

La idea del dúo es que, dadas las sombrías perspectivas de lograr el pago cubano en el mediano plazo, la Argentina consiga, a cambio, "privilegios arancelarios" y facilidades extra para invertir en la isla, uno de los pocos mercados no bien explo tados del planeta.

De hecho, Yofre ya tiene pasaje a La Habana y citas para esta semana con funcionarios cubanos dispuestos a analizar estas alternativas.

El plan de Torres Avalos es intenso. Aún antes de desembarcar en la isla caribeña, el diplomático inició las gestiones oficiales para que a su llegada una plaza de La Habana lleve el nombre de la Argentina. El nuevo espacio tendrá su propio monumento: un busto de Domingo Faustino Sarmiento, que el embajador piensa transportar desde San Juan.

La distensión diplomática tiene su correlato en Buenos Aires. Alejandro González, ex vocero de la cancillería castrista, aterrizará entre hoy y mañana en Ezeiza y planea presentar sus cartas credenciales ante el presidente Fernando de la Rúa esta misma semana, confirmaron a Clarín fuentes de la embajada.

La apuesta de esta nueva etapa es la reconciliación después de la condena en la ONU que enfureció a los cubanos.

Y las señales políticas de hoy apuntan a que la Argentina no vuelva a levantar la mano condenatoria en abril próximo, cuando se vuelva a votar en Ginebra.

Por lo pronto, Torres Avalos manifestó públicamente su rechazo terminante a la decisión de la Cancillería como diplomático y dirigente del radicalismo. Al igual que Raúl Alfonsín. Y no es un secreto que aún sostiene esa misma posición.

Lo cierto es que recién un año después de que la Alianza habite la Casa Rosada, alguien volverá a sentarse como representante argentino ante el gobierno de Fidel.

Torres Avalos promete recuperar el tiempo perdido. "Fidel Castro y Fernando de la Rúa son dos personas inteligentes que no pueden dejar de encontrarse", le dijo ayer el embajador a este diario. Fue una manera de apretar a fondo el acelerador de la reconciliación.

La relación con Menem

Carlos Menem le mandaba vinos de su bodega personal y Fidel Castro le retribuía con aroma de habanos bien estacionados. Sin embargo, las relaciones diplomáticas entre Cuba y la Argentina siempre contrastaron con los gestos de amabilidad que se prodigaban ambos mandatarios.

La Argentina de Menem nunca se apartó del alineamiento automático con Washington, y mucho menos cuando tuvo que ponunciarse con furia en contra del gobierno de Castro en los foros internacionales, en donde condenó sistemáticamente al mandatario caribeño por violaciones a los derechos humanos.

Menem quiso caminar por las callecitas de La Habana. Pero no pudo. La presión estadounidense fue lo suficientemente contundente como para que suspendiera el viaje en más de una ocasión.

Pero si algo caracterizó a la relación bilateral durante la década menemista fueron los duelos discursivos que protagonizaban Menem y Fidel en cada uno de los encuentros de mandatarios internacionales. Una competencia inexplicable por ocupar el centro de atención de esas reuniones.

Se suponía que la llegada de la Alianza cambiaría los vinos y los habanos por un acercamiento político, similar al que sostuvo el gobierno de Raúl Alfonsín al principio de los ''80. Hasta ahora no hubo habanos ni copas. Pero sí un voto de condena a Cuba en las Naciones Unidas.

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