CUBANET... INTERNACIONAL

Noviembre 9, 2000



Cuba exige garantías para las presuntas etarras detenidas tras salir de su Embajada

M.Vicent / P. Egurbide, La Habana / Madrid.El País. Noviembre 9, 2000

Las autoridades de La Habana han pedido al Gobierno español que dé garantías de la "integridad física" y del "respeto de los derechos" de Ainara Esteran y Nerea Garro, las dos presuntas etarras detenidas el miércoles en Madrid después de que se les negara asilo político en la Embajada cubana. En un comunicado publicado ayer, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba solicita también que las autoridades españolas informen de la "situación" de las detenidas. La nota oficial no hace referencia a la supuesta vinculación de Esteran y Garro a la banda terrorista ETA.

El Ministerio español de Asuntos Exteriores optó ayer por quitar importancia a esta nota cubana, quizás por lo que pudiera tener de provocación derivada del malestar que suscitaron en La Habana las actuaciones del Gobierno de Madrid en relación con los cubanos que han buscado asilo en delegaciones diplomáticas españolas.

El propio comunicado del ministerio cubano recuerda que las garantías pedidas ahora por Cuba son las mismas que en el pasado solicitó la Embajada española en la capital cubana cuando ciudadanos cubanos penetraron y permanecieron en dicha delegación durante "días y semanas enteras". Según La Habana, estas personas "recibieron siempre del Gobierno cubano las garantías requeridas por el Gobierno español".

En 1990, dieciocho cubanos se refugiaron en la misión diplomática española en La Habana y permanecieron en ella durante varios meses. Posteriormente, en diferentes ocasiones, otros ciudadanos cubanos penetraron igualmente por la fuerza en la Embajada española, pero fueron "convencidos" por funcionarios españoles de que saliesen por propia voluntad. El último caso conocido es el de dos cubanas de nacionalidad española, Karelia Deulefou y su hija Gabriela, quienes entraron en la Embajada española el 28 de marzo pasado y llegaron a pasar una noche en el recinto diplomático.

La cumbre de Panamá

La petición de garantías para las presuntas etarras a la que ayer dieron publicidad las autoridades cubanas se produce en vísperas de la Cumbre Iberoamericana de Panamá, donde, el próximo día 17, muy probablemente, Fidel Castro volverá a coincidir con el rey don Juan Carlos y el presidente del Gobierno, José María Aznar. La edición de esta reunión en 1999, celebrada en La Habana, marcó una clara recuperación de las relaciones hispano-cubanas, que se habían deteriorado tras la llegada del PP al Gobierno.

La despreocupación del ministerio español de Exteriores por el incidente de ayer parecía sincera, en la medida en que la Oficina de Información Diplomática tardó horas en hallar la pista de las dos comunicaciones que los cubanos decían haber realizado en relación con este tema. Tanto el ministro, Josep Piqué, como el secretario de Estado para América Latina, Miguel Ángel Cortés, ignoraban el requerimiento cubano a las 16.30 de ayer. Sin embargo, la primera comunicación sobre el tema databa de las 10 de la noche del pasado lunes, 6 de noviembre, y consistió en una llamada telefónica del ministro consejero de la Embajada cubana al funcionario español de guardia en Exteriores. La segunda, fue una nota verbal de la embajadora en Madrid, Isabel Allende, entregada en mano en Exteriores a finales de la mañana del martes.

El comunicado hecho público en La Habana incluye un relato preciso de los hechos. Según el ministerio cubano de Exteriores, alrededor de las nueve de la noche del día 6 "dos ciudadanas saltaron la cerca que limita el acceso al área exterior de la Embajada de Cuba" en Madrid. Inmediatamente después, un vigilante que se encontraba allí llamó a la policía "temiendo que se tratara de una provocación o agresión a la sede diplomática". En el jardín, las dos mujeres plantearon al custodio que eran "perseguidas" y dijeron que querían ingresar en la legación, a lo cual el guardia se negó.

A los pocos minutos, prosigue el comunicado, llegó a la Embajada un diplomático cubano que "logró persuadir a dichas ciudadanas para que desistieran de su propósito", tras explicarles que no existen acuerdos de asilo entre Cuba y ningún país de Europa.

Las dos presuntas etarras abandonaron el recinto diplomático "voluntariamente" una hora y cuarto después, indica la nota, tras lo cual fueron detenidas.

Integridad física

El comunicado afirma que, tras conocer los hechos Isabel Allende, la Embajada se puso en contacto con el ministerio español de Asuntos Exteriores para comunicar lo sucedido y solicitar además "que la solución tuviera lugar con pleno respeto a las normas diplomáticas y de la integridad física de las personas que solicitan asilo". La OID comenta a este respecto que el ministerio recibió una llamada telefónica sobre las 10 de la noche del día 6, en la que fue informado de la situación y de que el asilo político no se concedería; y otra llamada unos diez minutos más tarde, en la que la delegación cubana indicó que las dos mujeres ya habían salido de la Embajada.

En el comunicado publicado ayer en La Habana se asegura que "el Gobierno de Cuba sólo tuvo conocimiento de esta situación varias horas después de lo ocurrido", y se dice que la Embajada de Cuba en Madrid fue instruida "inmediatamente" para que enviase al Ministerio de Asuntos Exteriores español una nota en la que reiteraba "la solicitud de garantías para la integridad física de dichas ciudadanas, el más cabal respeto a sus derechos e información sobre la situación de las mismas".

Una fuente de la OID informó a este periódico de que, por simple falta de tiempo, esta nota aún no había sido respondida, y añadió que, en cualquier caso, Cuba tendrá la confirmación deseada de unas garantías "que son obvias, al ser España un Estado de Derecho". La misma fuente añadió que, con todo, en este caso prevalece la satisfacción por la colaboración antiterrorista prestada por las autoridades cubanas.

En virtud de un acuerdo entre los Gobiernos español y cubano, desde 1984 permanecen deportados en la isla una decena de militantes históricos de ETA político-militar y de ETA militar. Algunos de ellos han abandonado la isla, y uno, Peio el Viejo, fue detenido tras entrar ilegalmente en Francia.

La isla acoge etarras desde 1984 por un acuerdo con el Gobierno socialista

EL PAÍS, Madrid

Cuba viene acogiendo etarras desde 1984 en función de "un acuerdo" en ese sentido "con el Gobierno socialista de Felipe González que piensa seguir cumpliendo". Así de categórico se mostró su presidente, Fidel Castro, en febrero de 1998, en La Habana, ante una delegación del PNV que se interesó por la situación de ese grupo. Iñaki Anasagasti y Joseba Egibar, portavoces del partido que preside Xabier Arzalluz, informaron entonces de que, según Castro, "la disposición cubana era la de no crear problemas" con su actitud hacia los miembros o ex miembros de la banda terrorista afincados en su territorio.

En esa época, ya con el PP en La Moncloa, las relaciones entre el Ejecutivo español y el cubano eran muy tensas tras la retirada por parte de las autoridades isleñas del plácet a José Coderch como embajador. José María Aznar insistía en que el régimen castrista había utilizado su política de asilo a los etarras como un resorte de presión en sus relaciones con España y le exigía garantías de que no ampararía a ningún prófugo de la justicia española ni permitiría el regreso a la clandestinidad de los militantes residentes en la isla.

La reclamación del Ejecutivo español en su diálogo con el cubano respondía, entre otras razones, a su convicción de la simpatía de ETA y HB por la revolución castrista y la participación directa de etarras en la sandinista, que contó con el pleno apoyo de Cuba. Por ejemplo, Eusebio Arzalluz Tapia, Paticorto, considerado como uno de los máximos responsables del aparato logístico de la organización terrorista, intervino activamente en la lucha planteada a la contra nicaragüense.

La política de deportación

Cuba, en efecto, fue el destino, en el marco de la política de deportación negociada por el Gobierno socialista con Francia, de diversos activistas de ETA, algunos de ellos, como Jesús Abrisqueta Corta, Txutxo, y José María Larretxea Goñi, acusados del asesinato del capitán Alberto Martín Barrios en octubre de 1983. Ambos, junto a José Antonio Múgica Arregi; Carlos Ibarguren, Nervios; José Ángel Urteaga Martínez y José Miguel Arrugaeta San Emeterio cursaron estudios universitarios en la Universidad de La Habana y recibieron subvenciones económicas del régimen castrista, que les dio trato de representantes políticos.

Más recientemente, en mayo de 1998, con ocasión del desmantelamiento de parte del entramado financiero de ETA y su entorno en una operación dirigida por el juez Baltasar Garzón, se descubrió que varias de las empresas legales de la banda han invertido decenas de millones de pesetas en Cuba en los últimos años. Así, según el juez, la sociedad Gadusmar, de Bermeo (Vizcaya), se constituyó en Bilbao en diciembre de 1994, y dos años más tarde, en 1996, nombró a Nervios y a Agustín Azkarate Itxaurrondo, Kapela, como sus apoderados en la isla.

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