La zafra no sólo se hace con caña
de azúcar
Víctor Rolando Arroyo, UPECI
PINAR DEL RIO, noviembre - La caótica situación en que se
desenvuelve la agroindustria azucarera de Cuba va más allá de los
problemas productivos que la afectan hace años.
El ministro del Azúcar reconoció como imprescindible que los
funcionarios administrativos y de dirección se vincularan con el casi
medio millón de trabajadores de ese ramo, que conocieran su pensamiento
y, además, que es imprescindible hacerlos partícipes de los
procesos que se llevan a cabo para lograr la recuperación de esa
deprimida esfera de la producción.
Tales expresiones del más importante directivo del Azúcar
viene a corroborar la dicotomía existente entre obreros y sus familiares
por una parte, y directivas administrativas y sindicalistas oficiales por la
otra; donde la peor parte la llevan los primeros.
Para nadie es un secreto cuánto ha descendido el nivel de vida en los
bateyes y poblados de los centrales azucareros. La primera industria del país
está muy lejos de ser la otrora locomotora que nos movía hacia el
desarrollo. La situación ha llegado al punto en que diversos analistas
oficiales aconsejan públicamente mejorar las condiciones de vida y de
trabajo en las zonas cañeras de la Isla, lo que de seguro traerá
como consecuencia mejores resultados productivos.
Cifras oficiales sitúan en un 20 por ciento el tiempo real empleado
en el cultivo de la caña. Por ello, las plantaciones no sólo están
enyerbadas muy por encima de los parámetros permisibles, sino que las áreas
cultivadas disminuyen. A esto se suma que los trabajadores agrícolas
prefieren emplear sus esfuerzos en labores donde puedan solucionar el sustento
de sus familias.
El Ministro reclama cohesión y unidad por medio de un cambio en los métodos
de trabajo de los 6 mil directivos del sector, exigiendo que ya es hora de ver
los resultados que debe arrojar el hecho de destinar hasta un 60 por ciento del
presupuesto ministerial para la producción de caña.
La renovación anual de casi una quinta parte de la superficie cañera
del país y los enormes gastos que esto implica no son los aspectos
esenciales para revertir la situación vigente. Olvidaron al hombre y ello
tiene un costo bien palpable: hoy, más de cuatro decenas de fábricas
de azúcar no muelen por falta de caña. Pero parece que la lista
pudiera aumentar.
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