"¡Vivan los derechos
humanos!" / María del Carmen Carro
María del Carmen Carro, UPECI
LA HABANA, 6 de noviembre - El Dr. Oscar Elías Biscet, dirigente de
la Fundación Lawton de Derechos Humanos, exclamó: "Esto es
para meternos presos". La exclamación la hizo el 1 de noviembre del
99 cuando oyó a Fidel Castro que citaba el nombre de varios disidentes en
una alocución televisada.
Las palabras del gobernante de Cuba alertaron a Biscet. Castro lo presentó
ante el pueblo como una persona con trastornos psiquiátricos. "Hay
un señor bastante provocador él, y, a mi juicio, creo que medio
trastornado, lo digo francamente por las cosas que hace (...)", afirmó
Castro.
¿Qué hizo este médico cubano para que lo llamen loco?
El método no es nuevo. A los opositores políticos a veces se
lo aplican. Por ejemplo, el general Blanco dijo de José Martí: "¡Es
un loco peligroso!"
El asunto es que, en los últimos tiempos, Biscet organizó
tareas muy específicas dentro de la oposición interna, indicó
lugares que se convirtieron para siempre en sitios propios para la desobediencia
civil: los parques Buttari y Dolores, ubicados ambos en el municipio capitalino
10 de Octubre, son un ejemplo de ello.
Además, sus clases de desobediencia civil en la finca El Valle
concentraron a decenas de disidentes, que recibieron instrucción y
orientaciones para la lucha no violenta.
En una de esas conferencias en El Valle el Dr. Biscet señaló: "(...)
estemos donde estemos hay que defender los derechos humanos, para crear un mundo
de amor, de paz, de solidaridad".
Y ese mismo día enfatizó: "Un hombre solo no es nadie,
pero un hombre solo con una idea justa sí es grande (...) ¡No
tengamos miedo!"
En más de una oportunidad Biscet rememoró estas palabras del
Papa Juan Pablo II durante su visita a Cuba: "La felicidad se alcanza desde
el sacrificio".
En su tarea de maestro de la lucha cívica el médico exigió
el respeto por la disciplina. "Hay requisitos que fortalecen a las
personas: amor, y disciplina" -dijo Biscet, y después agregó:
"Nos tienen que detener, no podemos acceder a peticiones anacrónicas,
no podemos dejar de hacer la lucha".
En cuanto a la situación en que viven los cubanos hoy, el Dr. Biscet
indicó: "¡Esto es una gran cárcel!" Y más
adelante, cual si fuera un vaticinio de lo que le deparaba el porvenir
inmediato, expresó: "Si estamos en prisión la lucha es más
rigurosa. Hay que mantener la dignidad. Implantar el presidio político.
Hay que plantarse y rememorar a aquellos presos políticos. Va a ser
lindo, porque actuamos por conciencia".
Cada encuentro en la finca El Valle fue seguido atentamente por la prensa
independiente y extranjera acreditada en Cuba. Allí, Biscet -que en
reiteradas ocasiones demostró, en medio de las turbas paramilitares del régimen
de Castro, que al odio se responde con amor- le insistió a sus hermanos
de lucha que se debía cumplir con el programa de clases sobre
desobediencia civil. "Tenemos la obligación de ayudar a las personas
a enfrentar una sanción severa -clamó Biscet- debemos alcanzar el
valor máximo en nuestras convicciones; mientras más nos golpeen, más
diremos: ¡Vivan los derechos humanos!"
Estas, entre muchas otras, fueron algunas de las enseñanzas de ese
hombre que el presidente Castro calificó de "provocador".
Dos días después del discurso donde Fidel Castro atacó
la honra y la reputación de Biscet, la policía política
encerró al líder de la Fundación Lawton en una de las
celdas tapiadas del Departamento Técnico de Investigaciones, que está
situado en la intersección de las calles 100 y Aldabó del
municipio Boyeros.
Hoy por hoy, al Dr. Oscar Elías Biscet González lo mantienen
confinado a cientos de kilómetros de cuantos lo admiran y siguen. Pero,
no obstante, la voz de este opositor pacífico está presente y cada
día cobra más vigencia. "¡Vivan los derechos humanos!"
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