Pequeño gran objeto
Ramón Díaz-Marzo
LA HABANA, noviembre - Todas las personas del mundo, especialmente los niños,
debieran tener siempre para calzar zapatos que nunca tengan la suela agrietada
por donde el agua penetre en los días de lluvia. Entre las cosas
desagradables y tristes de esta vida ninguna como unos pies mojados
involuntariamente. Y entre las cosas que le ofrecen
bienestar al espíritu ninguna como unos pies secos, sanos, cubiertos
por la tela de la media a buen recaudo dentro de unos zapatos de cuero a prueba
de agua y humedad.
No hay gozo mayor que salir en los días de lluvia a caminar por la
ciudad pisando charcos, declinaciones de un terreno donde se acumula el agua y
nuestros pies, en el calor de su hogar de cuero, se sienten protegidos.
Hay un pequeño gran salto de apenas pocos centímetros cuando
la Humanidad se elevó de sobre la faz de la tierra con algo que la
costumbre ha disminuido en importancia por el uso.
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